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Summary: Teme ante tu Rey

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En una reunión de oración, siendo un adolescente, estábamos dando rondas de oración en el círculo del grupo que nos habían asignado. Por turno, uno a uno de los integrantes del grupo íbamos orando. Llegó el turno para una señorita y comenzó a orar, pero enseguida, sus palabras, llamaron mi atención. Empezó a referirse a Dios usando “usted” en vez de “tú”. Ese lenguaje era un poco extraño para mí en las oraciones.

Cuando terminó de orar, la señorita que siguió comenzó su oración diciendo: “Papi”, cosa que también me sacó de balance. Yo estaba acostumbrado a referirme a Dios como Padre, no papi. Me parecía algo demasiado confianzudo para mi gusto.

Esta experiencia me dejó pensativo. ¿Quién estaba en lo correcto? Debemos tener tal respeto a Dios que no tengamos por qué tutearlo o podemos acercarnos a Dios con tal confianza y cercanía que podamos decirle “papi” o “papito”.

Con el tiempo descubrí que el que estaba mal era yo. Porque dado lo que conocemos de Dios como se ha revelado en la Escritura, ambas cosas son ciertas. Por un lado, no somos sus iguales. Él es nuestro Dios, nuestro Señor. Él es Santo, nosotros, polvo, por eso, ¿con qué desfachatez podrías tutearlo? “Usted” sería una manera muy apropiada de referirnos a él.

Pero, por otro lado, debido a Su gran misericordia y gracia, él se ha acercado, él se ha hecho presente con nosotros, él se hizo como uno de nosotros en la persona de Jesucristo y por su obra redentora nos ha reconciliado consigo mismo, de tal forma que podemos acercarnos con toda confianza ante su trono, y sentarnos en su mesa, como hijos, para decirle: “Abba” o “Papi”.

Esta experiencia singular ante Dios en la que a la vez experimentamos temor y amor al mismo tiempo, reverencia y confianza al mismo tiempo, puede mejor ser entendida en la categoría bíblica del Temor del Señor.

Temor del Señor en la Escritura no se refiere únicamente a terror, pavor, miedo ante Dios, que quizá es lo primero que viene a nuestra mente cuando escuchamos la frase, y sí hay momentos y contextos en los que es muy apropiado, sino cuando la Escritura habla del temor del Señor tiene un amplio rango o espectro de significado.

Ese rango de significado, según el contexto donde se encuentre, va desde terror, miedo, estremecimiento, pasando por asombro, reverencia, devoción, confianza y llegando a adoración.

Debido a la obra de Jesucristo, nosotros experimentamos el temor del Señor en sus últimas acepciones tales como asombro, reverencia, confianza y adoración. Dios ya no es inminentemente peligroso para nosotros porque Cristo enfrentó su furia por nosotros, pero eso no quiere decir, por otro lado, que nos olvidemos quién es él y que es fuego consumidor y es algo terrible caer en manos de un Dios vivo y justo.

Por eso y para dar una definición, aunque imperfecta, que sea funcional, podemos decir que el temor del Señor es una sumisión reverente de todo nuestro ser que conduce a la obediencia, confianza y adoración de nuestro Dios.

Así es como experimentamos, mayormente, el temor del Señor aquellos que estamos en Cristo. Pero nunca debemos olvidar que él es Dios Santo, Santo, Santo y es fuego consumidor, juez justo en el cielo y en la tierra.

Por eso este mes, hemos estado explorando algunos salmos para seguir creciendo en el temor del Señor. Los salmos describen de muchas maneras muy vívidas a Dios, y con muchas imágenes nos hacen ver cuán maravilloso y asombroso es nuestro Dios, para que, al conocerlo más, le temamos más. Es decir, nos sujetemos reverentemente a él de tal forma que le obedezcamos, confiemos en él y le adoremos con todo nuestro ser.

Los salmos son excelentes maestros del temor del Señor. Y hoy consideremos el Salmo 93 para seguir profundizando en nuestro aprendizaje del temor a nuestro Dios.

El Salmo 93 inicia con una declaración que resume lo más importante del mensaje de este día. El Salmo 93:1ª dice: El SEÑOR reina.

No es el único salmo ni el único lugar donde se hace esta declaración. De hecho, una de las imágenes más comunes y frecuentes que encontramos en la Biblia respecto a Dios es la de un rey en su trono y su corte en el cielo y en la tierra.

Aunque es una declaración corta, tiene un profundo significado. Piénsalo, Si es verdad que el Señor reina o el Señor es el rey, entonces, inmediatamente tenemos que interpretar nuestra realidad con base en esa verdad.

Si el Señor reina, entonces quiere decir, que no reino yo. Y eso a la mayoría de nosotros nos da problema, porque nos comportamos como pequeños reyes en nuestro pequeño trono en nuestro pequeño reino. Y queremos controlar a todos los demás a quienes consideramos nuestros súbditos a nuestro servicio. Nos enojamos cuando no se hace nuestra voluntad y nos frustramos hasta la muerte cuando nos damos cuenta que no se obedece nuestra voluntad.

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