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Renovados: Nueva Esperanza
Contributed by Wilbur Madera Rivas on Mar 29, 2025 (message contributor)
Summary: Aférrate a tu esperanza en Cristo hasta el cumplimiento pleno de las promesas de Dios.
¿No sé si les ha pasado alguna vez que cuando van en un viaje por carretera a un destino al que nunca han ido con anterioridad, como que el viaje de ida se les hace más largo que el viaje de regreso?
No sé si es la expectativa del viaje, lo desconocido del camino o las ansias por llegar, pero las horas no parecen ser de 60 minutos cuando estamos yendo a ese lugar, sobre todo cuando nos hemos comprometido a llegar a cierta hora.
Sentimos que los minutos pasan volando y no en la proporción que habíamos calculado. En fin, aunque objetivamente el viaje de ida y de regreso sean idénticos con cronómetro en mano, el viaje de ida parece tardar más que el de regreso.
De ida nos preguntamos ¿Cuánto falta? Y de vuelta nos preguntamos ¿ya llegamos tan rápidamente?
Esta percepción del tiempo y el espacio se asemeja mucho a cuando en nuestras vidas estamos pasando por sufrimiento, complicaciones o situaciones difíciles. Cuando todo va bien, la vida parece irse rápidamente. De evento alegre en evento alegre, la vida parece ir a ritmo vertiginoso.
Así es que dices, ¿Ya tan pronto se acabaron las vacaciones en este hotel “todo incluido” con la familia? ¿O ya tan rápidamente se fue este evento o momento que tanto esperaba?
¿Niños qué tan rápidamente pasa su fiesta de cumpleaños o algo que estén disfrutando mucho?
¿Pero qué tal cuando no la estamos pasando bien en nuestras vidas? Como que todo se pone en cámara lenta. Las horas no parecen de 60 minutos, sino como del triple de minutos. Miras tu reloj y dices, todavía son tal o cual hora, ¿cuándo se acabará este día? Es semejante a ese viaje a ese lugar desconocido al que te diriges por primera vez y la impaciencia aflora cada vez más.
El sufrimiento y las complicaciones parecen alentar el ritmo de nuestras vidas. Cuando estamos sufriendo quisiéramos tener un control remoto en el que pudiéramos poner la tecla de “adelantar” rápidamente para pasar cuanto antes ese episodio de nuestras vidas.
Pero no es así y cuando estamos sufriendo nos parecemos a ese niño en el asiento trasero del carro en ese viaje familiar, preguntando casi cada 3 minutos, “¿Falta mucho para que lleguemos?” “¿Cuánto falta para que lleguemos?”
El asunto es que, si somos creyentes, entonces, ¿cómo podemos a travesar esos tiempos de complicaciones, sufrimientos y problemas cuando llegan a nuestras vidas? ¿Qué nos enseña la escritura en cuanto a cómo soportar hasta llegar a nuestro destino? ¿Cómo enfrentar los sufrimientos por Cristo en nuestro peregrinaje en esta vida en tanto vemos todos los propósitos de Dios cumplidos en el cielo y en la tierra?
Ese lugar es el que ocupa la esperanza. La esperanza en la Escritura no es un deseo optimista de que las sucedan de cierta manera. Sino la esperanza en la Escritura es la certeza de que las cosas van a ocurrir y que solo es cuestión de tiempo; es la espera activa, paciente y confiada de que las promesas de Dios se cumplirán.
La esperanza no dice: “ojalá pase esto o aquello”, sino “confío y estoy seguro de que esto ocurrirá en los tiempos de Dios”. La Biblia dice que tres cosas acompañan al cristiano en su peregrinaje hacia la consumación: La fe, la esperanza y el amor. Aunque el mayor de todos es el amor, la esperanza no es algo accesorio u opcional en el crecimiento cristiano.
Por eso es muy importante renovar o fortalecer nuestra esperanza. Por eso decimos, Aférrate a tu esperanza en Cristo hasta el cumplimiento pleno de las promesas de Dios.
La esperanza tiene que ver con el proceso en el que estamos entre la primera y la segunda venida del Señor. Cuando llegue el cumplimiento pleno de las promesas del evangelio, ya no será necesaria la esperanza, porque tendremos todas las realidades presentes.
En la consumación, la espera habrá acabado y todo lo que sabías que llegaría, será una realidad histórica y cronológica en nuestras vidas. Pero mientras tanto, cual niños en el asiento de atrás del carro, lo único que te puede sostener para enfrentar, soportar, perseverar en el viaje, es la esperanza certera de que Dios cumplirá todas sus promesas proclamadas en el evangelio de Jesucristo.
Hoy día tenemos anticipos, pero un día viviremos realidades. Por eso, mientras llega ese día, aférrate a tu esperanza en Cristo hasta el cumplimiento pleno de las promesas de Dios.
En nuestra serie de sermones hemos estado explorando el libro profético de Zacarías y hemos visto su desafiante mensaje dirigido originalmente a la comunidad judía del posexilio de Babilonia.
Hemos hablado de cómo esta comunidad regreso a Jerusalén para encontrar una ciudad y un templo en ruinas y tenían la misión de reconstruir su vida como pueblo. Pero no solo se trataba de piedras y muros, sino también sus vidas debían experimentar una renovación espiritual como pueblo de Dios.