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Summary: El sermón de Pentecostés es el sermón que explica la cruz, la resurrección y la venida del Espíritu Santo. En este sermón, tres mil personas creen en Jesucristo y se bautizan. Este sermón marca la venida del Espíritu Santo y el nacimiento de la iglesia.

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Contexto del sermón de Pentecostés

Este sermón es lo que podemos llamar el sermón más grande jamás predicado. ¿Por qué no llamamos al Sermón del Monte el sermón más grande? Muchos otros dicen que el Sermón del Monte es el más grande. La razón es que su sermón, el sermón de Pentecostés, es el sermón que explica la cruz, la resurrección y la venida del Espíritu Santo.

En este sermón, tres mil personas creen en Jesucristo y se bautizan. Este sermón marca la venida del Espíritu Santo y el nacimiento de la iglesia. Jesús dijo cosas mayores haréis (Juan 14:12). Este sermón es una de esas cosas más importantes.

Era el día de Pentecostés cuando los israelitas se reunieron para celebrar la fiesta de la cosecha. Pedro se había dirigido recientemente al grupo en el aposento alto (Hechos 1:15). Había un grupo en el aposento alto que consistía en “los once y Pedro” y seguidores leales de Jesús que fueron llamados galileos por aquellos que se reunieron cuando escucharon un sonido como el de un viento fuerte. Todos en el aposento alto fueron llenos del Espíritu Santo y hablaron en lenguas.

Podemos suponer que todavía estaban los mismos ciento veinte en el aposento alto y varios miles más que se reunieron cuando escucharon el sonido como del viento que soplaba. Hubo un viento que fue escuchado por el aposento alto y aquellos que estaban fuera del aposento alto que eran judíos de la diáspora, no seguidores de Jesús, que corrieron al lugar debido al viento.

14 Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once, alzó la voz y les habló diciendo: Varones judíos, y todos los que habitáis en Jerusalén, esto os sea notorio, y oíd mis palabras. 15 Porque estos no están ebrios, como vosotros suponéis, puesto que es la hora tercera del día. 16 Mas esto es lo dicho por el profeta Joel:

17 Y en los postreros días, dice Dios,

Derramaré de mi Espíritu sobre toda carne,

Y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán;

Vuestros jóvenes verán visiones,

Y vuestros ancianos soñarán sueños;

18 Y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días

Derramaré de mi Espíritu, y profetizarán.

19 Y daré prodigios arriba en el cielo,

Y señales abajo en la tierra,

Sangre y fuego y vapor de humo;

20 El sol se convertirá en tinieblas,

Y la luna en sangre,

Antes que venga el día del Señor,

Grande y manifiesto;

21 Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.

22 Varones israelitas, oíd estas palabras: Jesús nazareno, varón aprobado por Dios entre vosotros con las maravillas, prodigios y señales que Dios hizo entre vosotros por medio de él, como vosotros mismos sabéis; 23 a este, entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios, prendisteis y matasteis por manos de inicuos, crucificándole; 24 al cual Dios levantó, sueltos los dolores de la muerte, por cuanto era imposible que fuese retenido por ella. 25 Porque David dice de él:

Veía al Señor siempre delante de mí;

Porque está a mi diestra, no seré conmovido.

26 Por lo cual mi corazón se alegró, y se gozó mi lengua,

Y aun mi carne descansará en esperanza;

27 Porque no dejarás mi alma en el Hades,

Ni permitirás que tu Santo vea corrupción.

28 Me hiciste conocer los caminos de la vida;

Me llenarás de gozo con tu presencia.

29 Varones hermanos, se os puede decir libremente del patriarca David, que murió y fue sepultado, y su sepulcro está con nosotros hasta el día de hoy. 30 Pero siendo profeta, y sabiendo que con juramento Dios le había jurado que de su descendencia, en cuanto a la carne, levantaría al Cristo para que se sentase en su trono, 31 viéndolo antes, habló de la resurrección de Cristo, que su alma no fue dejada en el Hades, ni su carne vio corrupción. 32 A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos. 33 Así que, exaltado por la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís. 34 Porque

David no subió a los cielos; pero él mismo dice:

Dijo el Señor a mi Señor:

Siéntate a mi diestra,

35 Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies.

36 Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.

37 Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos? 38 Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. 39 Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare. 40 Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación. 41 Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas. (Hechos 2:14-41)

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