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Summary: Suplentaremos la posible ansiedad siendo vigilantes

¡Bienvenidos a este Primer Domingo de Adviento!

La lectura del Evangelio de Lucas este día es un poquitín vaga, incierta.

En ella, Cristo parece describir lo que será el fin del mundo. Escuchemos sus palabras:

“Habrá señales prodigiosas en el sol, en la luna y en las estrellas…. En la tierra, las naciones se llenarán de angustia y de miedo por el estruendo de las olas del mar; la gente se morirá de terror y de angustiosa espera por las cosas que vendrán sobre el mundo, pues hasta las estrellas se bambolearán.”

Lo anterior nos remonta a una vívida imaginación. El estruendo del mar y de las olas y los poderes celestiales se sacudirán.

Hollywood expresaría tal escena con efectos extraordinarios si intentara hacerlo.

¡Por supuesto! Es una escena que ha sido descrita desde incontables púlpitos como momentos de gran terror.

Hubo un sacerdote que describiendo este final como gran drama dijo a gritos: “Retumbarán los truenos; abundarán los rayos; se desbordarán los ríos; el firmamento arderá en llamas! Gigantescas tormentas se desatarán, al igual que inundaciones y terremotos.”

Una chiquilla allí presente se dirigió a su madre y le susurró: dijo:

“Mamy, ‘¿tendré que ir a la escuela ese día?”

El Adviento es un tiempo de renovar nuestra relación con Dios en un mundo frecuentemente lleno de ansiedad que enfría, hace secundaria o no da importancia a tal relación.

No se preocupen en pensar que el fin del mundo va a ocurrir este día. Ya los australianos celebran hoy el dia de mañana.

No es intención de Jesús que miremos con ansiedad y por adelantado lo que pasará en el futuro ni que cerremos los ojos a la vigilancia requerida de parte nuestra.

Suplentaremos la posible ansiedad siendo vigilantes.

1. Vigilancia sobre nosotros mismos —

El Evangelio de hoy nos dice: “….. estén alertas para que los vicios, el libertinaje, la embriaguez y las preocupaciones de esta vida no entorpezcan su mente.”

Todos luchamos contra lo que nos sucede en este tiempo del año. Debemos también asegurarnos de planear momentos de descanso. Cuando nos cansamos es difícil mantenernos organizados y situar prioridades debidamente, descuidando a veces la oración.

Y, si no oramos y descuidamos prioridades, la Navidad nos dejará vacíos y contentos de que ya pasó.

Vigilancia significa también continuar trabajando fielmente con las tareas de nuestra responsabilidad, y en especial con las que tienen que ver con los necesitados, porque la presencia de Jesús se nos revela cada vez que nos acercamos al prójimo demostrando misericordia con ayuda y esperanza.

El Adviento nos invita a reflexionar:

¿Qué conversión de mente, corazón y vida me pide a mí el Señor?

¿Qué eventos y situaciones en el mundo producen en mi corazón miedo y preocupación?

¿Qué ansiedades o circunstancias en mi vida diaria me producen somnolencia y/o apatía?

¿Cómo puedo despertar mi corazón para dirigirlo al amor a Dios y al prójimo?

¿Cuándo es que estoy o soy menos atento a Dios y a las necesidades de mi prójimo?

¿Qué es lo que escucho sobre Jesús, que vendrá con gran poder y Gloria? Frente a todo esto, ¿cuál debería ser mi relación con El, ahora y siempre?

Los seguidores de Jesús que permanecen vigilantes no temen su anunciado y esperado regreso. Por lo contrario, su actitud es de una expectativa jubilosa. Ellos estarán listos y darán la bienvenida a su liberación.

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