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La última Noche
Contributed by Wilbur Madera Rivas on Apr 6, 2023 (message contributor)
Summary: Jesús es el cordero pascual que murió en nuestro lugar.
Con estas palabras Jesús estaba estableciendo una cena que sustituía a la Pascua. La pascua era una señal que apuntaba a Cristo, ahora la cena del Señor también apunta a la realidad y cumplimiento de la obra eterna del cordero de Dios que quita el pecado del mundo.
Esta cena es un símbolo, señal o sello que Cristo nos dejó para recordar o conmemorar lo que hizo por nosotros y comunicar los efectos espirituales que se desprenden de su obra.
A lo largo de la historia ha habido discusiones teológicas respecto al significado o sentido en el que Cristo pronunció estas palabras: “esto es mi cuerpo” o este pan es mi cuerpo. Algunos lo toman en sentido literal, asumiendo que en esta mesa está físicamente el cuerpo de Cristo. Pero nosotros sabemos que Jesús dijo esto en sentido figurado. Es decir, Jesús estaba diciendo: Este pan representa o es un símbolo de mi cuerpo.
El mismo Cristo habló en otras ocasiones de esta manera diciendo, “Yo soy el pan de vida, o yo soy la puerta, o yo soy el camino. Todos estos son ejemplos de que Jesús usaba cotidianamente el lenguaje figurado para hablar de realidades espirituales.
Además, de que se trata de un símbolo nos queda claro por la frase “haced esto en memoria de mí”. Estando presente en la escena en ese momento, hizo una distinción entre el pan y él mismo al decir que este pan serviría para que los discípulos lo recordasen. El pan es un símbolo que apunta hacia Cristo y sirve para conmemorar a Cristo.
Entonces, la cena que tenemos al frente es una cena de recuerdo, en un sentido, como lo fue la Pascua para los judíos. Jesús nos dejó su cena para que recordemos su obra, para que recordemos el evangelio.
Pero este recordatorio es muy distinto a todos los demás recordatorios. Cuando hacemos conmemoraciones generalmente pensamos en personas que ya no están con nosotros. Recordamos lo que hicieron, lo que dijeron, como nos trataron y cosas semejantes. Pero la Cena del Señor es una conmemoración diferente porque no estamos recordando a alguien que ya no existe, sino a una persona que vive y reina para siempre.
Y no sólo eso, sino que es en una conmemoración en la que el conmemorado está presente, no físicamente, pero sí espiritualmente. Él está presente espiritualmente por medio del Espíritu Santo en nuestros corazones. Y a través de este sacramento, el creyente tiene verdadera comunión espiritual con el Cristo Resucitado por medio del Espíritu Santo y nuestra alma es nutrida, alimentada y fortalecida por la gracia de Dios.
Así que en la mesa experimentamos la presencia real y espiritual de Jesús en nuestros corazones al conmemorar este sacramento del pacto de gracia.
Esta cena conmemora la obra de reconciliación con Dios realizada por el cordero de Dios, el cordero pascual, eterno que es Cristo.
¡Que hermosa es una reconciliación! Dos partes que estaban divididas o enemistadas, finalmente se unen y viven de nuevo en armonía. La Biblia nos habla de reconciliaciones famosas como la de Jacob y Esaú quienes después de años de estar separados, quizá odiándose o deseando venganza por las faltas del pasado, al final, se reencuentran, se perdonan, lloran y se abrazan. La reconciliación es algo maravilloso.