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Summary: La murmuración revela una falta de confianza en Dios

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Murmuración 20/07/10

Exodo 17:1-7

Intro. Hay un cuento maya que dice que un día el rey le pidió a su cocinero: “Dame de comer la mejor parte del cuerpo del animal, la más sabrosa”. Y el cocinero le presentó, al poco rato, un delicioso platillo con la lengua del animal. El rey comió y estuvo muy contento. Al día siguiente le pidió al cocinero: “ahora quiero comer la peor parte del cuerpo del animal”. El cocinero se fue a la cocina y al poco rato regresó con un platillo con la lengua del animal. El rey se mostró confundido y le dijo: “Cuando te pedí la mejor parte, me trajiste la lengua y cuando te pedí la peor parte me trajiste la lengua…¡No entiendo!”. Entonces, el cocinero le explico: “Efectivamente, majestad, la lengua es la mejor y la peor parte del cuerpo. Con ella se anima y con ella se ofenda, con ella se bendice y con ella se maldice, con ella se edifica y con ella se destruye.

Este mes hemos estado hablando de nuestra mejor y peor parte, hemos estado hablando del uso de nuestra lengua, de nuestras palabras. En nuestros mejores momentos, están las palabras…en nuestros peores momentos, están las palabras. Las palabras son una bendición, pero las palabras son muy peligrosas cuando se usan pecaminosamente. Por eso es tan importante que aprendamos lo que la Biblia dice al respecto del uso de nuestra lengua.

Ya hemos hablado del chisme y de la burla, hoy nos toca hablar de la murmuración. Cuando hablamos de murmurar estamos refiriéndonos a hablar mal de alguien, generalmente a sus espaldas. Es compartir con otros (y no con la persona indicada) un malestar o inconformidad. Es hablar con personas manifestando queja o disgusto por alguna cosa, creando un clima de inestabilidad en un grupo.

Es decir, lo que caracteriza a la murmuración es 1. Pensamientos negativos (queja, inconformidad, resentimiento) que se externan públicamente. 2. Se dicen de algo o alguien que normalmente está ausente. 3. Se dicen entre personas que potencialmente pueden adoptar esas mismas actitudes negativas.

¿Has murmurado alguna vez? ¿Has participado de murmuraciones? Todos hemos participado en alguna murmuración:

En el trabajo…hablando del jefe, del supervisor, del reglamento.

O en la Escuela…murmurando del director, de algún maestro, de la sociedad de Padres,

O en la familia…hablando de los padres, de algún hermano o de un hijo.

En la Iglesia…hablando de los líderes, de los ministerios, del grupo pequeño.

En fin, todos en algún momento, hemos participado, e incluso promovido, que los pensamientos negativos de queja, inconformidad o resentimiento sean externados en círculos que potencialmente pueden contagiarse con esas mismas actitudes negativas y nada constructivas.

Y también debemos reconocer que esas murmuraciones, no son edificantes ni para nosotros ni para la gente que nos rodea, ni mucho menos para solución del problema. Sólo crean una atmósfera tensa, en la que se hace más difícil crear puntos de unidad y encuentro unos con otros.

Recuerdo que en cierta época de nuestras vidas, Delia y yo nos reuníamos con unos amigos cristianos y disfrutábamos mucho esos tiempos. Pero debo confesar que muchas veces esas reuniones se tornaban en tiempos de murmuración. Externábamos nuestras quejas, inconformidades respecto a la iglesia, líderes o personas específicas y éramos secundados al hablar mal de esas personas ausentes. Sentíamos que habíamos reclutado nuestro ejército y nos sentíamos apoyados, pero los problemas no se solucionaban sino sólo habíamos contagiado nuestra queja en más personas.

Pero el Espíritu Santo fue poniendo convicción de pecado en nuestros corazones, y al darnos cuenta de lo que estábamos haciendo en nuestras reuniones, decidimos cambiar de rumbo. Ya no hablaríamos mal de nadie. Ya no estaríamos quejándonos cobardemente de personas ausentes. Ya no estaríamos contagiando nuestra negatividad unos con otros. Nos esforzaríamos por cumplir lo que dice Efesios 4:29: “Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes”.

La murmuración es un problema de pecado que florece donde hay gente conviviendo con gente. Tenemos que ser muy intencionales para combatirla en nosotros y los demás.

El pueblo de Israel es un vivo ejemplo de esa tendencia que tenemos de hablar mal de otros, de quejarnos destructivamente, de crear atmósferas tensas con nuestras actitudes negativas.

En el libro de Éxodo (capítulos 15-17) vemos claros ejemplos de la murmuración y lo que hay detrás de ella.

El pueblo de Israel había estado cautivo en Egipto por muchos años y Dios los liberó con poder del dominio de Faraón. Dios hizo venir sobre Egipto plagas que mostraban quién era el verdadero Rey. El instrumento humano que Dios usó fue Moisés. Él fue establecido como el líder para llevar al pueblo a la tierra prometida.

El capítulo 15 inicia mostrándonos la gran celebración del pueblo porque Dios había hecho un despliegue de su poder al abrir el mar rojo para que el pueblo pasara en seco, cerrando detrás de ellos el acceso al ejército egipcio que venía por ellos. Dios los había librado una vez más con gran poder.

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