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Testigos De La Navidad:elizabeth Y María
Contributed by Wilbur Madera Rivas on Dec 14, 2024 (message contributor)
Summary: La Navidad es un recordatorio que el protagonista de la historia no somos nosotros, sino nuestro Rey.
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En el mes de octubre el Dr. Richard Pratt estuvo en Mérida impartiendo unas conferencias en el Seminario San Pablo. El Dr. Richard Pratt es un renombrado profesor en Antiguo Testamento y fue mi maestro en el Seminario hace como 30 años. Es una de las personas que más admiro y que mayor influencia ha tenido en mis perspectivas teológicas y ministeriales.
Así que esa oportunidad de escucharlo de nuevo en persona era imperdible. Fuimos a las conferencias y habían llegado participantes de muchos lugares de la Península y de más allá, muchos egresados del seminario San Pablo que fueron mis alumnos en el pasado.
En el camino hacia ocupar mi asiento en el auditorio, recibí la agradable sorpresa de ser saludado con mucho cariño y respeto por muchos ex alumnos míos que ya son pastores, en casi cada paso que daba hacia mi lugar. Me sentí cual personaje público pasando por la alfombra roja. Mi ego ya estaba levitando cuando finalmente me senté.
Al terminar la primera intervención del Dr. Pratt y tener un primer descanso sucedió algo inesperado para mí. Lo primero que hizo el conferencista inmediatamente después de dejar de hablar y bajarse del estrado, fue caminar hacia mí (que no me encontraba entre las primeras filas) y al detenerse frente a mi lugar me extendió los brazos para saludarme con un fuerte abrazo.
Si ya me sentía con el ego levitando por el auditorio por todo el reconocimiento anterior, imagínense cómo salió proyectado hacia la estratósfera con el saludo tan público y tan personalizado de tan renombrado erudito.
Pensé en ese momento en mi interior…¡Ay Richard no me ayudes mucho con mi humildad! Aunque no puedo negar que todo esto fue una experiencia muy especial para mí, sentir el aprecio y cariño de mis exalumnos y el de un profesor y persona que admiro mucho, también me hizo reflexionar en cuánto tengo que cuidar mi corazón para no convertir este tipo de bendiciones especiales y privilegios insospechados en ocasiones para alimentar mi corazón con orgullo y soberbia.
Para no convertir las bendiciones de Dios en motivos para vanagloriarme o sentirme independiente, empoderado y soberbiamente me aleje del Señor a quién necesito cada instante más que al oxígeno que respiro.
La humildad nos mantiene con los pies en el suelo cuando llegan esas bendiciones, privilegios y regalos especiales que Dios nos da. La humildad es muy importante pues la Escritura indica que Dios da gracia a los humildes, pero resiste o se aleja de los soberbios.
Estamos en nuestra serie “Testigos de la Navidad” y estamos considerando la relatoría del evangelio de Lucas para escuchar lo que tienen qué decir las personas que fueron testigos oculares del evento más extraordinario que jamás haya ocurrido en la humanidad: la encarnación del hijo de Dios, nuestro Señor Jesucristo.
Y hoy estaremos viendo y escuchando ese testimonio de corazones humildes que, a pesar de estar siendo participantes del desarrollo de este plan divino y eterno de redención, no exaltaron o vanagloriaron sus corazones ni sus egos levitaron en orgullo, sino mantuvieron los pies sobre la tierra y dieron honor y gloria al único que merece ser exaltado por los siglos de los siglos.
Nosotros también debemos escuchar su testimonio y aplicar el mismo mensaje de humildad delante del Señor para honrar a quien es y será exaltado por siempre como lo fue en esa primera Navidad.
Como veremos, el testimonio de los testigos de la navidad de hoy nos mostrará que, La Navidad es un recordatorio que los protagonistas de la historia no somos nosotros, sino nuestro rey.
La semana pasada dejamos el relato de Lucas en su primer capítulo, en que el ángel Gabriel le había anunciado a María que sería madre, por obra del Espíritu Santo, en la entrada del Hijo de Dios a la tierra. Y vimos también la maravillosa respuesta de fe que tuvo María al decir: Aquí está la sierva del Señor, que haga conmigo como me has dicho.
En ese anuncio se le dijo a María que su pariente Elizabet también estaba embarazada ya desde hacía 6 meses. Tan pronto como pudo inmediatamente, nos dice el evangelio, María fue a visitar a su pariente Elizabet en un poblado de Judá. Recordemos que María estaba en Nazaret, un poblado del norte de Israel y Elizabet se encontraba en un poblado de Judá, una región al sur.
María viajó a Judá y ahí tuvo lugar este encuentro de estas dos mujeres. Es interesante que Lucas incluyera el punto de vista y testimonio femenino en su crónica de la venida del rey, cosa que los otros evangelios no hacen con tanta obviedad.
Estas dos mujeres eran parientes, aunque con una marcada diferencia de edad. Las dos estaban embarazadas por una concepción extraordinaria, Elizabet habiendo sido estéril y anciana y María, habiendo sido virgen. Una tenía seis meses de embarazo y la otra, apenas unas semanas.