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Juan El Bautista Muestra Cómo, En El Desierto, Dios Usa Su Cruel Misericordia Para Saciar Nuestra Hambre Espiritual Más Profunda.
Contributed by Gordon Mcculloch on Dec 7, 2025 (message contributor)
Summary: Dios usó a Juan el Bautista porque el pueblo tenía hambre espiritual y anhelaba algo real. Juan era severo pero esperanzado, y usó el desierto para renovar al pueblo de Dios mediante la honestidad y la humildad.
Introducción:
Nuestra lectura del Evangelio de hoy comienza con un clamor desde el desierto; no la voz de un rey ni la de alguien célebre o importante, sino la voz audaz y solitaria de Juan el Bautista que declara: "¡Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos se ha acercado!".
1. Una voz en el desierto
Una voz solitaria, sí, pero con un propósito. Juan era un hombre salvaje en todos los sentidos: comía langostas y miel silvestre, se envolvía en una túnica de pelo de camello, permanecía en el calor y el polvo del desierto, delirando sobre la venida del Mesías... y, por lo que parecía, debería haber sido considerado un loco. Y, sin embargo... la gente acudió. Acudieron multitudes, cientos de ellos, y no solo escucharon; se sintieron impulsados a actuar. Fueron convencidos y bautizados, por docenas... por decenas. Claramente, algo más estaba en juego. Juan era un hombre profundamente tocado por Dios, tanto que Jesús mismo lo llamaría la figura más grande del Antiguo Testamento. Personalmente, considero a Juan una de las figuras más complejas de toda la Biblia. Siendo sincero, siempre me ha costado conectar con él y, al parecer, es el tipo de persona que la mayoría evitaríamos instintivamente. Sin embargo, Dios lo usa para preparar el camino.
Juan tenía un mensaje sencillo: "¡Arrepiéntanse! ¡Conviértanse en Dios!". ¿Y qué sucede? La gente acude a él en masa desde Jerusalén, desde Judea, desde todos los confines del Jordán. Caminan kilómetros bajo el calor para escuchar a este hombre extraño en el desierto... ¿y por qué?
Porque en el fondo, tenían hambre, hambre de algo real. Algo faltaba en sus vidas, algo que hacía que todo lo demás se sintiera incompleto. Tenían hambre de Dios mismo, de una presencia que pudiera satisfacer los anhelos más profundos del corazón: saber que Él, Dios, se preocupa por ellos y que está obrando en sus vidas. Ahora bien, el mensaje de Juan puede haber sonado agudo, pero al analizarlo con atención, descubrimos que está lleno de esperanza y misericordia. En realidad, está diciendo: "¡Simplemente cambien sus vidas! ¡El reino de los cielos está cerca y los espera!".
Ahora bien, la palabra arrepentirse no significa que debieran "sentirse mal" o avergonzarse. … Simplemente significa reflexionar sobre el rumbo que está tomando su vida y admitir cuando va por mal camino. … Estas no son palabras de desesperación ni vergüenza, sino de esperanza: esperanza en un futuro nuevo y más brillante.
2. El Desierto: El Aula de Dios
Como saben, Juan predicó en el desierto… ciertamente no lo asociamos con ningún pueblo, ciudad o sinagoga… solo con el desierto, entre rocas, arena y viento… porque… el desierto siempre ha sido el aula de Dios.
Cuando Moisés conoció a Dios, fue en el desierto… Dios le habló a través de una zarza ardiente y luego en la cima de una montaña, que también es… una forma de desierto… Cuando los israelitas escaparon de Egipto, aprendieron quién era Dios… en sus 40 años de vagar por el desierto… Cuando Elías huyó del miedo, Dios lo encontró en el desierto; con una voz apacible y delicada… y hay muchos otros ejemplos de desierto en la Biblia.
Y todos conocemos esa sensación de desierto. Es esa época seca (o la época de lluvias, en nuestro caso), ese momento en el que todo parece salir mal… cuando la oración se siente vacía y la vida se siente incierta. Pero anímense, porque a menudo es en este desierto donde Dios realiza su mejor obra. Aquí es donde finalmente Él tiene toda nuestra atención.
Cuando las cosas salen mal o empiezan a desmoronarse, de repente nos damos cuenta de cuánto lo necesitamos… y escuchamos su voz… Y así, nos tomamos tiempo para buscarlo, para escuchar su guía, para discernir qué quiere que hagamos y cómo quiere que avancemos.
Si somos sabios, usamos esas experiencias en el desierto para acercarnos a Dios, confiando en que no somos olvidados ni ignorados… Es como ese conocido poema, Huellas en la arena: en los momentos en que nos sentimos más solos, Dios nos sostiene, si tan solo lo supiéramos… El desierto es donde nos sentimos decaídos, aislados e ignorados. Sin embargo, es precisamente en esos momentos que Dios obra mejor en nosotros y a través de nosotros. Y es en esos mismos momentos que nos prepara para la siguiente etapa de nuestra vida.
3. “Arrepiéntanse, porque el Reino de los Cielos está cerca”
El mensaje de Juan transmitía un sentido de urgencia, o mejor dicho, un sentido de enfoque. Quería que la gente comprendiera esta simple pero profunda verdad: que «el reino de los cielos está cerca». Decía: «No está lejos… Dios mismo se acerca. El cielo viene a la tierra». Y tenía razón, porque poco después, Jesús se apareció en esa misma orilla del río.
Sermon Central