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Summary: Por ver la historia del Hijo Pródigo, podemos aprender lecciones para los pródigos y para los hijos fieles.

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Buscando Lo Perdido, Segunda Parte

Lucas 15.11-32

Seguimos con nuestro estudio de Lucas, estando ahora en el capítulo 15. Quiero invitarles a buscar ese pasaje. Antes nosotros estudiamos la primera parte de este capítulo. Jesús fue criticado por los líderes de los judíos porque comía y bebía con “pecadores,” con cobradores de impuestos y otras personas “malas”.

Jesús respondió por contar tres parábolas. Ya vimos las primeras dos: el pastor con sus ovejas y la mujer con sus monedas. Ahora vamos a ver lo que podría ser la más famosa de las parábolas de Jesús: El Hijo Pródigo.

Antes que nada, un examen. (espero que hayan estudio)

¿De dónde proviene el término “hijo pródigo”? No aparece en el texto. ¿De dónde viene?

a. La Versión del Rey Jaime

b. El texto griego

c. La Vulgata, la Biblia en Latín

La respuesta es C. Esta traducción antigua fue la primera en utilizar la palabra “pródigo” para describirle al hijo. Y eso nos lleva a la próxima pregunta:

Se le dice “pródigo” al hijo porque quiere decir

a. Desagradecido

b. Derrochador

c. El que se fuga

La respuesta es B. El hijo fue llamado pródigo por la forma en que malgastó el dinero de su padre. En el idioma moderno quiere decir uno que se fuga. Pero eso es a causa de esta historia.

Se ha denominado “la mejor historia corta de todos los tiempos”. Veámosla con detalle.

Lucas 15:11 Jesús contó esto también: “Un hombre tenía dos hijos, 12 y el más joven le dijo a su padre: ‘Padre, dame la parte de la herencia que me toca.’ Entonces el padre repartió los bienes entre ellos.

Habiendo dos hijos, la ley judía dictaba que el mayor recibiría dos terceras partes y el menor una tercera parte. A veces un padre dividía sus bienes así en vida, pero quedaba como insulto que el menor lo pidiera. Era como decir, “Sólo vales por lo que me puedes dar.” Veamos que hace el menor...

13 Pocos días después el hijo menor vendió su parte de la propiedad, y con ese dinero se fue lejos, a otro país, donde todo lo derrochó llevando una vida desenfrenada.

Llevó todo. No se iba para ganar su fortuna y volverse. Se iba para siempre.

14 Pero cuando ya se lo había gastado todo, hubo una gran escasez de comida en aquel país, y él comenzó a pasar hambre. 15 Fue a pedir trabajo a un hombre del lugar, que lo mandó a sus campos a cuidar cerdos. 16 Y tenía ganas de llenarse con las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie se las daba.

Es interesante ver que Dios no tiene que intervenir directamente en nuestras vidas para que sintamos las consecuencias de nuestro pecado. Esta escasez afectó a todos pero impactó especialmente al hijo menor a causa de la forma en que había malgastado su dinero.

El cerdo era un animal inmundo para los judíos, inmundo en el sentido de que les dejaba no aptos para participar en los ritos religiosos. Estaba prohibido que el judío tuviera cerdos. El hijo menor había tocado fondo.

17 Al fin se puso a pensar: ‘¡Cuántos trabajadores en la casa de mi padre tienen comida de sobra, mientras yo aquí me muero de hambre! 18 Regresaré a casa de mi padre, y le diré: Padre mío, he pecado contra Dios y contra ti; 19 ya no merezco llamarme tu hijo; trátame como a uno de tus trabajadores.’

El muchacho decide humillarse y volver a su padre. Pero ni siquiera se atreve a pedir ser considerado como esclavo. Un esclavo en ese entonces se veía como parte de la familia y en cierto sentido era una carga para su amo. El muchacho pide trabajar por hora, sin comprometer a su padre en nada.

20 Así que se puso en camino y regresó a la casa de su padre. “Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y sintió compasión de él. Corrió a su encuentro, y lo recibió con abrazos y besos.

La imagen que vemos es de un padre que espera y anhela y ruega a Dios que vuelva su hijo. Lo ve desde lejos y CORRE hasta él. No hay nada de reproche ni burla. El padre regocija al ver el regreso de su hijo.

21 El hijo le dijo: ‘Padre mío, he pecado contra Dios y contra ti; ya no merezco llamarme tu hijo.’ 22 Pero el padre ordenó a sus criados: ‘Saquen pronto la mejor ropa y vístanlo; pónganle también un anillo en el dedo y sandalias en los pies. 23 Traigan el becerro más gordo y mátenlo. ¡Vamos a celebrar esto con un banquete! 24 Porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a vivir; se había perdido y lo hemos encontrado.’ Comenzaron la fiesta.

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