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Un Manifiesto Glorioso
Contributed by Luis Arocha on Apr 3, 2007 (message contributor)
Summary: Cuando Dios proclama su gloria, El hace destacar que El es un Dios misericordioso y compasivo que perdona el pecado. Esta es una de las declaraciones mas gloriosas en todas las Escrituras.
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UN MANIFIESTO GLORIOSO
Pastor Oscar Arocha
www.ibgracia.org
“Y Jehová dijo a Moisés: Alísate dos tablas de piedra como las primeras, y escribiré sobre esas tablas las palabras que estaban en las tablas primeras que quebraste. Prepárate, pues, para mañana, y sube de mañana al monte de Sinaí, y preséntate ante mí sobre la cumbre del monte. Y no suba hombre contigo, ni parezca alguno en todo el monte; ni ovejas ni bueyes pazcan delante del monte. Y Moisés alisó dos tablas de piedra como las primeras; y se levantó de mañana y subió al monte Sinaí, como le mandó Jehová, y llevó en su mano las dos tablas de piedra. Y Jehová descendió en la nube, y estuvo allí con él, proclamando el nombre de Jehová. Y pasando Jehová por delante de él, proclamó: ¡Jehová! ¡Jehová! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad; que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, y que de ningún modo tendrá por inocente al malvado; que visita la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos, hasta la tercera y cuarta generación.”
(Exo.34:1-7)
En el pasaje leo esta parte: “Y pasando Jehová por delante de él, proclamó:”; eso es un manifiesto. Lo cual es un Escrito en que se hace pública declaración de doctrinas o propósitos de interés general. Y he aquí, sino el más, uno de los más importante manifiesto divino que se ha hecho en la historia de la humanidad. O pienso que éste y otro serían los dos más grandes. El primero se dio como respuesta al primer pecado, y este segundo al más grande pecado. Cuando Adán y Eva desobedecieron entró el pecado al mundo, fueron los primeros pecadores, y allí el Redentor dio la promesa de enviar al Salvador, o lo que es lo mismo, a Cristo. Y este frente a nosotros se dio cuando se cometió el mayor pecado, la idolatría del pueblo de Israel en el desierto. Luego que hubieron pecado, en lugar de barrerlos de sobre la faz de la tierra, el Señor les ofreció perdón: “Y Jehová descendió en la nube, y estuvo allí con él, proclamando el nombre de Jehová. Y pasando Jehová por delante de él, proclamó: ¡Jehová! ¡Jehová! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad; que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado” (v6). De manera que este pasaje tenemos el más amplio y más grande despliegue de misericordia, como en ningún otro lugar de la Biblia. Quiera, pues, nuestro Señor hacerse presente, y el poder de Su bendita Palabra sea sentido en los corazones que hoy oyen: Que el Único y Sabio Dios es misericordioso, que su gloria es perdonar el pecado. Este pasaje es el sostén de los Creyentes en todo tiempo; de donde se infiere: Que el carácter de Dios es infinitamente compasivo con el pecador que cree.
Nuestro estudio será así: Uno, La circunstancia de este glorioso Manifiesto. Dos, El entusiasmo del manifiesto.
I. LA CIRCUNSTANCIA DE ESTE GLORIOSO MANIFIESTO
Cuando decimos la circunstancia, es como si dijésemos la manera como sucedió el asunto. Un caso: Y cuando Juan habló era de noche, llovía, estaba oscuro, húmedo, caluroso, y él de pie sobre una roca. Entonces la circunstancia es el evento de tiempo, lugar, modo, etc., unido a la sustancia del asunto sobre lo cual se desea llamar la atención. Eso trataremos de hacer con este glorioso manifiesto: “Y pasando Jehová por delante de él, proclamó: ¡Jehová! ¡Jehová! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad; que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado” (v6).
Este caso es lo que pudiera llamarse como un acontecimiento notorio. Dios los había sacado de la esclavitud y maltrato en Egipto, los defendió abriendo el mar Rojo para librarlos de la espada de sus enemigos, luego les informa que Moisés subiría al Monte a recibir la Ley que los favorecería, y le daría señal de Su amor con ellos; note la ternura de Su lenguaje: “Tú hablarás a los hijos de Israel, diciendo: En verdad vosotros guardaréis mis días de reposo; porque es señal entre mí y vosotros por vuestras generaciones, para que sepáis que yo soy Jehová que os santifico.” (Exo.31:13). Este mensaje de amor no pudo ser entregado porque se impacientaron: “Viendo el pueblo que Moisés tardaba en descender del monte, se acercaron entonces a Aarón, y le dijeron: Levántate, haznos dioses que vayan delante de nosotros; porque a este Moisés, el varón que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos qué le haya acontecido. Y Aarón les dijo: Apartad los zarcillos de oro que están en las orejas de vuestras mujeres, de vuestros hijos y de vuestras hijas, y traédmelos.” (v32:1-2). Además dieron ingrata idolatría contra el Señor: “Y viendo esto Aarón, edificó un altar delante del becerro; y pregonó Aarón, y dijo: Mañana será fiesta para Jehová. Y al día siguiente madrugaron, y ofrecieron holocaustos, y presentaron ofrendas de paz; y se sentó el pueblo a comer y a beber, y se levantó a regocijarse.” (v5-6). Esto provocó fuerte indignación del Señor: “Ahora, pues, déjame que se encienda mi ira en ellos, y los consuma; y de ti yo haré una nación grande.” (v10). Altamente indignado, pero abriendo una puerta de compasión, ya que habla como si necesitase permiso de Moisés para destruirlos. Aun estando airado nuestro Dios es tierno. Ahora veamos la reacción de Moisés y su conversación con Aarón: “Cuando oyó Josué el clamor del pueblo que gritaba, dijo a Moisés: Alarido de pelea hay en el campamento. Y él respondió: No es voz de alaridos de fuertes, ni voz de alaridos de débiles; voz de cantar oigo yo. Y aconteció que cuando él llegó al campamento, y vio el becerro y las danzas, ardió la ira de Moisés, y arrojó las tablas de sus manos, y las quebró al pie del monte. Y tomó el becerro que habían hecho, y lo quemó en el fuego, y lo molió hasta reducirlo a polvo, que esparció sobre las aguas, y lo dio a beber a los hijos de Israel. Y dijo Moisés a Aarón: ¿Qué te ha hecho este pueblo, que has traído sobre él tan gran pecado? (v17-21). Quien fue dejado para cuidar la adoración al Único Dios les guió en como hacer la idolatría. Y al leer el capítulo se hace evidente la fuerte indignación que el Señor sentía contra el pueblo, lo resalto: “Déjame que se encienda mi ira en ellos, y los consuma.”