Un mapa hacia mañana
Una leyenda cuenta como el príncipe Zemire, después de haber tomado el trono de Persia, quiso tener al alcance la historia del pasado para saber como gobernar. Zemire llamó a los sabios de su reino y les encargó la tarea de escribir la historia hasta ese momento. Después de veinte años de trabajo, los sabios volvieron ante el rey con una caravana de doce camellos, cada uno de ellos cargado de quinientos libros.
Después de una presentación breve, el secretario presentó al rey los seis mil libros. Demasiado ocupado con los negocios del reino, el rey expresó su gratitud a los sabios. Pero añadió: “Ya no soy joven y aunque viviese hasta ser viejo, no tendría tiempo para leer una historia tan larga. ¡Háganla más breve!”
Otros diez años pasaron y esta vez vinieron tres camellos con mil quinientos libros. Pero el rey declaró: “Ya soy un viejo. ¡Háganla todavía más breve lo más pronto posible!”
Después de otros diez años, un pequeño elefante llevaba el producto de esos diez años de trabajo. Esta ves eran solamente quinientos libros.
“Hemos sido tan breves como hemos podido.” Dijeron los sabios.
“No es suficiente,” contestó el rey. “No me resta mucho por vivir. Háganla aún más breve.”
Cuando, después de cinco años, el secretario volvió ante el rey, llevaba un pequeño burro cargado con un libro. Pero el rey estaba en su lecho de muerte. Nunca pudo leerlo.
Un sueño impresionante
Hay tres opiniones populares de ver la historia. Los antiguos griegos tenían una opinión cíclica: los eventos pasan en ciclos infinitos, de tal manera que lo que está pasando hoy ya sucedió antes y pasará igualmente después. Los ateos existencialistas modernos tienen una opinión cínica: las cosas suceden nada más porque sí. Los evolucionistas tienen una opinión color de rosa: las cosas se vuelven cada ves mejor y mejor. Por lo menos los evolucionistas son optimistas.
¿Hacia donde nos están llevando los eventos de este mundo?
No somos los únicos que nos hemos hecho esa pregunta. Hace muchos años atrás el rey Nabucodonosor se hacía la misma pregunta antes de dormirse. Dios le mostró esa noche un sueño que le daba la respuesta a su interrogante. Pero no entendió el sueño. Esto le agitó mucho. Nabucodonosor pidió el consejo de los sabios de Babilonia quienes fueron inútiles para ayudarle. Por fin, Dios reveló el sueño también a Daniel, quien se presentó ante el rey y le mostró el sueño:
Tú, oh rey, veías, y he aquí una gran imagen. Esta imagen, que era muy grande, y cuya gloria era muy sublime, estaba en pie delante de ti, y su aspecto era terrible (Daniel 2:31).
Evidentemente no se trataba de la estatua de un dios babilónico. Se nos dan tres características de la imagen: era muy grande, su gloria era muy sublime, y su aspecto era terrible. No se nos da su medida exacta, pero se nos dice que era muy grande. Su segunda cualidad era su apariencia. Lo que nuestra Biblia traduce como “gloria muy sublime,” encuentra su traducción exacta en la Biblia de Jerusalén: “de extraordinario brillo.” La estatua entonces no solo era muy grande, sino que brillaba. Esto quizás se deba a que estaba hecha de metal. La tercera característica de su estatua era su aspecto. La palabra traducida “terrible” es un verbo arameo que significa “temer.” La imagen entonces era de la clase de pesadilla. Después de contemplar semejante escena, se puede entender por qué el rey estaba agitado.
La cabeza de esta imagen era de oro fino; su pecho y sus brazos, de plata; su vientre y sus muslos, de bronce; sus piernas, de hierro; sus pies, en parte de hierro y en parte de barro cocido (Daniel 2:32, 33).
La imagen que Nabucodonosor había contemplado en su sueño era un tremendo coloso hecho de cuatro metales diferentes y de barro. Estos metales van disminuyendo en calidad y valor de arriba a abajo y van aumentando en fuerza en el mismo orden. El oro es de mucho más valor que el hierro, pero mucho menos fuerte. Por último, el barro es el menos valioso y resistente de los cinco elementos en la estatua.
