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Summary: Necesitamos que Jesús reine sobre nuestras vidas

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En una ocasión, siendo un adolescente, se organizó una excursión a las grutas de Lol-Tun. Era un grupo como de 50 personas las que se anotaron para el viaje. Llegamos al lugar y empezamos el recorrido. Si has ido a Lol-Tun sabes que son unas grutas iluminadas y es una experiencia muy interesante. Entre risas y relajo íbamos siguiendo al guía que trataba de captar la atención de ese grupo de jóvenes desenfocados.

Todo iba bastante bien, hasta que de pronto, a la mitad del recorrido de dos horas, se fue la energía eléctrica cuando estábamos en lo más profundo de la cueva. Entonces, nos vimos envueltos por la oscuridad más profunda que he experimentado en mi vida. No podías ver ni tu mano enfrente de la nariz.

Después de los consabidos gritos, el guía encendió su lámpara que tenía en el casco y también una linterna de mano. En ese momento, tenía toda nuestra atención. Era la única persona entre todo ese grupo que sabía el camino hacia la salida, conocía ese lugar como la palma de su mano y sabía exactamente qué hacer. No haberle hecho caso, hubiera sido la acción más necia en esa situación.

Siguiendo sus instrucciones y confiando en su dirección, el grupo de 50 personas, fuimos emergiendo de la oscuridad para por fin, aliviados, salir de la cueva a un sol del medio día que brillaba en su cenit.

Cuando estás perdido o en una situación complicada, cuán importante es tener a alguien que te guíe, que te dirija, que como experto y conocedor, te muestre el camino. Es interesante, como nos es muy obvio esto si estás en medio de una cueva oscura, pero no se nos hace tan obvio en los asuntos de la vida diaria. Tú y yo fuimos hechos para ser dirigidos por alguien más, fuimos hechos para que alguien más nos indique el camino, nos dé instrucciones que nos salven de nuestra propia necedad. No hay otra manera de vivir para nosotros, pero nuestro orgullo es tan grande, que rehusamos admitir y aceptar tal ayuda y dirección.

Por eso, el pasaje que estaremos explorando hoy, nos confrontará con la realidad de que necesitamos a esa persona que nos guíe, nos dirija, nos rija y esa persona es Jesucristo. Necesitamos que Jesús sea el rey de nuestras vidas.

Este mes, en nuestra serie “Jesús”, hemos estado considerando diversas imágenes y descripciones que nos provee el evangelio de Juan acerca de quién es el Señor Jesucristo. Hemos dicho que Jesús es el Verbo o la Palabra, que es el pan de vida, que es el buen pastor y hoy veremos una descripción muy especial de nuestro Señor. Hoy consideramos a Jesucristo en su calidad de Rey. Que sea ese rey que necesitamos sobre nuestras vidas.

En el marco de la Semana Santa, hoy comenzamos el recuento de los eventos de la vida de Jesús en sus últimos momentos con un hecho histórico muy relevante que se ha conocido tradicionalmente como la “Entrada Triunfal”.

Recuerdo que de niño ese primer domingo de semana santa o domingo de ramos, al principio del culto nos formaban a los niños en la entrada del templo con unas palmas en las manos y entrábamos en un procesional cantando y moviendo nuestras palmas representando la entrada del Señor Jesús a Jerusalén ese día.

De este evento dan recuento los cuatro evangelios. Normalmente mateo, marcos y Lucas coinciden en incluir los mismos eventos en su narración, pero este evento es tan relevante que hasta Juan, que normalmente tiene otra línea narrativa, lo incluye en su evangelio.

Y en Juan lo encontramos en el capítulo 12 y si tienes tu Biblia tenla abierta a partir del versículo 12.

Dice Juan 12:12-13: Al día siguiente muchos de los que habían ido a la fiesta se enteraron de que Jesús se dirigía a Jerusalén; tomaron ramas de palma y salieron a recibirlo, gritando a voz en cuello: —¡Hosanna! —¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! —¡Bendito el Rey de Israel!

Estos versículos nos dan la idea de lo que está pasando. Esta no es cualquier entrada de cualquier persona a la ciudad. Este es el procesional de un rey regresando victorioso de la batalla y su séquito celebra sus grandes hazañas. Así entraban los grandes y poderosos señores de la antigüedad a sus ciudades después de haber conquistado reinos para sus imperios.

Las palmas están asociadas con esa celebración de victoria y según otros evangelios, incluso ponían sus mantos, como pavimentando el camino del Rey que entraba a la ciudad. Y lo que gritaba la multitud nos confirma nuevamente que se trata de la entrada de un rey. Decían ¡Hosanna! (que quiere decir “Sálvanos Señor” y es tomada del Salmo 118:26), ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Bendito el Rey de Israel!

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