-
Pecado Y Arrepentimiento
Contributed by Wilbur Madera Rivas on Jul 19, 2025 (message contributor)
Summary: Cada señalamiento divino de nuestro pecado es un ofrecimiento de Su perdón.
Esta semana seguramente muchos de nosotros en nuestras redes sociales nos enteramos, porque se hizo viral, que un hombre de negocios muy próspero fue acompañado a un concierto de una banda famosa.
En este tipo de eventos, como parte del entretenimiento, las cámaras de manera aleatoria proyectan en pantallas gigantes, a parejas de entre el público para que se den un beso ante la vista de todos. En un momento dado, el camarógrafo enfocó a este hombre, quien tenía a una dama entre sus brazos, el único problema fue que esa dama no era su esposa, sino una mujer, casada también, que trabajaba en su empresa.
Cuando se vieron a sí mismos en la pantalla gigante ante miles de espectadores, inmediatamente se separaron; la mujer se cubrió la cara con sus manos y dio la espalda y el hombre se escondió fuera del alcance de la cámara.
Pero fue demasiado tarde. Ya alguien había tomado ese video y su infidelidad fue compartida en las redes sociales ya con nombres y apellidos, con santo y seña.
En unos cuantos momentos sus vidas y las vidas de sus matrimonios y familias fue hecha pedazos. Pero notemos algo, aunque las pantallas gigantes y los reels virales hicieron notorio su pecado y al salir a la luz, las consecuencias se precipitaron sobre ellos, su destrucción no fue el haber sido descubiertos, sino su final comenzó cuando iniciaron esta relación desordenada.
Y aunque creo que a todos nos aterrorizaría la idea de que nuestro pecado sea proyectado públicamente en pantallas gigantes, mucho más nos debe aterrorizar la verdad de que cuando pecamos lo hacemos directamente ante el rostro del Señor.
Así de engañoso es el pecado en nosotros; nos hace creer que no tenemos problema alguno si no nos descubren o nadie se entera, pero la realidad es que desde el mismo momento que tomamos esa primera decisión pecaminosa comenzamos a cavar nuestra propia tumba. Es cuestión de tiempo.
Nuestro más grande problema es el pecado. El pecado tiene el potencial de destruir lo más precioso que tengas en tu vida. Y lo peor de todo es que nos ciega y nos hace sordos a lo que es evidente, a lo que es sensato, a lo que no tiene sentido hacer. Nos hace ignorar cómo estamos destruyendo todo lo hermoso a nuestro alrededor y con nuestras propias manos.
Por eso, cuando Dios señala nuestro pecado o cuando Dios trae su santo juicio sobre nuestro pecado y nos permite enfrentar las consecuencias obvias del mismo, no es para nuestro mal, al final de cuentas, sino para nuestro bien.
Para que, viendo nuestro pecado, corramos arrepentidos a aquel que puede perdonar y puede transformar nuestras vidas. Para que regresemos a aquel que, porque ama, disciplina; porque le interesamos, nos corrige; porque perdona, llama al arrepentimiento.
Estamos en nuestra serie: Mi pecado, Su gracia y estamos considerando el libro profético de Oseas en el Antiguo Testamento.
Cuando lees los libros proféticos normalmente encontramos muchos señalamientos de pecado y anuncios de juicios porque el pueblo ha quebrantado el pacto y han sido infieles al Señor.
Oseas no es la excepción. Gran parte del libro, me atrevo a pensar, un 90 por ciento del libro, es como estar en una corte judicial y escuchamos al fiscal señalar los delitos y faltas condenatorias del pueblo culpable por pecados abominables.
Así que, si has tenido la impresión de que puro señalar pecados hemos hecho este mes, no es solo tu impresión, es la realidad. Hemos estado siguiendo el justo juicio de Dios contra un pueblo culpable de todo tipo de pecados que les hacen merecedores del exilio. En el caso de Oseas, fue respecto al reino del Norte, es decir Israel, con capital en Samaria, quienes recibieron la justa consecuencia del exilio a manos de los Asirios.
Ahora bien, queremos que notes algo característico de la actividad profética en la Biblia. Estos anuncios proféticos que hablaban de juicios inminentes sobre el pueblo infiel, no eran dados simplemente para que se pusieran a esperar pasivamente el cumplimiento anunciado, sino que eran dados para que al ser confrontados con lo que venía, se arrepintieran de corazón, retomaran el camino del Señor y ese juicio anunciado sufriera ajustes, modificaciones e incluso cancelaciones, porque Dios es un Dios misericordioso.
El mismo hecho de anunciar el juicio venidero era una muestra más de su misericordia. Al leer las acusaciones y sentencias en el libro de Oseas podemos pensar que Dios estaba siendo muy severo con su pueblo, pero en realidad el profeta estaba mostrando, con sus anuncios, la misericordia de Dios, pues les estaban dando la oportunidad del arrepentimiento.
Piénsalo, ¿para qué anunciarte que te voy a destruir si todos sabemos que lo mereces y es totalmente justo hacerlo? Recuerda a Jonás que anunció que Nínive sería destruida en cuarenta días. ¿Por qué avisar la destrucción cuarenta días antes de que suceda? ¿Por qué no simplemente ejecutar la justa sentencia? Porque Dios es misericordioso y lleno de gracia y nos da oportunidad de arrepentirnos. A los ninivitas se les concedió cuarenta días de gracia para arrepentirse.