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Juntos Y En Misión ¡hasta El Fin!
Contributed by Fernando Ocampo on Dec 3, 2002 (message contributor)
Summary: Dios tiene propósitos firmes y bien definidos. Nada de lo que ocurre en nuestra vida es producto de la casualidad, sino del plan y propósito de Dios.
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Título: Juntos y en Misión ¡hasta el fin!
Texto: 2 Timoteo 1:1-5
Objetivo: En este día, los miembros de nuestra iglesia, comprenderán que la voluntad de Dios, la promesa de vida en Cristo y la fe, son los elementos esenciales que nos mantiene unidos y en misión.
Introducción:
Dios tiene propósitos firmes y bien definidos. Nada de lo que ocurre en nuestra vida es producto de la casualidad, sino del plan y propósito de Dios.
Por tal motivo, la iglesia del Señor no debe avocarse tanto a conocer el propósito de Dios, sino cumplirlo. Me explico, a veces pasamos la mayor parte del tiempo buscando confirmación acerca de tal o cual asunto. En lugar de ponernos en acción.
Nuevamente, nos encontramos a 58 días para terminar este año. Se avecinan grandes cosas para nuestra congregación. Estamos a la expectativa de lo que Dios está por hacer. Así que ha llegado el momento de despertar y actuar. Ha llegado el momento de unir nuestros dones, talentos, habilidades, esfuerzos y recursos, para llevar hacia delante visión y la misión que se nos ha encomendado.
¡Jamás podremos alcanzar las metas y objetivos, si no trabajamos unidos! Así que, vamos a ponernos de acuerdo.
Cada uno de nosotros es importante y clave para lo que Dios va a hacer. Por eso es imprescindible que comprendamos, definitivamente, qué elementos nos motivan a permanecer juntos y en misión ¡hasta el fin!
Transición:
¿Qué nos motiva a permanecer juntos y en misión hasta el fin? La respuesta a esta pregunta la encontraremos en el texto que leeremos 2 Timoteo 1:1-5.
1. La voluntad de Dios: El factor más sólido de nuestra unidad y de la misión que se nos ha encomendado (v.1a)
“Pablo, apóstol de Cristo Jesús por la voluntad de Dios” (NVI)
Sí, nuevamente nos topamos con el tema ineludible de la voluntad de Dios. Pero mis amados, no podemos abrir la Palabra de Dios sin evadir Su voluntad. Cada palabra, cada versículo, cada capitulo y cada libro sagrado, contiene en sus registros, la voluntad del Creador.
La voluntad de Dios es la seguridad y las credenciales de que estamos en el reino, no por nuestra propia elección, sino por la voluntad de Dios. Así lo afirma la Biblia en Stg. 1:18: “Por su propia voluntad nos hizo nacer mediante la palabra de verdad…”
Estamos donde estamos por la voluntad de Dios, somos lo que somos hoy por la voluntad de Dios. Por eso, nada, salvo la poderosa convicción de que por la voluntad de Dios para nuestras vidas, puede hacer de cada uno de nosotros ministros de un nuevo pacto, hombres y mujeres consagrados y dedicados al servicio de Dios. Y esto por encima de cualquier circunstancia y aun de nosotros mismos.
Por eso el apóstol proclama su apostolado y su llamamiento al Divino Ministerio, como producto de la voluntad de Dios. Esto nos recuerda que si Ud. ha sido o será desafiado para que ministremos juntos en nuestra iglesia, no es porque simplemente haya llenado nuestra encuesta, o porque tiene las habilidades adecuadas o porque le cae bien al pastor o a algunos de los diáconos.
Si Ud. es desafiado, es porque hemos orado en el oratorio, en la cadena de oración los días lunes y en los miércoles para que Dios ponga en su corazón tanto el querer como el hacer por su buena voluntad.
La parte mas loable en la vida de todo creyente es la sumisión a esa voluntad buena, es decir, que en su esencia está llena de bondad y eso es lo que da propósito a la vida. La voluntad de Dios es agradable, produce complacencia, trae contentamiento. La voluntad de Dios es perfecta, es decir, es excelente y es de conformidad con los propósitos de Dios.
Por eso, es el factor más sólido de nuestra unidad y de la misión que se nos ha encomendado. Lo que hacemos lo hacemos porque entendemos y estamos seguros que es voluntad de Dios. Y es precisamente contra esa voluntad con la que nos encontramos luchando siempre. Es contra esa voluntad con la cual nuestra antigua vida lucha y se resiste a someterse.
James Crane escribió: “Nuestro mundo sería mucho mejor y la iglesia contraría con siervos mucho mejores si todos los seguidores de Cristo recordaran que responder al llamado que nos invita a hacer la voluntad de Dios, no es responder a un emplazamiento rígido e inflexible, sino más bien es, como dice Pablo, la alegre aventura de darse a sí mismo…”
Creo que esta es la clave para permanecer juntos y en misión hasta el fin. Debemos comprender que a lo que Dios nos invita es a hacer Su voluntad y no a desear o desempeñar un “cargo”. Dios nos invita a darnos a nosotros mismos para llegar a sí a ser ministros de Cristo.