La imagen era obviamente más pesada en la cabeza y más débil en los pies. La palabra traducida como “barro” (hesaph) en realidad significa “tiesto” o “casco.” La idea es que su acabado no era tan excelente como las demás partes de la imagen. Indudablemente los pies eran de menor calidad que el resto de la imagen. Se podría tratar tanto de hierro mezclado con tiesto o construidos en parte de hierro y en parte de tiesto.
Y estabas mirando, hasta que una piedra fue cortada, no con mano, e hirió la imagen en sus pies de hierro y de barro cocido, y los desmenuzó. Entonces fueron desmenuzados también el hierro, el barro cocido, el bronce, la plata y el oro, y fueron como tamo de las eras del verano, y se los llevó el viento sin que de ellos quedara rastro alguno. Mas la piedra que hirió a la imagen fue hecha un gran monte que llenó toda la tierra (Daniel 2:34, 35).
La expresión “estabas mirando” implica un tiempo de contemplación y perplejidad. El rey vió esta gigantesca estatua, sin ninguno de los atributos de sus dioses nacionales, y la contempla en su sueño con admiración y asombro. La fascinación de Nabucodonosor, que contemplaba esta increíble imagen en forma humana, con sus pies de hierro y barro, fue interrumpida por otro evento. Una piedra vino y golpeó los pies de la imagen y la destruyó. La palabra traducida “desmenuzó,” (duq) en nuestra Biblia, significa no solo desmenuzar, sino “destrozar completamente.” El sentido que tiene es tomar una cosa y molerla hasta que no queda sino polvo. Es la misma palabra que encontramos cuando Moisés baja del Sinaí y se encuentra que los Israelitas han hecho un becerro de oro para adorarlo.
Y aconteció que cuando él llegó al campamento y vio el becerro y las danzas, ardió la ira de Moisés, y arrojó las tablas de sus manos, y las quebró al pie del monte. Y tomó el becerro que habían hecho, y lo quemó en el fuego, y lo molió hasta reducirlo a polvo, que esparció sobre las aguas, y lo dio a beber a los hijos de Israel (Éxodo 32:19, 20).
La piedra pulveriza no solo los pies de la estatua, sino toda la imagen. Después la piedra se convierte en una gran montaña, que llena toda la tierra. Esta montaña viene entonces a tomar el lugar de la estatua. En la primera escena Nabucodonosor contempla la estatua asombrado. En la segunda escena contempla a la piedra, me imagino que con más asombro.
La Interpretación del Sueño
Por la misericordia divina, Daniel había triunfado donde los sabios habían fracasado. Le había dado a Nabucodonosor la descripción exacta del sueño. El rey no tenía manera de ofrecer objeción alguna a la interpretación del mismo. Así que, después de relatarle el sueño, Daniel procede a darle la interpretación del mismo:
Este es el sueño; también la interpretación diremos en presencia del rey (Daniel 2:36).
No hay ninguna cosa que indique que alguien más estuviese con Daniel. No hay señal que ninguno de sus compañeros estén presentes. Pero Daniel habla en plural: “la interpretación diremos en presencia del rey.” Aunque sus compañeros no estaban con él, Daniel no estaba solo. Dios estaba con él. Y Daniel lo sabía. En los momentos más amargos o más apremiantes, Dios está con nosotros. Dios no se aparta de sus hijos. Somos nosotros los que no nos damos cuenta. Pero Daniel sabía que Dios estaba con él. Dios me trajo hasta aquí y quiero que sepas, rey, que no hablo por mi mismo, Dios y yo estamos trayéndote este mensaje.
¡Qué diferentes serían las cosas si dejásemos de hablar por nosotros mismos y hablásemos por Dios! ¡Qué diferente sería nuestra experiencia cristiana si nos diéramos cuenta que Dios está a nuestro lado! No hay otro freno para el pecado más efectivo que el darnos cuenta que Dios está con nosotros. No hay freno más efectivo ni esperanza más consoladora.
a) La Cabeza de Oro
Tú, oh rey, eres rey de reyes; porque el Dios del cielo te ha dado reino, poder, fuerza y majestad. Y dondequiera que habitan hijos de hombres, bestias del campo y aves del cielo, él los ha entregado en tu mano, y te ha dado el dominio sobre todo; tú eres aquella cabeza de oro (Daniel 2:37, 38).
