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Summary: Jesús es hijo de Abraham, Hijo de David, es el Cristo.

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Hoy comenzamos nuestra nueva serie del mes de diciembre: “El rey nació”. En esta serie estaremos recordando y celebrando la venida del Señor Jesucristo en su encarnación, según lo relatado en el evangelio de Mateo.

La encarnación de Jesucristo es una doctrina importante en la Escritura. De hecho, en las epístolas del apóstol Juan, la medida puesta para determinar si alguien estaba enseñando la verdad era si declaraba o confesaba que Jesucristo había venido en carne. La encarnación es la enseñanza de que verbo divino se hizo carne y habitó entre nosotros. Eso básicamente celebramos en el tiempo de Navidad.

Por supuesto, en realidad no celebramos una fecha, sino un evento de trascendencia cósmica. Sabemos que Jesús no nació el 25 de diciembre, así que celebramos este tiempo sin fanatismos ni legalismos; no obstante, no queremos dejar de puntualizar el hecho maravilloso de que cuando llegó el cumplimiento del tiempo Dios envió a su hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley para redimir a los que estaban bajo la ley, como nos dice Gálatas 4.

Así que este mes nos unimos al calendario litúrgico tradicional que coloca esta temporada como la época para celebrar la encarnación del hijo de Dios, que es conocida como la Navidad, por lo que los sermones girarán entorno a los eventos narrados en el evangelio de Mateo respecto a la entrada del hijo de Dios al mundo en su primera venida.

Sin duda, al reflexionar en estas verdades bíblicas encontraremos muchas más razones para celebrar, en esta época tradicional, que meramente los regalos, las luces, las cenas, las reuniones, etc. que son elementos totalmente secundarios a la verdadera razón del gozo en este tiempo de celebración: la llegada milagrosa y sui generis del hijo de Dios a la historia de la humanidad necesitada de un salvador.

Y hoy nos vamos a enfocar en los primeros versículos del evangelio de Mateo en su capítulo 1. En particular, en lo referente a la genealogía de Jesucristo. Es decir, nos enfocaremos en el linaje del rey que nació esa primera navidad.

Las genealogías en la cultura judía son muy importantes.

No sé si tu puedas trazar tu linaje de ancestros. Yo sólo llego a mis abuelos. Es increíble, pero básicamente los cuatro abuelos eran o hijos no reconocidos por su padre o eran huérfanos, así que no sé mucho más respecto de bisabuelos y tatarabuelos.

Pero para los judíos, mostrar la línea de tus antepasados y mostrar tu pertenencia al pueblo de Dios era muy importante y tenía implicaciones de todo tipo.

Ya desde el libro de génesis hay genealogías que muestran ese linaje del pueblo de Dios. También, lo podemos ver, por ejemplo, en el libro de crónicas, que se escribe para los que regresaban del exilio de babilonia, los primeros 9 capítulos son puras genealogías que marcaban el linaje de la comunidad postexilica para determinar quiénes formaban parte verdaderamente del pueblo de Dios en ese tiempo de reconstrucción de la comunidad.

Y aunque tendemos a saltar esos nueve capítulos de listas y listas de nombres, tienen el propósito importante de trazar la fidelidad del Señor para con su pueblo de generación en generación en el desarrollo del reino de Dios en la tierra.

Esas listas no son meramente nombres, sino son historias, son vidas, son decisiones, son relaciones, son al final, la demostración de que Dios es fiel a su pacto y a su pueblo en todo lo que hace.

Y al llegar al evangelio de Mateo en el Nuevo Testamento, nos encontramos que lo primero que se establece es el linaje de Jesucristo.

En el nuevo testamento encontramos dos genealogías de Jesucristo. Una aquí en Mateo y la otra en el capítulo 3 del evangelio de Lucas. Aunque estas dos genealogías tienen varias coincidencias, también encontramos varias discrepancias. En los nombres más conocidos, hay coincidencias plenas, pero luego en otros nombres hay ciertas diferencias.

¿Cómo explicamos estas diferencias? Primero, tenemos que recordar que la exactitud y precisión en el recuento histórico es un criterio moderno. Para nosotros como personas contemporáneas, la precisión es un criterio de verdad. No concebimos que algo impreciso pueda ser al mismo tiempo verdadero.

No obstante, vivimos llenos de imprecisiones verdaderas. Por ejemplo, esta mañana cuando despertaste dijiste: “Ya salió el sol”. ¿Es esto preciso? No. El sol no puede salir porque no es el que gira alrededor de la tierra, sino es al revés. Preciso sería decir, la tierra ha girado sobre su propio eje en cierto número de horas. ¿Pero es una declaración verdadera? Claro que lo es. Porque tu te asomaste a la ventana y viste el sol aparecer en el horizonte. Es un testimonio verdadero, aunque no tiene la precisión rigurosa que esperaría la mentalidad moderna.

La Biblia es un libro escrito en la antigüedad con los criterios propios de la época en que fue escrita, así que no encontraremos precisión rigurosa moderna en varias declaraciones, pero sí encontraremos verdad en todas sus declaraciones.

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