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Summary: Nuestra unión con Cristo es nuestra victoria sobre el pecado

Ahora bien, qué implicación tiene esto para nuestra vida. Pablo continúa diciendo en Romanos 6:12-14:

No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias; ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia. Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia.

Aunque el viejo hombre murió con Cristo, lamentablemente, hasta la segunda venida de Cristo, todavía cargamos con el muerto. Todavía de cuando en cuando el muerto aparece y quiere que sigamos sus deseos desordenados y que usemos nuestro cuerpo para lo malo. Pero recordando que ya hemos muerto al pecado, que ya no nos caracteriza el pecado, que ya no somos esclavos del pecado, podemos ahora, en virtud de nuestra unión con Cristo, poner a un lado al pecado y no obedecer sus concupiscencias, ni tenemos que presentar nuestros cuerpos como armas, herramientas o instrumentos para hacer lo malo.

Aunque a veces se sienta como una ley, no tengo que obedecer al pecado.

No tengo que prestar mi boca para chismear, blasfemar, gritar, mentir, adular, engañar,

No tengo que usar mis ojos para envidiar, para codiciar, para deleitarme en lo prohibido,

No tengo que usar mis manos para golpear, para destruir, para ofender

No tengo que usar mi cuerpo como instrumento de iniquidad. No tengo que decirle “sí” al pecado cada vez que toque a la puerta o que me invite a pasear con él.

Sino todo lo contrario, puedo decirle. ¡No! No voy contigo, pecado. No, me dejaré engañar otra vez.

En vez de esto, ahora puedo edificar en vez de destruir, perdonar en vez de odiar, ser fiel en vez de adulterar, buscar la santidad en vez de la impureza sexual, hablar verdad en vez de mentir, reconocer en vez de calumniar, compartir en vez de ignorar, adorar en vez de blasfemar, buscar la gloria de Dios en vez de la mía.

Si estoy en una relación creciente con Cristo, ya podemos vivir como vivos ente los muertos por nuestra unión con Cristo; en su muerte y resurrección El operó un cambió en nuestra relación con el pecado. Ahora el pecado no se enseñorea de nosotros porque ya no estamos bajo la condenación de la ley, sino hemos experimentado la gracia inefable de Dios en Cristo Jesús.

En mis luchas estas semanas de tratamiento de mi psoriasis, no tiene porqué reinar el pecado en mí ni tengo que obedecer sus deseos. Puedo decirle “No!” No voy a ser áspero con mi esposa, voy a ser paciente con mis hijos, voy a tratarlos como Dios quiere que los trate porque su amor y su gracia me ha sido derramas en Cristo Jesús. Nuestra unión con Cristo es la victoria sobre el poder del pecado.

Esta semana recibí un correo electrónico de una señorita de nuestra iglesia. En medio de circunstancias difíciles logró entrar a unos cursos de superación académica en su área profesional y ha estado muy ocupada estudiando y trabajando y sacando a flote sus estudios. Me compartía acerca de un examen en especial que iba a presentar esta semana y me dijo lo siguiente: (usado con permiso)

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