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Pacificación: El Ofendido
Contributed by Wilbur Madera Rivas on Jan 18, 2025 (message contributor)
Summary: Debemos tratar al ofensor como Dios nos ha tratado en Cristo
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Soy aficionado de los documentales de investigación policiaca de casos reales. El otro día estaba viendo el caso real de una mujer policía que estando ya fuera de servicio, se encontraba caminando hacia su departamento después de una jornada larga de trabajo.
Iba muy concentrada teniendo una conversación intensa con otra persona por medio de mensajes de texto. Al llegar a la puerta de su departamento donde vivía sola y querer abrir con la llave se dio cuenta que no tenía seguro.
Enseguida desenfundó su arma y entró a la habitación que tenía poca luz para encontrar entre la penumbra a una persona desconocida que estaba viendo televisión y que al verla comenzó a incorporarse para ir hacia ella. En la confusión y la adrenalina, sin advertencia alguna, ella descargó su arma alcanzando a dar en el blanco en dos ocasiones, acabando con la vida de la persona en el acto.
Cuando ya pudo ver y razonar mejor las cosas, se dio cuenta que, por no haber prestado atención, se había confundido de departamento y había acabado con la vida de un joven veinteañero que se encontraba viendo tranquilamente la televisión en su propia casa.
El joven a quién había ultimado era un ejemplo en la comunidad de disciplina y superación personal, dirigía las alabanzas en su iglesia y era consejero para jovencitos que lo miraban como un ejemplo de vida y como alguien a quien imitar.
Ella fue enjuiciada y al ser hallada culpable del homicidio fue sentenciada a cierto número de años en prisión. En el juicio, se le dio oportunidad a la familia de la víctima de expresarse después de haberla sentenciado. Todos dejaron pasar la oportunidad, excepto un hermano menor de la víctima, un joven de unos 17 años, quien para sorpresa de toda la familia pidió hablar.
El joven miró a la sentenciada y le dijo que, aunque sentía un gran dolor por la pérdida de su hermano, que era alguien a quién él admiraba profundamente y cuyas pisadas quería seguir, él decidía en ese momento expresar palabras de perdón hacia la culpable, pues eso era lo que Cristo quería de él y es lo que su hermano fallecido hubiera hecho también.
Después de sus palabras de perdón hacia la condenada, solicitó permiso de la corte para poder acercarse a ella y darle un abrazo. Y este jovencito, acercándose a la mujer que estaba bañada en lágrimas por este acto de perdón, concluyó su participación en vivo con un fuerte y sentido abrazo hacia la mujer que había acabado con la vida de su hermano.
¡Qué escena tan fuerte! ¡Qué valiente fue este jovencito creyente en Cristo aplicando su fe a una de las situaciones más complejas que pudiera alguien enfrentar!
Este mes en nuestra serie “Pacificación”, hemos estado considerando el conflicto desde una perspectiva bíblica. Hemos visto el origen del conflicto en nuestros propios corazones y también hablamos del conflicto cuando hemos sido nosotros los ofensores. Hoy nos corresponde hablar del conflicto cuando nosotros resultamos ser los ofendidos.
¿Qué hacemos cuando hemos sido los ofendidos? ¿Qué actitudes debemos tener? ¿Qué acciones debemos emprender? ¿Cuál debe ser nuestro punto de partida cuando el conflicto llegue a nuestra puerta y nosotros nos veamos como los ofendidos?
La Biblia abunda en instrucciones al respecto, pero tomaremos como base lo que encontramos en los versículos 14-21 del capítulo 12 de la epístola a los Romanos.
Hemos leído hace un momento estos versículos y no sé cuál fue tu impresión al estarlos leyendo. Se oyen instrucciones bastante fuertes (más adelante las veremos más detenidamente). Entre otras cosas nos piden que busquemos la paz, no devolvamos mal por mal y que no nos venguemos.
Ya de entrada cuando estas en medio de un conflicto tener este tipo de actitudes se hace muy difícil. Lo primero que queremos hacer es esperar que el otro tenga la iniciativa de la reconciliación, queremos desquitarnos y queremos que el otro tenga su merecido y si se puede un poco más, mejor.
Ahora piensa en todas esas instrucciones que acabamos de leer, pero no sólo cuando estás en un conflicto x, sino en uno cuando tú has sido el ofendido o la víctima evidente del otro. Si de por sí parecían difíciles, cuando te consideras la víctima del otro en un conflicto, esas instrucciones resultan imposibles.
Y la verdad hermanos, estas instrucciones son imposibles de considerar y mucho más de realizar, si las tomamos sin su contexto o fuera de su contexto. Sin el contexto que nos da la epístola a los Romanos, estas instrucciones no tienen ninguna lógica o sentido común humanos.
Por eso, nunca debemos dejar de ver cuál es el fundamento o la base donde están cimentadas estas instrucciones que al hombre natural o sin Cristo le parecerían locura realizarlas, mientras que a los que son de Cristo, aunque difíciles, les parecen razonables y esperables de practicar en el reino de Dios.