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Testigos De La Navidad: Ángeles Y Pastores
Contributed by Wilbur Madera Rivas on Dec 24, 2024 (message contributor)
Summary: Ha nacido el Pastor de Israel que nos lleva del temor al gozo.
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Estamos en un mes de celebraciones. Parece como que todos los días estamos de fiesta. Con tanta celebración casi todos los días quizá ya ni sabemos el motivo, por eso es importante preguntarse: ¿Por qué celebramos?
Ante esta pregunta, quizá vamos a encontrar respuestas diversas que reflejarán la visión de cada quién. Algunos responderán porque “ya tengo mi aguinaldo y he podido salir de las deudas que adquirí durante el año o por fin, realizaré el proyecto anhelado”.
Otros más responderán: “Porque me encanta decorar mi casa con los colores de esta época” y unos más hablarán de las reuniones, de la comida, de las ofertas, de las vacaciones, de la música, del estreno de ropa, etc.
Todas estas cosas son características de esta época del año y son muy agradables, pero siguen siendo secundarias al motivo de la celebración.
Toda celebración se deriva de una narrativa o una historia que le da sentido. En esta temporada también hay narrativas o historias que le dan sentido a la celebración.
Aquí en la glorieta de la Dondé tenemos una muestra de estas narrativas. Por un lado de la glorieta hay una representación de personajes del polo norte acorde con la narrativa que se cuenta o promueve en estos días. Pero por el otro lado de la glorieta, hay una estampa del nacimiento de Jesús en Belén.
Me parece sumamente interesante este hecho, porque muestra la mentalidad de nuestros días. Estamos en el mundo de las versiones a modo. Tú escoges con cual te quedas. Tú escoges que narrativa le da más sentido a tu vida. Pareciera decir: No importa cuál escojas, total son igual de ficticias. Siempre y cuando te acomode, adelante.
¿Con qué narrativa te quedas? ¿Cuál le da sentido a la celebración en tu vida?
Pero nosotros, como creyentes en Cristo, no celebramos por razones secundarias ni por relatos ficticios, sino por el testimonio que hemos recibido en el Evangelio de los testigos oculares que presenciaron, escucharon y tocaron al Hijo de Dios en su entrada maravillosa a la tierra. Celebramos que el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros y vimos su gloria, gloria como el unigénito del Padre lleno de gracia y verdad.
Aquí estamos, celebrando una vez más la historia de un nacimiento. Pero de un nacimiento que no tiene igual.
Siempre los nacimientos son ocasión de celebración. El nacimiento de un niño son noticias que queremos comunicar. En algunos lugares se tiene la costumbre de que cuando nace un bebé en la familia, se envían tarjetas a los familiares y amigos anunciando el nacimiento con el nombre del bebé, cuándo nació, donde nació, cuánto midió y cuánto pesó.
La Biblia nos dice que el nacimiento de Jesucristo también fue anunciado y proclamado y con un despliegue extraordinario de la gloria de Dios, pues el niño que nacía era glorioso y sublime. Hubo ángeles, huestes celestiales, luz resplandeciente, astros refulgentes, en fin, todo un despliegue de gloria pues ese día estaba ocurriendo un evento único en su clase: Dios hijo estaba entrando en la historia humana, haciéndose uno de nosotros, para salvar a su pueblo de sus pecados.
¡No era para menos el despliegue de tanto esplendor! Estaba ocurriendo un evento de repercusiones cósmicas y eternas. Estaba cumpliéndose, la esperanza guardada por generaciones y generaciones. Estaba siendo demostrada la fidelidad de Dios a su pacto para con su pueblo. Estaba derramándose la gracia infinita de Dios al entrar a este mundo que no merecía ni siquiera la mirada del Padre celestial.
No cabe duda, el nacimiento de Cristo debía ser anunciado con ese despliegue de gloria que se mostró aquella primera navidad, pero no deja de sorprendermos algo. Si tuvieras un anuncio de este tamaño, ¿A quién lo enviarías?
Quizá lo pondrías en los medios de mayor difusión, los principales medios y redes sociales, las páginas electrónicas más visitadas, los espectaculares más visibles, las plataformas de mayor rating. Dada la importancia del niño, quizá lo comunicarías a las personas en el poder y con mayor potencial de influencia.
Pero el proceder de Dios fue inesperado en este respecto. En vez de ir a proclamar estas maravillosas noticias a los poderosos que estaban en el palacio, el anuncio vino a un puñado de pastores que estaban aquella noche cuidando sus rebaños a los alrededores de Belén.
En las ilustraciones o representaciones navideñas, los pastores se ven como personajes atractivos, pero déjenme decirles algo sobre los pastores.
Los pastores en esos tiempos no gozaban de muy buena aceptación ni religiosa ni socialmente. Como la naturaleza de su trabajo era estar básicamente ausente de la vida religiosa la mayor parte del tiempo, no cumplían con los rituales, las fiestas y otro tipo de ceremonias religiosas, por lo que eran vistos como personas no aceptables religiosamente hablando.
Tampoco gozaban de buena reputación socialmente. En las cortes no se les permitía ser testigos. La palabra de un pastor de ovejas en aquellos tiempos no tenía mucha credibilidad.