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Summary: Todos vivimos en el mundo que hay entre nuestras orejas. Nuestra calidad de vida depende de la forma en que manejamos nuestros pensamientos. El mensaje expone Filipenses 4:8 y explora cómo desarrollamos una mente disciplinada.

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Todos vivimos en el mundo que está entre nuestras orejas. Durante este mensaje de hoy, todos tendremos experiencias diferentes. El hecho de que todos estemos escuchando el mismo mensaje o sentados en el mismo santuario no significa que estemos teniendo la misma experiencia. Habrá similitudes.

Pero tu experiencia está determinada por tu proceso de pensamiento. Tu mente está trabajando y seleccionando conceptos e ideas para procesar mientras hablo. Puede que diga algo que despierte un pensamiento en ti y oriente tu pensamiento en una dirección. Mientras digo lo siguiente, tú estás procesando esas ideas adicionales. Dios puede poner algo en tu corazón que esté asociado con el tema, pero que sea particularmente importante que sepas.

A veces, las personas me agradecen por algo que realmente les ayudó durante el sermón. Comparten cómo la idea los animó y les brindó orientación. Pero cuando me dicen qué fue, fue algo que fue más allá de mi enseñanza. Dios dejó caer una revelación en el corazón de la persona durante el mensaje. Cuento con el Espíritu Santo para hacer eso. Dios puede hablarnos de una manera muy personal. Él usa lo que se dice desde el púlpito, pero no se limita a eso.

Su experiencia durante la próxima hora variará dependiendo de cómo procese lo que se está diciendo. Algunos recibirán revelación como la que acabo de comentar. Otros dejarán que sus mentes se distraigan hacia otros temas. Una persona está pensando en el almuerzo. Otra está procesando una conversación que tuvo lugar ayer. Por breves momentos, la mente puede no darse cuenta de lo que se está diciendo. Esa es una de las razones por las que un estudiante obtiene una A en un examen y otro una D. Pueden tener el mismo coeficiente intelectual, pero un estudiante puede concentrarse en el tema porque ha desarrollado una mente más disciplinada. Con el tiempo ha aprendido a decirle a su mente en qué concentrarse.

Sólo estoy señalando esto para decir: todos vivimos en el mundo entre nuestras orejas. Y la calidad de nuestras vidas depende de ese proceso. Es interesante observar a las personas durante el tiempo de adoración en un servicio. Las palabras de una canción en particular pueden ser extremadamente significativas para una persona. La experiencia que esa persona está teniendo puede ser muy diferente a la de la persona sentada a su lado. Esa persona puede tener poca conciencia de las palabras que se cantan. En cambio, está pensando en lo incómoda que es la temperatura o en lo bonita que se ve la camisa del líder de adoración. ¡Dos experiencias internas muy diferentes en el mismo entorno!

La Biblia tiene mucho que decir sobre nuestra vida de pensamientos. De hecho, lo que fijamos en nuestra mente refleja y determina la naturaleza de nuestra experiencia espiritual. Romanos 8:5 lo deja en claro: “Porque los que viven conforme a la carne piensan en las cosas de la carne, pero los que viven conforme al Espíritu, en las cosas del Espíritu”. ii La persona que pone su mente en las cosas de la carne, vivirá en consecuencia. Su vida y comportamiento seguirán los deseos de la carne. La persona que pone su mente en las cosas del Espíritu vivirá en esa dinámica. “Este pasaje [en Romanos 8] deja muy en claro que la manera en que uno piensa está íntimamente relacionada con la manera en que uno vive”. iii No podemos poner nuestra mente en los deseos de la carne y luego vivir en gozo y paz espiritual.

Es por eso que Pablo da la instrucción que tenemos en nuestro texto de hoy. En Filipenses 4:8 nos dice qué tipo de cosas deben ocupar nuestra vida de pensamientos: “Por lo demás, hermanos, [claramente está instruyendo a los cristianos] todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad”.

“Pensad en esto”. La palabra traducida como “meditad” es logizomai. En este contexto significa “pensar cuidadosamente en un asunto, pensar (sobre), considerar, reflexionar, dejar que la mente se detenga en ello”. iv Pablo no está hablando de pensamientos que llegan a nuestra mente de repente. Está hablando de abrazar un pensamiento y detenerse en él: las cosas que reflexionamos; los temas que procesamos y sobre los que deliberamos. El diablo puede inyectar un pensamiento en nuestra mente. Pero cuando eso sucede, tenemos el poder de abrazarlo y pensar en él o de rechazarlo y pensar en otra cosa.

En Efesios 6, Pablo nos instruye acerca de la guerra espiritual. Allí se nos dice que nos pongamos toda la armadura de Dios. El versículo 16 dice: “Sobre todo, tomen el escudo de la fe, con que puedan apagar todos los dardos de fuego del maligno. 17 Y tomen el yelmo de la salvación…” El yelmo fue diseñado para proteger la cabeza. Hoy estamos hablando acerca de proteger nuestra vida de pensamientos. La manera de ponernos el yelmo de la salvación es obedeciendo nuestro texto en Filipenses 4:8.v

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