-
Castillo Fuerte: Aseidad (Autosuficiencia)
Contributed by Wilbur Madera Rivas on Oct 3, 2025 (message contributor)
Summary: Dios es autosuficiente en todo; nosotros somos totalmente dependientes de Él.
Hay un dicho popular mexicano que dice: “Si quieres conocer a Manuel…vive con él”. Significa que la convivencia diaria es la mejor manera de conocer a una persona, ya que en la convivencia se revela la verdadera manera de ser de cada quien y se aprende todo sobre sus hábitos y costumbres.
Pues en nuestra relación con Dios pasa algo semejante, si quieres conocer al Señor, debes tener un contacto diario, cercano y profundo con él como se ha revelado en las Escrituras. Nuestro conocimiento de Dios debe volverse vida, experiencia cotidiana, respuesta práctica, obediencia gozosa. Si quieres conocer a Dios…vive en él.
Hoy comenzamos nuestra nueva serie: “Castillo Fuerte” en la que estaremos explorando varios atributos de nuestro Dios como se revela en la Escritura, para que, conociéndole más, le amemos más.
Esta serie abarcará dos meses, en el mes de octubre estaremos hablando de algunos atributos que hacen a Dios único y distinto a nosotros, llamados por los teólogos, “Atributos incomunicables” y en el mes de noviembre estaremos viendo algunos atributos de Dios de los cuáles a compartido en parte con nosotros como sus hijos. O sea, los llamados “Atributos comunicables”.
Comenzamos hoy con el atributo conocido como la Aseidad de Dios. Esta palabra que viene de una raíz latina que significa “de sí mismo”, apunta al hecho de que Dios no depende de alguien más que de sí mismo para todo lo que es y hace. Es decir, Dios es autoexistente, autocausado, autosuficiente. En pocas palabras, Dios es totalmente independiente y autosuficiente. No necesita nada que esté fuera de sí mismo.
Nosotros somos todo lo contrario. En las últimas semanas, han estado naciendo los primeros bebés de familias de nuestra comunidad de la oleada de embarazaditas que hay en nuestra iglesia. Y aunque hay una gran alegría por la llegada de estos maravillosos bebés, también estoy seguro que la necesidad del ser humano está siendo sumamente evidente para esas familias.
Primero, lo frágiles que son los bebés humanos, tan indefensos y necesitados de atención intensiva. Si los bebés no reciben lo que necesitan: alimento, sueño, protección, en cuestión de muy poco tiempo dejan de existir. Así mismo, las madres de los bebés están tan necesitadas de descanso, de alimentación adecuada y apoyo en todo sentido para poder enfrentar su maternidad con entereza.
¿Y los padres? También seguramente están sintiendo más que nunca cuán carentes y necesitados están de recursos materiales y espirituales para ser los papás y esposos que su familia requiere de manera intensa en estos momentos. En fin, el ser humano es un ser tan dependiente, necesitado, carente, frágil de la cuna hasta la tumba.
Pero Dios no es así como nosotros. La Escritura nos enseña que Dios es autosuficiente, no necesita nada ni a nadie para ser, para existir o para hacer. Este concepto puede ser un poco complejo de comprender para nosotros porque no hay nada en nuestro entorno de experiencia que sea así. Nosotros, como creación, sólo conocemos el mundo de carencia, necesidad y dependencia.
Además, que por nuestro orgullo o soberbia se nos hace difícil pensar en un Dios así, porque esto implicaría nuestra total y absoluta dependencia de ese Dios, y nuestra total y absoluta imposibilidad de manipular, controlar, chantajear a un Dios así.
Pero la enseñanza de la Escritura al respecto es indudable. En varios pasajes encontramos la enseñanza de la aseidad o la autosuficiencia de Dios, pero hay uno en particular que consideramos hoy que, sin duda, sobresale; y lo encontramos en Hechos capítulo 17.
En el contexto de este capítulo encontramos al Apóstol en la ciudad de Atenas y lo que notó inmediatamente y causó dolor en su corazón, es ver la gran adoración que la ciudad hacía de dioses que no son dioses. No conocían al Dios vivo y verdadero y canalizaban ese sentido de necesidad y carencia buscando refugio en un sinfín de deidades que nada son ni nada podían hacer.
Eran dioses a la imagen de sus adoradores, igualmente carentes, necesitados de adoración humana e incluso necesitados de casas donde habitar.
Pero el Dios vivo y verdadero es muy distinto a esos dioses que no son dioses. El Dios vivo y verdadero es autosuficiente. No necesita nada ni a nadie para ser, existir y hacer.
Entonces, cuando Pablo tuvo la oportunidad de hablar públicamente acerca de la enseñanza de la verdad, no desaprovechó el momento para presentar al único y verdadero Dios, sus atributos, sus obras y la respuesta humana correcta ante él.
Y dijo así en el areópago, donde muchos académicos y pensadores lo escuchaban, allá en Hechos 17:24-25 NBLA: »El Dios que hizo el mundo y todo lo que en él hay, puesto que es Señor del cielo y de la tierra, no mora en templos hechos por manos de hombres, ni es servido por manos humanas, como si necesitara de algo, puesto que Él da a todos vida y aliento y todas las cosas.