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Summary: Los cristianos deben permanecer alerta y vigilantes. Esta exposición de Efesios 6:10-18 llama a los creyentes a protegerse de las estrategias de Satanás y a estar preparados para la próxima buena obra que Dios quiere hacer a través de ellos.

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Introducción

¿Estás listo? ¿Estás listo para cualquier cosa? Un tema importante en las Escrituras es la preparación. Segundo Timoteo 2:21 habla de estar “dispuesto para toda buena obra”.i A veces Dios abre una puerta a una persona, pero la persona no está preparada para atravesar esa puerta abierta. Por lo tanto, no puede aprovechar la oportunidad (Efesios 5:16). Para un encargo importante suele haber una preparación necesaria. Le pedimos a Dios oportunidades; Dios nos pide que nos preparemos para las oportunidades.ii

Después de dar la parábola de las Diez Vírgenes, Jesús dijo: “Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir.” (Mateo 25:13).iii Debemos estar preparados para la venida del Señor. Pablo escribió en 1 Tesalonicenses 5:6: “Por tanto, no durmamos como los demás, sino velemos y seamos sobrios”. La mayor parte del mundo será tomada por sorpresa por la venida del Señor. Estarán tan ocupados con otras cosas que ese día los tomará desprevenidos.iv

Pedro nos dice que seamos sobrios y vigilantes “porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar” (1 Pedro 5:8). Muchos cristianos hoy son como un soldado que ha olvidado que está en el campo de batalla. Se ha dejado llevar por una complacencia muy peligrosa. Su vida de oración se ha marchitado. Ha quedado atrapado en las preocupaciones de esta vida. Sólo lee su Biblia ocasionalmente. Y el diablo lo ha convencido de que no necesita estar en la iglesia. Sólo viene ocasionalmente como un deber religioso.v

Hace poco vi un documental sobre la guerra de Vietnam. Mientras esos soldados atravesaban la jungla, estaban muy alerta. Eran conscientes de los peligros que corrían. Observaban dónde pisaban porque no querían caer en una trampa explosiva. Escucharon atentamente los sonidos a su alrededor porque el enemigo podría estar acechando entre la espesa vegetación. Eso es lo que haces cuando estás en una guerra.

¿Alguien te dijo que estás en una guerra? Es una guerra más peligrosa que la de Vietnam. Allí podrías perder tu vida física. Pero en esta guerra, podrías perder tu alma eterna o la persona que vive cerca de ti podría perder su alma eterna. Esa realidad debería hacernos estar alerta.

No tenemos por qué vivir en un estado de ansiedad. De hecho, no debemos vivir con ansiedad (Fil. 4:6). No hay necesidad de ansiedad si estamos haciendo las cosas que se supone que debemos hacer. A veces las personas que no deberían estar ansiosas están ansiosas, y las personas que deberían estar ansiosas no están ansiosas. “el que piensa estar firme, mire que no caiga” (1 Cor 10:12). Hay seguridad en vivir en humilde dependencia del Señor. Es peligroso pensar que podemos descuidar esta gran salvación y tener éxito a largo plazo (Heb. 2:3).

Estados Unidos cometió un error fatal en la guerra de Vietnam. Subestimamos a nuestro enemigo. Observamos su falta de recursos materiales en comparación con los nuestros y asumimos que podríamos derrotarlos. Pero nos enfrentábamos a un enemigo decidido que tenía estrategias diferentes a las que anticipábamos. Nos arrastraron a un combate cuerpo a cuerpo que neutralizó gran parte de nuestra ventaja de recursos. Pensábamos que éramos invencibles, pero perdimos.

Como ya puedes ver, esto no es una charla de ánimo. Ésta es una aleccionadora declaración de la realidad. “Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar”.vi Ese es sólo un lado de nuestra realidad. El otro lado es mucho más alentador. Dios nos ha dado todo lo que necesitamos para ganar cada batalla.vii También nos ha mostrado cómo estar preparados para cualquier cosa. Y de eso quiero hablar esta mañana.

Nuestro texto se encuentra en Efesios 6:10-18:

“Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. 11 Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. 12 Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. 13 Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. 14 Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, 15 y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. 16 Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. 17 Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios; 18 orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos;”

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