El título “rey de reyes” es aplicado a Nabucodonosor no solo por Daniel. El profeta Ezequiel, hablando por Jehová utilizó ese mismo título:
Porque así ha dicho Jehová el Señor: He aquí que del norte traigo yo contra Tiro a Nabucodonosor, rey de Babilonia, rey de reyes, con caballos y carros y jinetes, y tropas y mucho pueblo (Ezequiel 26:7).
Una inscripción aramea encontrada en Saqqarah, cerca de Cairo, contiene la fecha del cuarto año de “Xerxes, rey de reyes.” Evidentemente se trata de un título nobiliario, más que un atributo.
Daniel procede a identificar a Nabucodonosor como la cabeza de oro. Si hay un metal por el cual se podía identificar a Babilonia, tendría que ser por el oro. El Señor, por medio de el profeta Isaías, exclamó:
…pronunciarás este proverbio contra el rey de Babilonia, y dirás: ¡Cómo paró el opresor, cómo acabó la ciudad codiciosa de oro! (Isaías 14:4).`
Mientras que el profeta Jeremías la llama “copa de oro:”
Copa de oro fue Babilonia en la mano de Jehová, que embriagó a toda la tierra; de su vino bebieron los pueblos; se aturdieron, por tanto, las naciones (Jeremías 51:7).
Herodoto, quien estuvo en Babilonia cerca de 90 años después del reinado de Nabucodonosor, contempló con asombro la cantidad de oro que encontró dentro del santuario de Bel. En el templo más pequeño, que estaba en la cima de la torre de Babilonia, estaba una mesa de oro. En el segundo templo, abajo (el famoso templo de Merodach, E-Sag-ila, “la casa de la cima ascendente”), estaba una imagen del dios “todo de oro” sentado en un trono de oro con una insignia de oro y frente a una “gran mesa de oro.” Todo el oro usado para formar estos objetos sagrados pesaban—según lo que le dijeron los caldeos—500 talentos. Un talento era el equivalente a 350 libras modernas. De esta manera había 1700 libras de oro en ese templo solamente. ¡El equivalente a más de $8,000,000 de dólares! Fuera del templo había también un altar de oro sólido.
La mejor descripción que se podría haber dado a Babilonia, entonces, era de ser la cabeza de oro. Daniel continuó después con su interpretación:
b) Pecho y Brazos de Plata
Y después de ti se levantará otro reino inferior al tuyo; y luego un tercer reino de bronce, el cual dominará toda la tierra (Daniel 2:39).
Daniel le dijo a Nabucodonosor que un reino inferior reemplazaría a Babilonia. Aunque no lo menciona, obviamente se está refiriendo al pecho y los brazos de plata. Este segundo imperio no es nombrado, pero es claro, por otros pasajes que este reino de plata representa el imperio Medo-Persa (cf. 5:28, 31). Nabucodonosor se ha de haber extrañado pensando cómo es posible que una nación inferior a Babilonia pueda tomar su lugar. Pero los eventos históricos señalan que así sucedió.
Después de la muerte de Nabucodonosor en el año 562 A.C., una deterioración drástica de las cualidades de el reino se llevó a cabo bajo el reinado de su hijo Evil-Merodach, dos usurpadores del trono (Neriglissar y Nabonidus), y finalmente el hijo de su hija, Belsasar. Para el Ano 539 A.C. las doradas cualidades de brillo y autocracia dictarorial absoluta que habían caracterizado los 43 años del reinado de Nabucodonosor, se habían casi extinguido. Fue entonces que “el tiempo de su propia tierra” llegó y Ciro, aunque inferior a Nabucodonosor en autoridad para reinar (estando sujeto a las leyes de los Medos y los Persas, 6:8, 15), fue infinitamente mayor que el moralmente corrompido Belsasar, quien fue pesado en la balanza de Dios y encontrado falto (Dan 5:27).
c) El Vientre de Bronce
Después del Imperio Medo-Persa, habría un tercer reino representado por el bronce. Según Daniel, este reino reinaría “sobre toda la tierra” (2:39b). No se podría haber estado refiriendo a otro imperio que no fuese el griego. Empezando en el año 334 A.C., bajo la dirección militar de Alejandro el Grande, Grecia conquistó Medo-Persia y todas las regiones del este, hasta llegar a la frontera de la India. Desde la perspectiva de Daniel, pareciera como si toda la tierra fuese tomada por este reino. Los griegos, bajo Alejandro consiguieron mucho, tenían la fuerza. Pero carecían de dirección central. En ese sentido, al menos, eran inferiores al reino que reemplazaron.
d) Las Piernas de Hierro
Y el cuarto reino será fuerte como hierro; y como el hierro desmenuza y rompe todas las cosas, desmenuzará y quebrantará todo (Daniel 2:40).
