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Summary: ¿Hacia donde nos están llevando los eventos de este mundo? En su explicación al rey Nabucodonosor, el profeta Daniel revela los misterios del Altísimo.

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Un mapa hacia mañana

Una leyenda cuenta como el príncipe Zemire, después de haber tomado el trono de Persia, quiso tener al alcance la historia del pasado para saber como gobernar. Zemire llamó a los sabios de su reino y les encargó la tarea de escribir la historia hasta ese momento. Después de veinte años de trabajo, los sabios volvieron ante el rey con una caravana de doce camellos, cada uno de ellos cargado de quinientos libros.

Después de una presentación breve, el secretario presentó al rey los seis mil libros. Demasiado ocupado con los negocios del reino, el rey expresó su gratitud a los sabios. Pero añadió: “Ya no soy joven y aunque viviese hasta ser viejo, no tendría tiempo para leer una historia tan larga. ¡Háganla más breve!”

Otros diez años pasaron y esta vez vinieron tres camellos con mil quinientos libros. Pero el rey declaró: “Ya soy un viejo. ¡Háganla todavía más breve lo más pronto posible!”

Después de otros diez años, un pequeño elefante llevaba el producto de esos diez años de trabajo. Esta ves eran solamente quinientos libros.

“Hemos sido tan breves como hemos podido.” Dijeron los sabios.

“No es suficiente,” contestó el rey. “No me resta mucho por vivir. Háganla aún más breve.”

Cuando, después de cinco años, el secretario volvió ante el rey, llevaba un pequeño burro cargado con un libro. Pero el rey estaba en su lecho de muerte. Nunca pudo leerlo.

Un sueño impresionante

Hay tres opiniones populares de ver la historia. Los antiguos griegos tenían una opinión cíclica: los eventos pasan en ciclos infinitos, de tal manera que lo que está pasando hoy ya sucedió antes y pasará igualmente después. Los ateos existencialistas modernos tienen una opinión cínica: las cosas suceden nada más porque sí. Los evolucionistas tienen una opinión color de rosa: las cosas se vuelven cada ves mejor y mejor. Por lo menos los evolucionistas son optimistas.

¿Hacia donde nos están llevando los eventos de este mundo?

No somos los únicos que nos hemos hecho esa pregunta. Hace muchos años atrás el rey Nabucodonosor se hacía la misma pregunta antes de dormirse. Dios le mostró esa noche un sueño que le daba la respuesta a su interrogante. Pero no entendió el sueño. Esto le agitó mucho. Nabucodonosor pidió el consejo de los sabios de Babilonia quienes fueron inútiles para ayudarle. Por fin, Dios reveló el sueño también a Daniel, quien se presentó ante el rey y le mostró el sueño:

Tú, oh rey, veías, y he aquí una gran imagen. Esta imagen, que era muy grande, y cuya gloria era muy sublime, estaba en pie delante de ti, y su aspecto era terrible (Daniel 2:31).

Evidentemente no se trataba de la estatua de un dios babilónico. Se nos dan tres características de la imagen: era muy grande, su gloria era muy sublime, y su aspecto era terrible. No se nos da su medida exacta, pero se nos dice que era muy grande. Su segunda cualidad era su apariencia. Lo que nuestra Biblia traduce como “gloria muy sublime,” encuentra su traducción exacta en la Biblia de Jerusalén: “de extraordinario brillo.” La estatua entonces no solo era muy grande, sino que brillaba. Esto quizás se deba a que estaba hecha de metal. La tercera característica de su estatua era su aspecto. La palabra traducida “terrible” es un verbo arameo que significa “temer.” La imagen entonces era de la clase de pesadilla. Después de contemplar semejante escena, se puede entender por qué el rey estaba agitado.

La cabeza de esta imagen era de oro fino; su pecho y sus brazos, de plata; su vientre y sus muslos, de bronce; sus piernas, de hierro; sus pies, en parte de hierro y en parte de barro cocido (Daniel 2:32, 33).

La imagen que Nabucodonosor había contemplado en su sueño era un tremendo coloso hecho de cuatro metales diferentes y de barro. Estos metales van disminuyendo en calidad y valor de arriba a abajo y van aumentando en fuerza en el mismo orden. El oro es de mucho más valor que el hierro, pero mucho menos fuerte. Por último, el barro es el menos valioso y resistente de los cinco elementos en la estatua.

La imagen era obviamente más pesada en la cabeza y más débil en los pies. La palabra traducida como “barro” (hesaph) en realidad significa “tiesto” o “casco.” La idea es que su acabado no era tan excelente como las demás partes de la imagen. Indudablemente los pies eran de menor calidad que el resto de la imagen. Se podría tratar tanto de hierro mezclado con tiesto o construidos en parte de hierro y en parte de tiesto.

Y estabas mirando, hasta que una piedra fue cortada, no con mano, e hirió la imagen en sus pies de hierro y de barro cocido, y los desmenuzó. Entonces fueron desmenuzados también el hierro, el barro cocido, el bronce, la plata y el oro, y fueron como tamo de las eras del verano, y se los llevó el viento sin que de ellos quedara rastro alguno. Mas la piedra que hirió a la imagen fue hecha un gran monte que llenó toda la tierra (Daniel 2:34, 35).

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