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Llamados A Ser Santos: Idolatría
Contributed by Wilbur Madera Rivas on Sep 27, 2025 (message contributor)
Summary: Ante la idolatría, Afirma tus convicciones, Admite tu vulnerabilidad y Acciona tu corazón.
Hoy llegamos al final de nuestra serie: “Llamados a ser santos” en la que hemos estado considerando la identidad y llamado a la santidad, basándonos en pasajes seleccionados de la primera epístola a los Corintios. Espero que hayas podido leer esta hermosa epístola durante este mes.
Desde los primeros versículos, el apóstol Pablo declaró lo siguiente 1 Corintios 1:1-2 NBLA Pablo, llamado a ser apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, y Sóstenes, nuestro hermano, a la iglesia de Dios que está en Corinto, a los que han sido santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos…
En esta frase encontramos la identidad de los que están en Cristo, son nombrados como santos (los santificados en Cristo Jesús). Esa es nuestra identidad.
Pero a los que tienen esta identidad, inmediatamente se les hace un llamado puntual: Llamados a ser santos. Este es nuestro llamado: la santidad. Es decir, aborrecer y abandonar cada día más el pecado, y abrazar cada día más nuestra identidad en Cristo, para ser cada día más como Jesús.
Es decir, la santidad es una identidad y es un llamado al mismo tiempo. Es una posición y es un proceso. Es algo que podemos dar por sentado y algo en lo cual debemos accionar con intencionalidad.
Y como hemos visto, el resto de la epístola, el apóstol aborda varios temas pertinentes a esa identidad y llamado a la santidad que debían vivirse por la iglesia en Corinto. No obstante, aunque nosotros no vivimos en el Corinto del primer siglo, tenemos mucho en común con estos cristianos y estas enseñanzas tienen relevancia para nosotros también.
También nosotros, los que hemos creído en el evangelio de Jesucristo, hemos sido colocados en esa posición de santidad por la obra de Cristo, y somos llamados a este proceso de santificación, que durará toda la vida, y para el cual debemos poner toda intencionalidad y dedicación, sabiendo que el que comenzó en nosotros la buena obra, la perfeccionará para el día de Jesucristo.
Como dice nuestra serie, somos llamados no solo tener la posición o identidad de santos, sino somo “llamados a ser santos”.
Y uno de los temas que se abordan hacia la mitad de la epístola es el tema de la idolatría y la interacción del cristiano en una cultura humana llena de ídolos del corazón.
Corinto del primer siglo era una ciudad cosmopolita y como tal atraía a personas de distintas culturas dentro del imperio romano. Donde hay muchas culturas juntas, suele haber mucha confusión sobre todo en lo moral, por la influencia que tienen los diversos estilos de vida.
Aunado a esto, Corinto era una ciudad llena de templos y prácticas religiosas provenientes de Roma y de Grecia. El culto a la diosa Afrodita era especialmente prominente, y su templo, el Afrodisión, albergaba la práctica de la prostitución sagrada.
Este era el entorno en el que la iglesia incipiente empezó a desarrollarse en Corinto, habiendo sido pablo el plantador.
Puedes imaginar los problemas que se podían estar dando en esa comunidad cristiana si la cultura preponderante en corinto era una donde las prácticas del paganismo y la idolatría eran lo más cotidiano y natural.
Lo más normal del mundo para una persona en esa ciudad era ir a los templos y hacer uso de la prostitución sagrada. Lo más normal del mundo en corinto era participar comiendo en los rituales paganos en adoración a sus ídolos favoritos.
Cosas, tan comunes, como comprar carne en el mercado, de alguna manera tenía sus nexos con algún ritual religioso ofrecido a alguna deidad pagana en algún templo de la ciudad. O sea, la idolatría era algo con lo que los corintios tenían que lidiar todos los días.
Podemos pensar, pobres esos corintios que vivían en esas circunstancias. Pero la verdad hermanos, nosotros no nos damos cuenta, pero vivimos en un mundo muy similar. Ciertamente, muy poco tenemos que lidiar con idolatría pagana donde se adore a los astros o alguna deidad del ocultismo, o se hagan rituales extraños o que comprometan la moralidad.
Pero vivimos en una cultura donde la idolatría (es decir, la sustitución de Dios por algún aspecto de la creación; o tratar algún aspecto de la creación como nuestro Dios funcional) es algo de todos los días. Es tan cotidiano que casi ni nos damos cuenta y tenemos que ser alertados para descubrir los ídolos de nuestros corazones que se han hecho imperceptibles porque están en, con y debajo de todo lo que hacemos en la cultura circundante.
Estos ídolos no se adoran en templos, pero influyen en nuestras decisiones, en la manera en que vivimos, en lo que preferimos, en lo que rechazamos, en la educación que damos a nuestros hijos, en fin, los ídolos culturales son muy peligrosos porque no tienen una representación física, no son una escultura o una estatua, pero son objeto de nuestra devoción y su adoración controla nuestras vidas.