A pesar de que haya distintas perspectivas teológicas, filosóficas y prácticas entre los diferentes tipos de cristianos, existe un hilo conductor discernible que los atraviesa a todos. Asimismo, hay algo más que pequeñas similitudes entre las críticas al cristianismo: aunque algunas pueden ser críticas válidas, muchas son producto de la ignorancia, el sesgo, la tergiversación, la distorsión, la exageración y, en más que unos pocos casos, del odio hacia el cristianismo. El cristianismo, después de todo, mece el bote y desafía el statu quo.
Hay una sabiduría redentora en el cristianismo si uno tiene el oído para escuchar. Hay una belleza ennoblecedora que se puede contemplar, si uno tiene el ojo para verla. Sin embargo, no todos están preparados para ver y escuchar. Se puede sembrar la semilla, pero no todos son tierra fértil para la semilla de la sabiduría divina que siembra el sembrador. No todos son receptivos, pero aquellos bendecidos tienen sabiduría por ganar y felicidad por experimentar. Las enseñanzas de Cristo son capaces de regenerar el corazón endurecido y brindarles una vida nueva a aquellos cuyo camino se ha oscurecido por el pecado y la desesperación.
Prueba y luego decide. Observa el fruto que ha surgido de la semilla de la sabiduría que se encuentra en las enseñanzas de Cristo. La buena semilla plantada en tierra fértil produce frutos de amor, alegría, paz, perseverancia, gentileza, bondad, fe, mansedumbre y templanza, que brotan de la fuente de sabiduría que es la Palabra de Dios.
No todos los que dicen ser cristianos de corazón, mente y espíritu ofrecen sus enseñanzas sin costo para el alma humana. Algunas personas que dicen ser cristianas no lo son. Algunos que dicen ser cristianos son manipuladores, otros son egoístas y otros, simplemente ignorantes. Puedes distinguir la diferencia entre las personas que realmente son seguidoras de Cristo y las que son falsas al examinar cuidadosamente el fruto de sus enseñanzas, creencias y acciones. Aquel que sostiene el espejo de la imagen perdida de Dios dentro de sí y busca liberar en lugar de encadenar, es un verdadero cristiano. Cristo vive dentro de esa persona.
¿Cómo sé que esto es verdad? Para empezar, te digo, lector, que mi argumento no es que algo sea verdadero solo porque se encuentra en la Biblia. Ese no es el argumento más fuerte que se puede hacer. Mi afirmación es que lo que se encuentra en la Biblia se ha puesto en la Biblia porque es verdadero. Las palabras escritas en la Biblia dan testimonio de una verdad que trasciende la palabra escrita. Dios es la Palabra detrás de las palabras escritas en la Biblia. En Proverbios 2: 6 leemos: «porque el Señor da sabiduría, y de su boca provienen el conocimiento y el entendimiento».
¿De qué forma nosotros, como seres humanos, reconocemos una verdad trascendente? El ilustrado teólogo Juan Calvino ofrece una explicación: «los excelsos dones de que está dotado el entendimiento humano claramente pregonan que hay cierta divinidad esculpida en él, y son otros tantos testimonios de su ser inmortal» (Institución de la religión cristiana, 1.15. 2). Para decirlo de otra manera más simple, si me preguntas cómo sé que es verdad, su verdad resuena en mi alma. Se dice que aquellos a quienes Jesús llama, conocen Su voz: algo dentro de nosotros simplemente lo sabe (ver Juan 10: 46). En lo profundo del alma humana hay un recuerdo implantado de nuestro Creador, latente hasta que despierta a través del poder de la palabra de Dios, esperando ser reanimado por el Espíritu Santo. Está escrito: «ustedes sí lo conocen, porque vive con ustedes y estará en ustedes» (Juan 14: 17b).
Ahora veamos brevemente las palabras de la Biblia que apuntan más allá de las simples palabras hacia la Palabra detrás de las palabras. El apóstol Juan se refiere a la Trinidad; es decir, Dios, Jesús y el Espíritu Santo, como la Palabra (ver Juan 1: 1-14). La Palabra tiene poder. Por ella se creó la tierra, y por ella nosotros mismos seremos recreados, renacidos, justificados y eventualmente reflejaremos la gloria de Cristo, si aceptamos el plan de salvación de Dios: Jesucristo. Las historias, dichos y enseñanzas del Nuevo Testamento fueron seleccionados e incluidos en la Biblia porque son las verdaderas enseñanzas de Jesucristo y la verdadera historia de los acontecimientos que rodearon su vida y ministerio tal como se desarrollaron.
¿Quién o qué es Dios? En Juan 4: 16 leemos: «nosotros hemos llegado a saber y creer que Dios nos ama. Dios es amor. El que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él». El crítico podría argumentar: «bueno, entonces Dios no es más que la proyección del amor humano». Sí, supongo que se podría decir eso, pero respondo a la afirmación con que, por el contrario, es Dios quien proyecta su esencia en el alma humana cuando esa alma se abre a Él.
Jesús dijo: «el que me ama, obedecerá mi palabra, y mi Padre lo amará, y haremos nuestra morada en él» (Juan 14: 23).
¿Qué te ofrece exactamente la sabiduría cristiana, querido lector? Jesús, citando a Isaías, dijo «el Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para anunciar buenas nuevas a los pobres. Me ha enviado a proclamar libertad a los cautivos y dar vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos» (Lucas 4: 18). El Apóstol Pablo explica en 2 Corintios 3: 18, «todos nosotros, que con el rostro descubierto reflejamos como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados a su semejanza con más y más gloria por la acción del Señor, que es el Espíritu». ¿Qué significa esto? Significa que «el Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios» (Romanos 8: 16) y, al vernos nuevamente como hijos de Dios, descubrimos libertad, paz, alegría, confianza y una vida nueva y abundante. Además, cuando nos convertimos en cristianos, comenzamos a crecer espiritualmente, en semejanza espiritual a Jesucristo. Millones de personas han encontrado que esto es cierto. Multitudes en todo el mundo han descubierto la sabiduría del cristianismo.
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