Este cuarto reino tiene que ser Roma. El Imperio Romano tomó las riendas del mundo después del Imperio Griego. Su símbolo es el hierro. El énfasis que se le da es en fuerza, en dureza. No habría nada que se le opusiese. En comparación, este imperio se mantuvo más tiempo que todos los demás. Babilonia duró 66 años (605-539 A.C.); Medo-Persia 208 años (539-331); Grecia 185 años (331-146); Roma 622 años (146 A.C.-476 A.D.). Un historiador ha dicho de Roma:
La armas de la republica, algunas veces vencidas en batalla, siempre victoriosas en guerra, avanzaron con pasos rápidos hacia el Eufrates, el Danubio, el Rhin y el Oceano; y las imágenes de oro, o plata, o bronce, que pudieran servir para representar a las naciones y sus reyes, fueros quebrantadas, sucesivamente por la monarquía férrea de Roma.
e) Los Pies de Hierro y Barro Cocido
Así que el cuarto reino es Roma. Hasta aquí van cuatro de las divisiones de la estatua. La quinta es diferente. No es un sólo metal, sino hierro mezclado con barro. Daniel dió al rey la interpretación:
Y lo que viste de los pies y los dedos, en parte de barro cocido de alfarero y en parte de hierro, será un reino dividido; mas habrá en él algo de la fuerza del hierro, así como viste hierro mezclado con barro cocido. Y por ser los dedos de los pies en parte de hierro y en parte de barro cocido, el reino será en parte fuerte, y en parte frágil. Así como viste el hierro mezclado con barro, se mezclarán por medio de alianzas humanas; pero no se unirán el uno con el otro, como el hierro no se mezcla con el barro (Daniel 2:40-43).
En el año 476, Odoacro, un rey ostrogodo, deprivó a Rómulo Augusto de su insignia de emperador. Así terminó el Imperio Romano de Occidente. Después de Roma no volvió a existir un imperio mundial. Europa fue dividida en multitud de naciones. Y continúa dividida hasta hoy. Europa continúa en parte fuerte y en parte débil. Ya sea Francia, España, Inglaterra o Alemania, cada nación ha tenido su tiempo y ha tratado de unir la tierra en un imperio, pero no han triunfado. La interpretación de Daniel es que no se podrán unir.
No hay ningún punto en la historia de la humanidad que corresponda más acertadamente al período de los pies de hierro y barro cocido que nuestros días. Sin lugar a dudas estamos viviendo en los días de los pies de la estatua.
f) La Roca
Y en los días de estos reyes el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo; desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero el permanecerá para siempre, de la manera que viste que del monte fue cortada una piedra, no con mano, la cual desmenuzó el hierro, el bronce, el barro, la plata y el oro. El gran Dios ha mostrado al rey lo que ha de acontecer en lo por venir; y el sueño es verdadero, y fiel su interpretación (Daniel 2:44, 45).
¡En nuestros días! El texto dice “en los días de estos reyes.” ¿Cuáles reyes? ¿Los de Babilonia? ¿Los de Medo-Persia? ¿Los de Grecia? ¿Los de Roma? ¡No! En los días de los reyes descriptos por los pies divididos.
La culminación del sueño empieza con la piedra destruyendo la imagen. Como ya vimos, la piedra pulveriza todos los elementos de que la imagen estaba compuesta. Los mismos elementos se nos vuelven a repetir, aunque no en el mismo orden. Teniendo en cuenta que la piedra cae en los pies de la imagen es significativo que no solo los pies, sino toda la imagen es pulverizada.
