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El Cuerpo Series
Contributed by Wilbur Madera Rivas on Jul 24, 2010 (message contributor)
Summary: Tu cuerpo es para la gloria de Dios
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Ha sido despreciado, escondido, castigado, flagelado, torturado, descuidado, disecado o quemado. Por otro lado, ha sido exaltado, mostrado, estudiado, dibujado, adorado y venerado…¿Qué es? El Cuerpo Humano. ¿Qué dice la gente de este conjunto de tejidos, huesos, estructuras y fluidos? ¿Lo adoramos o lo despreciamos? ¿Es útil o nos estorba?
Con respecto al cuerpo humano ha habido posturas extremas. Hay quienes desprecian al cuerpo y hay quienes adoran al cuerpo. Hay quienes no le dan importancia y hay quienes piensan que es lo único que existe.
Existen tantas ideas, preguntas y posturas acerca del cuerpo humano que es importante que entendamos lo que dice Dios acerca de nuestros cuerpos para distinguir la verdad de las mentiras del mundo. Estamos en el medio tiempo para reflexionar y pensar qué hemos hecho y qué deberíamos hacer con nuestros cuerpos.
Hay un punto de partida desde la perspectiva bíblica acerca del cuerpo que debe quedar muy claramente establecido: El cuerpo es parte integral del ser humano.
Génesis 2:7 dice: “Y Dios el SEÑOR formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz hálito de vida, y el hombre se convirtió en un ser viviente”.
Aquí vemos claramente que, como humanos, somos seres conformados por una unidad compleja de dos aspectos: un aspecto espiritual (hálito de vida) y un aspecto material (polvo de la tierra, nuestro cuerpo).
Dios nos constituyó seres integrados por esta compleja unidad del cuerpo y el alma. En nuestro ser, existe esta interdependencia natural entre el aspecto espiritual y el aspecto material. Fuimos hechos para vivir integradamente de esta manera. De hecho, la muerte es descrita en la Biblia como un enemigo porque separa lo que se supone que fue hecho para ser inseparable.
Somos como el frijol con puerco. Si tienes frijol sin puerco, no tienes frijol con puerco. Si tienes sólo puerco, no tienes frijol con puerco. De igual manera para que el ser humano esté completo necesita su cuerpo y su alma integradamente juntos, funcionando en unidad.
Esta unidad de cuerpo y alma es muy importante y necesaria para la vida humana. Por lo tanto, es necesario tener una perspectiva correcta del cuerpo que Dios nos ha dado.
Lo que queremos enfatizar este día con respecto al cuerpo es combatir una mentira respecto al cuerpo que está rondando mucho en el ambiente social en el que nos movemos. La gente, en general, maneja esta idea o vive de manera práctica creyendo en realidad esta idea. La mentira parase ser una declaración tan cierta que podíamos ser tachados de lunáticos por sugerir lo contrario. La mentira es esta: “Tu cuerpo te pertenece”.
Estamos hablando este mes de ser buenos administradores de lo que Dios nos ha dado (dinero, tiempo, dones, etc.) y hoy nos toca hablar del cuerpo. Quizá concebimos que somos administradores del dinero, del tiempo, de los dones y nos es fácil ver que todo esto viene de Dios, pero el cuerpo es tan íntimo, tan “nuestro” que quizá nos cuesta concebirlo como que es de alguien más o pertenece a alguien más.
Además que en nuestro entorno escuchamos repetidas veces a través de los medios de comunicación declaraciones como estas: “Es mi cuerpo y puedo hacer con él lo que yo quiera” o “Nadie me tiene que decir lo que debo hacer con mi cuerpo”. Por ser una parte tan integral del ser humano, existe la creencia falsa de que cada individuo es dueño y señor absoluto sobre su cuerpo. Nos sentimos con derechos totales sobre nuestro cuerpo.
Pero la Biblia no nos enseña así. Al contrario, la Escritura nos aclara como están las cosas. En 1 Corintios capítulo 6 a partir del versículo 12 encontramos esta enseñanza. Para dar un poco de contexto debemos decir que los Corintios habían mal entendido una enseñanza del apóstol Pablo sobre la libertad cristiana.
Pablo les había enseñado que Dios hizo el estomago capaz de comer todos los alimentos y que podían comer de todo con acción de gracias. Esto era por las restricciones en cuanto a la comida en la que insistían los judíos. Pero ellos llevando este principio de libertad lo aplicaron al asunto del cuerpo y en particular al sexo. El versículo 13 nos dice: «Los alimentos son para el estómago y el estómago para los alimentos»; así es, y Dios los destruirá a ambos. Pero el cuerpo no es para la inmoralidad sexual sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo.”
La lógica de los Corintios era esta: Dios nos dio nuestro estómago. Es nuestro para usarlo y fue hecho para la comida. Dios también nos dio el cuerpo. Es nuestro para que lo usemos como queramos y si nuestro cuerpo fue hecho susceptible del placer sexual, pues hay que usarlo para el sexo como queramos”. “Así como podemos comer de todo con el estómago que Dios nos dio, así también podemos experimentar cualquier tipo de práctica sexual con nuestro cuerpo.”