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Nuestro Dios Es Santo
Contributed by Wilbur Madera Rivas on Nov 1, 2025 (message contributor)
Summary: El es el rey trascendente y sublime, el centro de toda adoración y apartado de todo pecado.
Mi Padre tendría 92 años si viviera hoy. Él partió hace 10 años y hubo algo que me sorprendió muchísimo que yo desconocía de mi padre y lo descubrí el día de su funeral.
Para mí, Don Rubén Madera fue un padre maravilloso y un creyente en Cristo de convicción férrea. Y ya con eso tenía suficiente. Pero el día de su funeral, me di cuenta de que además de todas estas cosas maravillosas, fue un médico muy apreciado y un anestesiólogo que fue referente en la historia de la anestesiología en Yucatán.
Yo sólo lo conocía como mi padre amoroso, esposo fiel, el anciano de iglesia comprometido y el médico cristiano. Pero la faceta de mi padre como anestesiólogo no había sido evidente para mí sino hasta ese día que escuché tantas referencias a su labor profesional y tantas personas del gremio médico presentando sus condolencias a la familia.
Si antes de su partida le tenía gran respeto y lo tenía en alta estima, después de su funeral, esa admiración y cariño ha aumentado aún más por todo lo que fui descubriendo acerca de él.
Así nos pasa, conforme vamos descubriendo cosas que no sabíamos de las personas, nuestro respeto, admiración o en caso contrario, nuestra decepción aumenta. Conocer a mayor profundidad a alguien impacta nuestra relación con él o con ella.
En nuestra serie de sermones: “Castillo Fuerte”, hemos estado buscando profundizar en los atributos de Dios. Porque, como ya mencionamos, conocer a mayor profundidad a alguien impacta nuestra la relación con él o con ella. Y así ocurre también en nuestra relación con Dios.
El temor, la angustia, la desesperanza, la ansiedad y demás respuestas que quizá estamos teniendo ante nuestras circunstancias actuales, están relacionadas con tener la vista en algún lugar diferente, en vez de estar anclados en quién es Dios en verdad.
El mes pasado estuvimos hablando de los atributos incomunicables de Dios, es decir, esas características, cualidades y perfecciones del ser de Dios que lo hacen distinto a nosotros, que lo hacen único y diferente a nosotros. Así hablamos de la Aseidad, la omnisciencia, la omnipresencia, la omnipotencia de Dios.
Este mes estaremos hablando de algunos atributos comunicables de Dios, o sea, aquellos atributos que él comunica o comparte parcialmente o en alguna medida con sus hijos. Estos atributos podemos esperar verlos en parte en la vida de los que están en Cristo.
Hoy comenzamos con un atributo comunicable de Dios que al comprenderlo mejor nos parecerá, más bien, un atributo incomunicable, pero la Biblia es clara en decir que este atributo es esperable verlo en el ser humano en una medida proporcional.
Estamos en una época en la que muchos tienden a pensar en Dios como su igual, su compadre, alguien que está a nuestro servicio. Esto dista mucho de la imagen que la Biblia nos enseña acerca de Dios. Y una enseñanza de la Escritura que nos ayuda a regresar a un concepto correcto de Dios es la enseñanza respecto a su santidad. Hoy hablaremos del atributo divino de la santidad.
La Biblia enseña que Dios es santo. Y este Dios santo requiere que su pueblo también sea santo delante de él. Por eso decimos que este es un atributo comunicable.
Cuando escuchamos la palabra “Santo” enseguida tendemos a pensar en ausencia absoluta de pecado o perfección moral, y sí, tiene que ver con esto. Pero el concepto bíblico de santidad tiene un sentido más profundo del cual se deriva esa perfección moral o ausencia absoluta de pecado.
Un buen pasaje para iniciar a comprender y a dimensionar la Santidad de Dios es el que encontramos en el libro de Isaías capítulo 6.
Isaías 6 y Apocalipsis 4 (en el Nuevo Testamento) son recuentos de dos visiones, por un lado, Isaías y por el otro, Juan, que nos describen la corte de real de Dios y lo que resalta en ambos pasajes es su santidad.
Dice Isaías 6:1-4 El año de la muerte del rey Uzías, vi al Señor excelso y sublime, sentado en un trono; las orlas de su manto llenaban el templo. Por encima de él había serafines, cada uno de los cuales tenía seis alas: con dos de ellas se cubrían el rostro, con dos se cubrían los pies, y con dos volaban. Y se decían el uno al otro: «Santo, santo, santo es el SEÑOR Todopoderoso; toda la tierra está llena de su gloria.» Al sonido de sus voces, se estremecieron los umbrales de las puertas y el templo se llenó de humo.
Isaías es uno de los profetas más representativos del oficio profético. Y aquí nos narra su visión de Dios cuando fue llamado al oficio. Lo que vio es sorprendente. Por un momento, el velo de la corte celestial se corre y se le permite ver por unos instantes la gloria celestial. Y lo que mira es a Dios en su santidad.
Sermon Central