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Summary: Los justificados son adoptados como Hijos de Dios.

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Varios de los que me conocen saben que no soy un gran aficionado a las mascotas y especialmente a los gatos. Sin embargo, hemos tenido gato en la casa porque amo a mi esposa y a mis hijos, a quienes les encantan los gatos.

Hace algunos años, hubo un tiempo cuando recién había muerto una gatita que tuvimos, fui bastante firme en mi negativa a tener otro gato, a pesar de las insistencias de mi familia para que tuviéramos otro. Pero, como dice el dicho, tanto va el cántaro al pozo hasta que se rompe, y en un momento dado cedí a la adopción de una gatita.

De hecho, yo mismo hice la búsqueda por internet en una página de “Gatitos en adopción” y encontramos a una candidata adecuada y se hizo rápidamente la adopción.

Trajimos a la gatita a casa, pero a penas la pusimos en el suelo fue rápidamente a esconderse bajo ciertos muebles, estaba temerosa, urania y nerviosa. Recuerdo que mis hijos, estaban un tanto extrañados, porque ellos esperaban quizá otra cosa, un animalito más cariñoso.

Pasaron algunos días y el progreso con ella fue muy lento. Le llevó un buen tiempo a la gatita acostumbrarse a la idea de que estaba con una nueva familia que la había escogido para ser integrada plenamente y que había personas que la apreciaban.

La gatita se seguía comportando como si estuviera sola, abandonada, y tuviera que cuidarse de su entorno, como si todavía no estuviera en un hogar.

Todavía está con nosotros. Literalmente, parece que tiene 9 vidas. Quizá ella me vaya a enterrar. Pero ahora ya es otra historia. Ya se siente la dueña de la casa y se comporta casi como si fuera un miembro más de la familia.

Al estar estudiando el pasaje bíblico, en nuestra serie de sermones: “Una salvación tan grande”, en el que meditaremos hoy en la epístola a los Gálatas, me di cuenta de cuánta similitud hay entre muchos de nosotros como cristianos y esta gatita.

Muchos de nosotros, aunque ya estamos en la familia de Dios, seguimos pensando y comportándonos como si esto no fuera una realidad. Seguimos viviendo como si no perteneciéramos a la familia; como si Dios estuviera todavía lejano o indiferente; como si tuviéramos todavía que “ganarnos” el amor de Dios para poder pertenecer a su familia.

Es decir, vivimos como si fuéramos huérfanos. Como huérfanos espirituales que andan mendigando o anhelando todavía que Dios los ame y haciendo las cosas para ver si podemos ser parte de su familia.

Pero este problema, no es sólo mío y tuyo, sino incluso en los tiempos del apóstol Pablo, algunos cristianos se empezaron a comportar de esa manera.

En la epístola de los Gálatas, donde te invito a tener tu biblia abierta, el apóstol está contendiendo por el evangelio mismo.

Las buenas noticias (que es lo que quiere decir la palabra evangelio) se habían corrompido por la enseñanza de maestros que se habían infiltrado en la iglesia.

El evangelio verdadero, como hemos visto en semanas pasadas, enseña que sólo es por la obra de Cristo (por su vida, muerte y resurrección) que podemos tener una relación real, correcta y eterna con Dios; y que esta realidad es sólo por Gracia, sólo por medio de la fe y sólo para la gloria de Dios.

Como vimos la semana pasada, Dios perdona nuestros pecados porque toma en cuenta el sacrificio de Cristo a nuestro favor (algo que es totalmente inmerecido de nuestra parte), y en un acto de gracia nos declara rectos delante de él, haciéndonos parte de Su familia.

Y como vimos, el medio para recibir este gran regalo indescriptible es la fe. Cuando te arrepientes y crees en Jesucristo, cuando empiezas esta relación creciente con Dios por medio de Cristo, recibes con ello todas estas bendiciones. Estas son buenas noticias.

Las buenas noticias de que todo lo que necesitas para estar en una relación correcta, abundante y eterna con Dios es recibir por medio de la fe el regalo del amor de Dios. Es decir, Jesucristo es suficiente, no aportamos ni agregamos algo más a la obra de Jesús para que Dios nos acepte como sus hijos, sino Jesucristo es suficiente.

El problema en Galacia es que estos maestros estaban distorsionando las buenas noticias. Estaban diciendo que lo que Jesús había hecho estaba muy bien, pero que la persona para ser salva tenía que agregar sus propias obras de obediencia a la ley de Moisés del Antiguo Testamento y que se sellaban con el hecho de que la persona fuera circuncidada.

Es decir, la fórmula era Jesús más las obras de la persona, esto da como resultado ser parte de la familia de Dios para siempre.

Pero en esta carta se defiende el evangelio (las buenas noticias) y se dice categóricamente en Gálatas 2:16:

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