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Summary: Necesitamos conectarnos con la iglesia para crecer

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Forjados por la Comunidad

Intro: Todos hemos ido a una fiesta infantil alguna vez. La escena es típica. Los niños corren, saltan, gritan, ríen, se jalan, se empujan, suben, bajan, en fin la pasan muy bien. Pero invariablemente hay algún niño que comienza a llorar. La mamá, tan atenta como suelen ser las madres, viene a consolar a su hijo y le pregunta: ¿Qué te pasa hijo? ¿Te caíste? El niño responde: “Nooo”. La mamá insiste, ¿Te empujaron o te pellizcaron? El niño responde de nuevo: “Nooo”. Finalmente, la madre dice: “Entonces por qué lloras? El niño responde: “Es que a mí nadie me trajo regalos”. La mamá responde con esa sabiduría que caracteriza a las madres: “Hijo, es que ésta no es tu fiesta”.

De muchas maneras, nosotros nos parecemos a ese pequeño que pensaba que en la fiesta de alguien más le debían traer regalos. Pensamos que esta vida es nuestra fiesta. Pensamos que en esta vida todo debe salirnos bien y como deseemos porque es nuestra fiesta. Pero este mes hemos estado tratando de explicar la perspectiva bíblica de la vida. La Biblia nos enseña que esta vida no se trata de nosotros; no es nuestra fiesta. No se trata de que nosotros estemos cómodos, sanos, contentos, sin apuros ni dificultades. Esta vida es la fiesta de alguien más. Es la fiesta de Dios. Dios es el personaje principal, es el centro, su nombre y su gloria, su buena reputación y su santidad, es lo más importante en nuestras vidas.

Esta vida, entonces, más bien se trata de estar en el yunque de Dios. Allí donde él está transformando lo que somos en lo que él quiere que seamos; es allí donde él usa toda circunstancia en nuestra vida (pruebas, sufrimiento, tentaciones, relaciones difíciles y muchas cosas más) para forjarnos a la imagen de su hijo Jesucristo. Este es el compromiso que Dios ha hecho con aquellos que tienen una relación creciente con él. El compromiso es que después de todo este proceso de forja, de estar en el yunque, lo que empezará a surgir del horno y del mazo del artesano, son personas que se parezcan a Jesús en su carácter, paciencia, bondad, perseverancia, mansedumbre, dominio propio y demás atributos del Maestro. Esta vida es la fiesta de Dios, se trata de Dios, y nuestras vidas se tratan de estar en el yunque del divino artesano, siendo transformados, cual obra maestra, a semejanza de Jesucristo.

Hoy quisiera que consideremos un elemento indispensable que Dios usa para cumplir su propósito de transformación en nuestras vidas; me refiero a la comunidad. Dios usa la comunidad de gracia, a la iglesia, para forjarnos a semejanza de Jesucristo.

1 Corintios 12:13 (NVI) dice: “Todos fuimos bautizados por un solo Espíritu para constituir un solo cuerpo —ya seamos judíos o gentiles, esclavos o libres—, y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu. Este pasaje nos dice que los que están en una relación creciente con Cristo han sido bautizados por un solo Espíritu (el Espíritu Santo) con un propósito: “Para constituir un solo cuerpo”. Es decir, que la relación con Dios no se vive sólo de una manera personal, sino que por definición estar en Cristo es estar incluido en el Cuerpo de Cristo, que es la iglesia. Cada vez que la Biblia habla de nuestra relación con Dios, lo hace en el contexto de la Iglesia. La Biblia nunca nos da la idea de que esto de una relación con Cristo es un asunto que se viva a solas, o en aislamiento. La relación con Dios, ciertamente es personal, pero se vive en el contexto de una conexión relacional con otros creyentes que aman y buscan al Señor.

Ilustra: Quizá te ha pasado que conoces a una pareja en la que el Señor es todo un caballero y bella persona, pero la esposa es muy difícil. Quizá has dicho, “Qué bien me cae ese Señor, ahh! Pero su esposa”. Déjame decirte que eso no podemos hacerlo respecto a Cristo y la Iglesia. Es inconcebible, desde la perspectiva bíblica, pensar yo quiero a Dios, pero no quiero nada con la iglesia. Yo quiero una relación con Dios, pero solos Dios y yo, sin tener ningún contacto con Su Iglesia. Eso no se puede hacer. El plan de Dios ha sido y es que participes, te congregues, te involucres, te conectes con la iglesia. Cuando hablo de la iglesia, no me estoy refiriendo sólo a esta comunidad local llamada Shalom, sino me estoy refiriendo a toda iglesia donde fielmente se proclama el evangelio de Jesucristo.

Es muy importante que entendamos esto porque “Necesitamos conectarnos con la Iglesia para crecer” en nuestra relación con Dios.

En el capítulo 4 de la epístola a los Efesios de los versículos 11 al 16 encontramos esta enseñanza de una manera muy clara:

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