La promesa de Daniel 2 es que Dios un día va a poner fin a los eventos mundiales y va a intervenir personalmente. Eso será en la segunda venida de Cristo. Cuando Jesús vuelva a reclamar a los suyos y a establecer su reino. Entonces nos dice el salmista:
Los quebrantarás con vara de hierro;
Como vasija de alfarero los desmenuzarás (Salmo 2:9).
Jesús vendrá a destruir completamente el orden social actual. Dios va a intervenir de una manera poderosa y establecerá su reino.
Si Dios viene a establecer su reino, es entonces de vital importancia que estemos listos para el mismo. Debemos tener presente que la piedra que destruye la imagen es Cristo. La Biblia se refiere a Cristo (y a Dios el Padre) como una piedra o una roca. Así Pablo nos dice:
…y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo (1 Corintios 10:4).
Mientras que Isaías identifica al Mesías como la piedra fundamental:
…por tanto, Jehová el Señor dice así: He aquí que yo he puesto en Sion por fundamento una piedra, piedra probada, angular, preciosa, de cimiento estable; el que creyere no se apresure (Isaías 28:16).
Jesús mismo se identificó con esta piedra:
Pero él, mirándolos, dijo: ¿Qué, pues, es lo que está escrito:
La piedra que desecharon los edificadores
Ha venido a ser cabeza del ángulo?
Todo aquel que cayere sobre aquella piedra, será quebrantado; mas sobre quien ella cayere, le desmenuzará (Lucas 20:17, 18).
Lo más importante, entonces, en el sueño de Nabucodonosor no son los imperios en sucesión, sino la roca que los destruye.
Recompensa de Daniel
Entonces el rey Nabucodonosor se postró sobre su rostro y se humilló ante Daniel, y mandó que le ofreciesen presentes e incienso. El rey habló a Daniel, y dijo: Ciertamente el Dios vuestro es Dios de dioses, y Señor de los reyes, y el que revela los misterios, pues pudieste revelar este misterio. Entonces el rey engrandeció a Daniel, y le dio muchos honores y grandes dones, y le hizo gobernador de toda la provincia de Babilonia, y jefe supremo de todos los sabios de Babilonia. Y Daniel solicitó del rey, y obtuvo que pusiera sobre los negocios de la provincia de Babilonia a Sadrrac, Mesac y Abed-nego; y Daniel estaba en la corte del rey (Daniel 2:46-49).
La crisis terminó para Daniel y se vio recompensado. La recompensa de Daniel se manifestó en tres formas. Primero, Nabucodonosor reconoció la superioridad del Dios de Daniel y le rindió adoración. El rey no adoró a Daniel, sino al Dios de Daniel (cf. Hch 10:26). Debió haber sido duro para Nabucodonosor, siendo politeísta, reconocer la superioridad del Dios de los hebreos. Segundo, personalmente se vio recompensado por un puesto como gobernador y jefe supremo sobre todos los sabios. Tercero, sus amigos recibieron puestos envidiables. En su momento de triunfo, Daniel no olvidó a sus compañeros de cautiverio y oración.
La Seguridad de la Promesa
Daniel 2 es uno de los capítulos más intrigantes de toda la Biblia. Como ya he dicho, el mensaje del libro de Daniel es “Dios está en control.” Daniel 2 no hace otra cosa, sino recordárnoslo. Con todo el relato, con el sueño de Nabucodonosor, con la suerte de los sabios, con la revelación especialmente maravillosa que Daniel recibe, con su narración e interpretación del sueño, podemos perder de vista lo más maravilloso de este pasaje. Lo más maravilloso de Daniel 2 es la seguridad de la venida de Cristo.
Tenemos que tener presente que así como todo lo que la visión de Nabucodonosor tiene que ver con el pasado se ha cumplido, lo que tiene que ver con el futuro también se cumplirá. Dios no se tomó el tiempo de revelarnos lo que va a suceder para dejarlo trunco. Sus planes son firmes. Balaam, como profeta del Señor dijo:
Dios no es hombre, para que mienta,
Ni hijo de hombre para que se arrepienta.
El dijo, ¿y no hará?
Habló, ¿y no lo ejecutará? (Números 23:19).
Lo que Dios se ha propuesto lo ha llevado a cabo. Lo que Dios tiene planeado lo ejecutará. Lo más maravilloso de esto es que significa que nuestra redención está más cerca. Daniel vivió mucho antes que la promesa redentora se hiciera una realidad, pero ese no es nuestro caso. Aunque no podemos dar una fecha para el regreso de Jesús (Mat 24:36, 37), sabemos que viene pronto.
