-
Autoengaños: Autonomía
Contributed by Wilbur Madera Rivas on Feb 8, 2025 (message contributor)
Summary: Dependemos todo el tiempo de Dios.
- 1
- 2
- 3
- …
- 5
- 6
- Next
Es muy común escuchar o ver a muchos motivadores o mensajes motivadores en las redes sociales que nos están diciendo, básicamente esto: “Que nadie te diga que no puedes, porque tú puedes.” “Eres grandioso, eres imparable”. “Cree en tu potencial y cambia frases como “no puedo” por “sí” puedo.” “Cree en ti, no dejes que te digan que no puedes”. “Tú puedes contra todo en esta vida”.
¿Ya se sienten motivados? Como que hay algo en este tipo de pensamiento que nos despierta, que nos cautiva, que nos atrae. Y a alguno de nosotros nos da ganas de salir de nuestro desánimo por algún fracaso, o nos impulsa a decir: claro que sí. Mi problema es que no estoy confiando en mí lo suficiente. Yo soy algo maravilloso y no estoy explotando todo mi potencial. Soy algo majestuoso y la respuesta debo hallarla en mí mismo y en nadie más.
Y allí está lo complicado de esta mentalidad porque parece apelar a una realidad de nuestras vidas, pero al diagnosticar mal el problema nos hace buscar la respuesta incorrecta en el lugar incorrecto.
En nuestra serie: “autoengaños” estamos considerando ciertas posturas de la cultura humana que nos resultan apelantes pero que nos están desviando de la verdad del Señor revelada en su Palabra. Hoy consideramos el autoengaño de la autonomía.
Básicamente, esta idea humana nos está diciendo: tu problema viene de afuera, pero la solución está dentro de ti mismo. Tu problema es que te has rodeado de personas que te han hecho creer que no puedes, que no eres suficiente, que eres inadecuado, que no tienes valor, que eres incapaz, que no vales la pena y te lo has creído.
Pero según esto, la verdad es lo contrario. En ti mismo está la suficiencia. Eres autónomo. Tú te riges a ti mismo y nadie tiene porque decirte que ser o hacer.
La solución, entonces, es proclamar tu autonomía. Creer en tu potencial, en tu capacidad, en lo maravilloso que eres, en lo perfecto que eres. Necesitas creer esto de ti mismo.
¿Se sigue oyendo apelante…no es cierto? Parece tener mucha lógica. Nos cautiva este tipo de pensamiento porque en realidad sí hay personas a nuestro alrededor que nos han dicho cosas así de negativas acerca de nosotros mismos, y es cierto que sentimos en alguna medida ese sentido de ser inadecuados, de ser incapaces, de ser fracasados, de ser enfermizamente dependientes y codependientes, de estar llenos de temores y cosas semejantes.
Pero, aunque parezca verdad y sea apelante, este tipo de pensamiento tan común a nuestro alrededor, tan aparentemente motivante nos está enviando en la dirección equivocada, nos está llevando en la dirección opuesta a la que nos lleva la Palabra de Dios.
La Escritura nos lleva a pensar algo opuesto a esa dirección tan apelante y motivante. La Escritura nos lleva en la dirección de decirnos que nuestro problema está adentro y la solución viene de afuera.
La Escritura nos lleva a pensar que más allá de las palabras insensatas de los demás hacia nosotros, nuestro problema viene de un lugar mucho más profundo, que es nuestro corazón. Tenemos un problema de corazón. El centro que engloba nuestra persona total está dañado letalmente por el pecado.
Ese sentido de ser inadecuado, de ser un fracaso, de estar llenos de temores, de estar derrotado y apabullado, no viene al final de cuentas, de los comentarios y opiniones negativas de los demás, sino en su sentido más profundo viene de nuestro propio corazón porque es una realidad: El ser humano a partir de la caída en pecado es un ser roto, partido, inadecuado, incapaz, fracasado, que no llega a la meta, que no puede.
Y está así porque nuestros corazones autoengañándose, se autoproclamaron autónomos de Dios, y estando lejos de Dios, el pecado nos ha dejado en banca rota. Cuando nos sentimos así estamos experimentando algo esperado en el ser humano caído.
El ser humano fue hecho para tener una relación de conexión y dependencia con Su creador, pero por el pecado esa conexión vital se ha perdido y ahora busca en los lugares equivocados lo que sólo debe buscar y encontrar en su Dios. Y esta es la lucha constante de nuestros corazones.
En esa desconexión con Dios, nos ofende sentirnos fracasados, necesitados, humillados porque no nos gusta esa sensación, y tratamos de remediarla por nuestros propios medios y recursos. Entonces, este tipo de mentiras, se vuelven muy apelantes, porque no tenemos reconocer que estamos en banca rota, sino podemos recurrir a una de las raíces más profundas del pecado en nuestro corazón que es la soberbia, el orgullo, la autosuficiencia necia.
Cuando nos dicen: Cree en ti, es tan apelante porque nos hace creer que no estamos en banca rota después de todo, que no estamos tan mal después de todo, que somos una maravilla en nosotros mismos después de todo.