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Corazones Errantes: Misericordia
Contributed by Wilbur Madera Rivas on Jun 20, 2025 (message contributor)
Summary: Tengamos un corazón que busque posición con convicción, fervor con verdad y victoria con virtud.
Te pasó alguna vez que tuviste un tiempo o temporada de tu historia personal en la que no fuiste nada sabio con tus decisiones y tuviste consecuencias nada agradables, quizá en la adolescencia o la juventud temprana, y cuando te toca relatar o compartir tu historia, como que te saltas todo ese tramo del camino por vergüenza o pena.
Es un tiempo de tu historia que tratas de guardar como tu secreto más cuidado. Pero luego, resulta que un día, tu mamá en una plática con tus tías o con parte de la familia, haciendo remembranzas del pasado, se le ocurre revisitar ese tiempo y esos episodios de tu vida dando “santo y seña” de lo que hiciste y de lo que pasaste por esas malas decisiones.
Si te pasó algo así, quiero decirte que tenemos un libro en la Biblia que es comparativamente como si fuera tu mamá recordando esos episodios oscuros de tu vida para recalcar las lecciones aprendidas de las consecuencias sufridas en esos tiempos. Ese libro es el libro de Jueces que hemos estado considerando en nuestra serie de sermones de este mes.
El libro de Jueces narra un tramo de la historia del pueblo de Dios que podríamos calificar como uno de los más oscuros. Esos episodios que más bien no quisiéramos recordar ni sacar a la luz.
Los eventos incluidos en Jueces nos proveen muy pocos buenos ejemplos a seguir. Más bien, nos muestran lo terrible que pueden llegar a estar las cosas y los corazones cuando nos alejamos del Dios verdadero.
De hecho, si estás leyendo la Biblia con tus hijos pequeños, te recomiendo que tengas la precaución de leer con anticipación los pasajes para ser selectivo con la lectura porque quizá haya algunas cosas que no son apropiadas para ciertas edades.
Pero el libro de Jueces está ahí para mostrar qué es lo que pasa cuando nuestros corazones se alejan del Señor y vivimos como mejor nos parece. Cuando damos rienda suelta a nuestros corazones errantes y vamos tras nuestros deseos idólatras. Cuando no tenemos al verdadero rey reinando sobre nuestras vidas y corazones.
Al mismo tiempo, el libro de Jueces nos muestra el corazón fiel y misericordioso de nuestro Dios que, aunque disciplina a su pueblo, no por eso lo abandona y aún viene a su rescate cuando está extraviado. Y a la vez, el libro apunta a un rey que era necesario para guiar y pastorear a su pueblo. Un rey libertador que no fallara, que no se corrompiera, que no se envaneciera, sino que fijara el corazón de su pueblo solo en la voluntad del Señor.
El libro de Jueces apunta hacia Jesús de Nazaret, el rey que necesitaba Israel para dejar de ser un pueblo con un corazón errante. El libro de Jueces nos guía también a nosotros hacia Jesús, nuestro rey, aquel ante quien debemos doblar nuestra rodilla y confesar con nuestra lengua que él es Señor, viviendo sometidos a su maravillosa voluntad y no viviendo como mejor nos parezca.
Como hemos visto, en el libro de Jueces se nos ha presentado un ciclo de debacle descendente que pasaba con los corazones errantes del pueblo de Dios.
Ellos comenzaban con abandonar al Señor y comenzaban a adorar ídolos falsos de los pueblos circunvecinos; luego, el Señor los disciplinaba enviando a pueblos paganos que los oprimieran y los sometieran a todo tipo de penurias; entonces, ellos reaccionaban al estar en lo peor de sus sufrimientos, clamando al Señor por misericordia, y Dios enviaba unos caudillos, líderes o libertadores llamados jueces que organizaban al pueblo para enfrentar a sus enemigos.
A través de estos jueces, Dios liberaba a su pueblo y había un tiempo de tranquilidad, pero luego el pueblo se volvía a apartar del camino recto del Señor y comenzaba un nuevo ciclo que podía durar años.
Este ciclo marca básicamente la estructura de todo el libro. Y así hemos visto el ciclo cumplido con Otoniel, Aod, Débora y Barac, Gedeón y hoy consideraremos uno más de estos ciclos, pero como hemos dicho, la cosa va de mal en peor.
Cada vez es más enredado y turbio el asunto, cada vez más, estos jueces van siendo menos servidores de Dios y más servidores de sí mismos. Eso veremos en la vida de Jefté, el juez cuyo ciclo consideramos hoy.
El capítulo 10:6-8 comienza diciendo: Una vez más los israelitas hicieron lo malo ante los ojos del Señor. Adoraron a los ídolos de Baal y a las imágenes de Astarté; a los dioses de Aram, Sidón y Moab, y a los de los amonitas y los filisteos. Y, como los israelitas abandonaron al Señor y dejaron de rendirle culto, 7 el Señor se enfureció contra ellos. Los entregó en manos de los filisteos y a los amonitas, 8 los cuales desde entonces y durante dieciocho años destrozaron y agobiaron a todos los israelitas que vivían en Galaad, un territorio amorreo, al otro lado del Jordán.