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Summary: Se puede encontrar estabilidad en Jesús. Su Evangelio permanece inmutable. Un mensaje de aliento y desafío.

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Para este discurso, he combinado porciones de sermones de tres fuentes «Sexualidad, inmoralidad y pureza» basadas en Hebreos 13: 4, por J. Shirley, SermonCentral.com , 6/ 7/ 13; «Jesucristo nunca cambia» basado en Hebreos 13: 8 por P. Jayasooriya, SermonCentral.com , 3/ 7/ 16; y, «Oh Absalón, mi hijo, mi hijo», un artículo en línea de Wayne Jackson, https:// www.christiancourier.com/ articles/ 37-o-absalom-my-son-my-son. Le doy crédito a estas fuentes; la adaptación es mía.

En Hebreos 13: 8, leemos «Jesucristo es el mismo ayer y hoy y por los siglos». Este es uno de los versos más poderosos de todas las Escrituras, y uno que la mayoría de los cristianos conoce de memoria, o al menos reconoce del Nuevo Testamento En un mundo donde las cosas están cambiando rápidamente, donde el rápido pasar de la vida se ha vuelto agitado y, donde es tan fácil sentirse rezagado, excluido y desconcertado, un mundo en el que los valores se han visto comprometidos y la sociedad parece tambalearse, al borde del colapso moral, es tremendamente reconfortante saber que tenemos una brújula que señala la verdad, un Dios que habla con claridad y un Salvador que nunca cambia. La Palabra de Dios es clara y consistente. Cuando lo seguimos, nuestra brújula moral permanece constante. Hay tres cosas sobre Jesús que nunca cambian:

1. Lo primero de Jesucristo que nunca cambia es el poder de Su nombre:

Jesucristo. ¡Qué nombre tan asombroso! Carga mucho poder. Y ese poder sigue siendo el mismo. ¡En 40 años de ministerio, he visto vidas rotas renovadas, relaciones tensas restauradas, cuerpos enfermos sanados y corazones transformados a través del nombre de Jesucristo! He rezado con ese nombre en hospitales, salas de emergencias, funerarias, servicios religiosos, aulas y al lado de la cama de aquellas personas que estaban falleciendo. El poder del nombre de Jesús siempre ha traído consuelo y fortaleza a los necesitados.

¡El nombre Jesucristo se ha usado a través de los siglos y sigue siendo el nombre más poderoso que se haya conocido! Cualquiera sea la lucha por la que estés pasando, cualquier problema que puedas enfrentar, si invocas el nombre del Señor Jesucristo, ese nombre tiene el poder de traer renovación y sanación a tu vida.

En Hechos 3: 6, cuando un hombre lisiado en el templo les pidió limosna a Pedro y a Juan, Pedro respondió diciendo «no tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy. En el nombre de Jesucristo de Nazaret, ¡levántate y anda!», y a través del poder de ese nombre sucedió un milagro increíble! ¡Ese hombre que había quedado lisiado desde el momento de su nacimiento fue sanado y caminó! No hay mayor poder en el cielo y la tierra que el nombre de Jesucristo, y ese poder está disponible para nosotros hoy, tal como lo fue para los cristianos en la época de Pedro y Pablo.

2. La segunda cosa acerca de Jesucristo que nunca cambia es quién es Él y lo que ha logrado:

Sus afirmaciones, sus enseñanzas, sus revelaciones, sus profecías y sus promesas nunca cambiarán. Él es el Salvador que siempre está presente para guiarnos, consolarnos y fortalecernos. El Salmo 68: 19 dice: «bendito sea el Señor, nuestro Dios y Salvador, que día tras día sobrelleva nuestras cargas». Jesús está contigo todos los días y comparte tus cargas. ¡Su amor y fidelidad nunca cambian!

Aquí hay solo tres de sus afirmaciones inmutables:

«Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí vivirá, aunque muera; y todo el que vive y cree en mí no morirá jamás», Juan 11: 25-26 a.

«He venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia», Juan 10: 10b.

«Te basta con mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad» , 2 Corintios 12: 9a.

3. La tercera cosa acerca de Jesús que nunca cambia es su enseñanza moral y ética:

Si Jesús es el mismo ayer y hoy y por los siglos como Hebreos 13: 8 nos dice, entonces seguramente Sus enseñanzas morales y éticas no cambian. Y si eso es cierto, entonces nuestros valores y principios éticos, aquellos que nos enseñó Jesús, ¡no deberían cambiar!

Aquí hay una oportunidad para decir algo importante: el plan de Dios para la sexualidad implica la procreación y el afecto mutuo dentro de la relación matrimonial. Cualquier otra cosa tiene consecuencias tanto para los individuos involucrados como para la sociedad en general. ¿Cuál es mi justificación para decir esto? Digo esto porque la Biblia enseña que la lujuria desenfrenada y la inmoralidad sexual, da como resultado el desprecio por la pureza del carácter de uno mismo y de su compañero sexual, un desprecio que no solo entristece a nuestro Padre Celestial y aflige al Espíritu Santo, sino que también daña nuestra alma, haciéndola cada vez menos sensible al Espíritu Santo. «La voluntad de Dios es que sean santificados; que se aparten de la inmoralidad sexual; que cada uno aprenda a controlar su propio cuerpo de una manera santa y honrosa, sin dejarse llevar por los malos deseos como hacen los paganos, que no conocen a Dios; y que nadie perjudique a su hermano ni se aproveche de él en este asunto. El Señor castiga todo esto, como ya les hemos dicho y advertido. Dios no nos llamó a la impureza, sino a la santidad; por tanto, el que rechaza estas instrucciones no rechaza a un hombre, sino a Dios, quien les da a ustedes su Espíritu Santo» (1 Tesalonicenses 4: 3-8). «Así que les digo esto y les insisto en el Señor: no vivan más con pensamientos frívolos como los paganos. A causa de la ignorancia que los domina y por la dureza de su corazón, estos tienen oscurecido el entendimiento y están alejados de la vida que proviene de Dios. Han perdido toda vergüenza, se han entregado a la inmoralidad, y no se sacian de cometer toda clase de actos indecentes» (Efesios 4: 17-1).

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