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Mi Pecado, Su Gracia: Su Gran Amor
Contributed by Wilbur Madera Rivas on Jul 26, 2025 (message contributor)
Summary: Volvamos al Señor, pues su amor sobrepasa nuestro pecado.
¿Qué tan lejos puede llegar el amor de un padre por su hijo?
Dick Hoyt fue un padre ejemplar que dedicó su vida a demostrarle a su hijo Rick —quien nació con parálisis cerebral— cuánto lo amaba. Al nacer, los médicos sugirieron internar a su hijo y básicamente, seguir con sus vidas, pero Dick y su esposa decidieron criarlo en casa y darle una vida lo más plena posible.
En una ocasión su hijo le pidió participar en una carrera de beneficencia, y el Señor Hoyt lo empujó en una silla de ruedas durante todo el recorrido, al terminar, el hijo le dijo a su padre que cuando estaban corriendo no se sentía discapacitado.
Eso bastó para que el padre dedicara el resto de su vida a competir en cientos de eventos, incluyendo 32 maratones de Boston y seis Ironman, llevando a su hijo con parálisis cerebral en una silla de ruedas adaptada o en un bote durante la parte de natación.
Dick Hoyt murió en 2021 a los 80 años, dejando un legado inspirador, sobre todo para los que somos padres.
Padres, que son héroes sin capa, que hacen grandes hazañas por amor a sus hijos. Y aunque sin duda, podríamos mencionar muchos ejemplos más de padres que amaron a sus hijos profundamente, nada ni nadie se compara con el amor demostrado por el Padre celestial hacia su pueblo que no siempre es fiel.
Hoy cerramos nuestra serie “Mi pecado, Su gracia” basada en el libro de Oseas, y aunque el libro casi entero es un señalamiento contundente del pecado del reino de Norte, Israel, previo a su exilio en el 722 antes de Cristo a manos de los Asirios, no deja de asombrarnos la demostración de amor perseverante de Dios para con su pueblo, aun en medio de su rebelión cínica.
Si leemos los catorce capítulos del libro de Oseas, lo que sobresale es el justo juicio de Dios sobre un pueblo rebelde, pero lo que muchas veces no podemos leer entre líneas es que lo que Dios está haciendo al anunciar sus sentencias justas por el pecado, es precisamente, mostrar su amor.
Dios ama tanto a su pueblo que no lo va a dejar a expensas de sus corazones rebeldes y pecaminosos, sino los llama al arrepentimiento para que no perezcan. Porque ama, disciplina, porque se interesa por nosotros, corrige; por que perdona, llama al arrepentimiento.
Este es el mensaje que debemos llevarnos para finalizar esta serie en el libro de Oseas: Volvamos al Señor, pues su amor sobrepasa nuestro pecado.
Oseas nos enseña que el juicio justo de Dios sobre el pecado es una realidad y que los corazones rebeldes y empedernidos encuentran la justicia divina. Pero, sobre todo, nos llama a regresar al Señor arrepentidos no solo para evitar el juicio, sino porque Dios ha amado, ama y amará a sus hijos con una amor inquebrantable, incansable e invencible, al cual regresamos cuando abandonamos el pecado y volvemos al Señor.
Arrepentirse es regresar y reencontrar el amor de Dios. Donde el pecado abunda, el amor de Dios persiste y llama. Cuando huimos, él busca, cuando volvemos, él abraza. El primer aliciente para el arrepentimiento, entonces, no debe ser la advertencia del juicio, sino el ofrecimiento de su amor.
Por tanto, volvamos al Señor, pues su amor sobrepasa nuestro pecado.
Con base en los capítulos 11 al 14 de Oseas, este día consideraremos cómo el pueblo de Israel, a través del mensaje profético, fue confrontado con el amor de Dios en el pasado, en su presente y en su futuro, y ese amor fue el aliciente para volver al Señor cuando estaban lejos. Así también nosotros, al considerar su amor en el pasado, el presente y el futuro, debemos ser llamados a regresar a él, abandonando el pecado.
Primero, consideremos el amor de Dios en el pasado.
Oseas 11:1-4 NVI, dice: «Desde que Israel era niño, yo lo amé. De Egipto llamé a mi hijo, 2 pero cuanto más lo llamaba, más se alejaba de mí. Sacrificaban a los baales y quemaban incienso a los ídolos.3 Fui quien enseñó a caminar a Efraín, tomándolo de los brazos. Pero él no quiso reconocer que era yo quien lo sanaba.4 Lo atraje con cuerdas de ternura, lo atraje con lazos de amor. Le quité de la cerviz el yugo y con cariño me acerqué para alimentarlo.
El tema del amor de Dios para con su pueblo es importante en Oseas. Al principio del libro, en los primeros capítulos, se nos presentó la imagen de un matrimonio, donde el esposo ama a su esposa a pesar de ser infiel. Así el Señor es para con su pueblo. Él los ha amado, a pesar de sus múltiples infidelidades e idolatrías.
Ahora, ya para el final del libro, se nos vuelve a presentar otra imagen proveniente de las relaciones familiares. Ahora se trata de un padre con su hijo. Se compara en esta imagen a Dios como el Padre de un hijo rebelde, que es Israel.