-
El Calor De Las Circunstancias Series
Contributed by Wilbur Madera Rivas on Nov 28, 2017 (message contributor)
Summary: Las circunstancias no causan la conducta, sólo revelan nuestro corazón
¡Estas son buenas noticias para nosotros! Para nosotros que hemos creído por años la mentira de que nuestro entorno o nuestras circunstancias son la causa de nuestras palabras, acciones y actitudes. Cristo nos muestra y asegura que podemos vivir de otra manera; nos habilita, por su gracia, a vivir vidas que trasciendan las circunstancias y honren a Dios.
Por eso, si las circunstancias no son la causa de la conducta y sólo revelan tu corazón, confiando en el amor de Dios, confiando en el poder de Dios, te animo a aplicar esta verdad a tu vida:
1. Deja de desesperarte por cambiar las circunstancias
Cuando estamos siendo sofocados por el calor (por las circunstancias) nuestro primer pensamiento es querer cambiar inmediata y desesperadamente nuestras circunstancias. Queremos terminar la relación, abandonar ese trabajo, cambiarnos de escuela, salirnos de esa casa, encontrar la cura a esa enfermedad, etc
No estamos diciendo que no cambies esas circunstancias que estés convencido que es necesario y posible cambiar. Lo que estamos diciendo es que no te enfoques en cambiar sólo las circunstancias ni te desesperes por aquellas que no cambian. Porque la realidad es que hay circunstancias que nunca cambiarán. Tendrás que vivir con ellas el resto de tu vida. Y está bien…porque por la gracia de Cristo, puedes ir más allá de tus circunstancias y agradar a Dios a pesar de tus circunstancias.
2. Deja de condicionar tu cambio a las circunstancias
Todos tenemos algo que cambiar. Todos tenemos áreas de nuestras vidas que necesitamos entregar a Cristo para experimentar un cambio de corazón. Pero muchas veces, en vez de enfocarnos en esos cambios en nuestras palabras, acciones y actitudes, comenzamos a condicionar ese cambio a un cambio de circunstancias.
Por ejemplo alguien dirá: “Yo voy a ser un mejor marido, cuando mi esposa comience a respetarme”. Otro más dirá: “Obedeceré a mis padres, cuando ellos comiencen a dar instrucciones más sabias”. Otro más dirá: “¡Qué cambie él primero! ¿Por qué tengo que ser yo siempre la que de su brazo a torcer primero?”
Dejemos de condicionar nuestro cambio necesario a las circunstancias. Somos responsables de nuestros actos, palabras y actitudes delante de Dios y daremos cuenta de nuestras vidas, no de la de los demás.
3. Deja de vivir con una mentalidad de víctima
Quizá has sido víctima del pecado o malas acciones de otra persona. Nadie minimiza este hecho. Esas personas no debieron haber hecho tales cosas en tu contra. Estuvo mal y darán cuentas a Dios por ello. Pero si bien no somos responsables por aquellas cosas malas que nos hicieron, sí somos responsables por todo lo que dijimos, hicimos y pensamos después de haber sido víctimas de esos pecados.
No justifiquemos nuestro pecado por el pecado que otros han cometido en nuestra contra. Lo malo que otros han hecho en nuestra contra no es la causa de nuestras palabras, acciones y actitudes. Esas palabras, acciones y actitudes no vienen de las circunstancias, sino de lo que hay en nuestro corazón. Vivamos cada momento de acuerdo con lo que Dios pide de nosotros, no de acuerdo con las acciones de las personas que nos rodean y de las situaciones en las que nos vemos envueltos.