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Summary: Evidentemente, Dios necesitaba un amigo, y encontró en Abraham aquella amistad que su corazón anhelaba. ¿Cuáles son los puntos esenciales de una verdadera amistad con Dios? Esta pregunta recibe respuesta observando cuáles son los requerimientos para una amistad terrenal.

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La separación del mundo es aquí expuesta como una prueba infalible de que estamos entre los justificados, que tenemos una verdadera fe salvadora en Jesucristo. ¿No te ha atraído nunca esta frase, «amigo de Dios»?

Evidentemente, Dios necesitaba un amigo, y encontró en Abraham aquella amistad que su corazón anhelaba. ¿Cuáles son los puntos esenciales de una verdadera amistad con Dios? Esta pregunta recibe respuesta observando cuáles son los requerimientos para una amistad terrenal.

I. LA CONFIANZA. No puede haber ninguna verdadera amistad sin confianza. Éste es el fundamento. La confianza es hija del conocimiento. Cuanto más conocemos a nuestros amigos, tanto más confiamos en ellos. La fe es el comienzo de la amistad con Dios.

II. EL AFECTO. La sola confianza no constituirá una amistad ideal. El afecto es esencial. Es esencial para la amistad, para la verdadera amistad para con Dios.

III. LA FRANQUEZA. Los amigos tienen entre sí una relación franca, familiar, unos con otros. Una niñita definía a un amigo como aquel que lo sabe todo de ti, pero que te ama a pesar de ello. Una amistad que no puede soportar la verdad no tiene valor. La amistad con Dios da la bienvenida a la verdad.

IV. CONSIDERACIÓN. Los amigos se regocijan cuando ven cumplidos los deseos mutuos. Son totalmente considerados el uno por el otro.

Nosotros, si somos amigos de Dios, tendremos toda consideración para con Él.

V. SACRIFICIO. Incluso si para lo anterior tenemos que llegar a hacer un verdadero sacrificio. Y, naturalmente, los verdaderos amigos se gozan en darse presentes.

VI. LEALTAD. Los verdaderos amigos se mantendrán leales el uno al otro, especialmente cuando están separados.

VII. PERPETUIDAD. Una verdadera amistad no es temporal, sino que soportará el paso de los años.

En el momento de la salvación, el creyente da su primer paso, y a partir de ese punto camina en una relación con Jesús. Este viaje es la experiencia más emocionante de la vida, porque estamos aprendiendo a conocer a nuestro Salvador y a cumplir con lo que Él nos ha llamado a hacer.

Cualquier camino es más fácil si uno conoce a alguien que lo ha recorrido antes. Gracias a Dios, tenemos la Biblia, la cual está llena de maravillosos ejemplos de personas que transitaron el mismo camino en que estamos nosotros hoy.

Abraham fue un hombre que experimentó tanto confianza como confusión en su caminar con Dios, por medio de éxitos y fracasos, certidumbre y duda, experiencias en la cumbre y en valles de desesperación.

Cuando examinamos su peregrinaje de fe, encontramos seis palabras que nos ayudan a entender lo que podemos esperar al imitar sus pasos.

• PROPÓSITO. En primer lugar, debemos entender que Dios nunca hace nada sin un plan. Sus propósitos han sido fijados y cumplidos desde la creación (Is 46.9, 10). Él tiene planes para la vida suya también, pero la única manera de descubrirlos es recorrer el camino de la fe con Él. Aunque usted no llegue a entender todas las vueltas y giros a lo largo del camino, sí podrá confiar en la fidelidad y en el poder ilimitado de Aquél que le guiará.

Cuando Abraham escuchó al Señor por primera vez, no tenía idea de que su historia quedaría registrada para ser leída por las generaciones futuras. Y gracias a que fue fiel al dar ese primer paso, la nación de Israel fue establecida, y nació el Salvador del mundo.

¿Ha pensado usted alguna vez en lo que Dios pudiera hacer en su vida si caminara obedientemente con Él? El Señor no nos dice siempre lo que está haciendo; simplemente dice: “Sígueme”. Entonces, cuando damos un paso de fe, Él nos da más dirección. Si recibiéramos todos los detalles, nos perderíamos la emoción de caminar con Él, y las bendiciones que Él quisiera darnos.

• PERPLEJIDAD. Cuando el Señor le dijo: “Vete de tu tierra… a la tierra que te mostraré (Gn 12.1-3), Abraham no tenía idea de dónde terminaría su viaje o de cuáles serían los resultados a largo plazo. Su mente debió estar inundada de preguntas.

Del mismo modo, nuestro caminar con Dios puede ser difícil de entender. A veces, nos pide que vayamos a lugares que parecen ilógicos o que hagamos cosas sin sentido. Pero somos llamados a andar por fe —no por vista, sentimientos o razonamientos humanos.

Es por eso que no podemos tomar decisiones basándonos en lo que nos parece lógico. Las decisiones correctas se toman solo cuando tenemos en cuenta lo que es lógico para Dios. Sus pensamientos y sus caminos son más altos que los nuestros (Is 55.8, 9).

La única manera de recibir más entendimiento del Señor, es mediante el estudio de su Palabra. Al examinar lo que Él desea para nosotros, y en la manera como trabajó en las vidas de hombres y mujeres de la Biblia, comenzaremos a ver los acontecimientos desconcertantes de nuestras vidas desde su perspectiva. Algún día todas nuestras preguntas serán respondidas, y todo tendrá sentido.

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