Tenemos que tener también presente que el fin de la vida en este mundo tal y como la conocemos se está acercando a su fin. Dios intervendrá pronto y tomará las riendas. Hasta ahora el hombre a tratado de correr las cosas. Pronto, muy pronto, Dios va a actuar. Después de todo, estamos viviendo en los “últimos días.” Hace casi 2000 años atrás que Jesús consumó nuestra redención. ¿No es maravilloso pensar que tu y yo estamos 2000 años más cerca de nuestra glorificación? ¡Este es un tiempo maravilloso para vivir!
Por último, tenemos que tener presente que a la luz de los eventos proféticos y su desarrollo histórico, toda inversión en reinos temporales, se verá finalmente destruida. ¿Quiere esto decir que tenemos que desasociarnos de las cosas de este mundo porque Jesús viene pronto? Sí y no. Sí, debemos tener presente que somos ciudadanos de otro mundo. Sí, debemos trabajar por aquello que es eterno y que el fuego no puede consumir. Sí, debemos preocuparnos por el reino de los cielos. Y no, no significa que vamos a dejar trabajo y estudios para vivir como monjes. No, no significa que vamos a abandonar nuestra familia porque el Señor viene.
Lo que significa es poner las cosas en su orden de importancia. Significa poner lo primero en primer lugar. Si Dios no está en primer lugar en tu vida, estás invirtiendo en reinos temporales. Sea lo que sea. Puede ser tu trabajo; puede ser tu familia; puede ser tu educación; puede ser un auto; puede ser tu iglesia. Si hay otra cosa que llama más tu atención que el reino de los cielos, ese es tu reino temporal. Tienes que cambiar de rumbo.
Nacer en el reino de los cielos significa dar testimonio con cada paso que das. Significa que eres testigo de Cristo mientras llevas a cabo tus labores diarias. Mientras trabajas, mientras estudias, mientras juegas. Nuestra actitud tiene que ser como la de Enoc, de quien se nos dice:
El andar de Enoc con Dios no era en arrobamiento o en visión, sino en el cumplimiento de los deberes de su vida diaria. No se aisló de la gente convirtiéndose en ermitaño, pues tenía una obra que hacer para Dios en el mundo. En el seno de la familia y en sus relaciones con los hombres, ora como esposo o padre, ora como amigo o ciudadano, fué firme y constante siervo de Dios.
¿Cuál es tu actitud ante la pronta venida de Jesús? Que está cercano, a las puertas es indudable. ¿Dónde está tu preocupación? Si no está en las cosas celestiales, tienes que hacer un cambio. Tienes que poner tu confianza en Jesús como tu Salvador y tienes que dedicar tu vida a él como tu Señor. ¿Lo harás hoy?
Este es el día para actuar. Este es el día para cambiar. Este es el día para levantar nuestras cabezas. Este es el día para escuchar el consejo del apóstol Pablo:
Y esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño; porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos (Romanos 13:11).
Herbert G. May, “Daniel,” The Interpreter’s Bible (New York: Abingdon Press, 1956), p. 385.
H. D. M. Spence y Joseph S. Exell, ed., “Daniel,” The Pulpit Commentary (Chicado, IL: Wilcox & Follet Co., n.d. [c. 1945]), p. 66.
Ibid.
S. R. Driver, ed. The Book of Daniel (Cambridge: University Press, 1905), p. 28.
Herodoto, Historia i.181, 183; ii.43-49; citado en Charles Butflower, In and Around the Book of Daniel (New York: Society for Promoting Christian Knowledge, 1923), p. 25
John C. Whitcomb, Daniel, p. 45.
Edward Gibbon, The History of the Decline and Fall of the Roman Empire, vol. 4 (London: Methuen & Co, 1898), p. 161.
F. J. Foakes-Jackson, “The New West and Gregory the Great,” An Outline of Christianity (New York: Bethlehem Publishers, 1926), Vol. 2, p. 150.
Elena G. White, Patriarcas y Profetas (Mountain View, CA: Pacific Press Publishing Association, 1975), p. 72.