Dios Habla De La Naturaleza Y Sus Criaturas
1“¿Conoces tú el tiempo en que paren las cabras monteses?
¿Has observado el parto de las ciervas?
2¿Puedes contar los meses de su gestación,
O conoces el tiempo en que han de parir?
3Se encorvan, paren sus crías,
Y se libran de sus dolores de parto.
4Sus crías se fortalecen, crecen en campo abierto;
Se van y no vuelven a ellas.
5¿Quién dejó en libertad al asno montés?
¿Y quién soltó las ataduras del asno veloz,
6Al cual di por hogar el desierto,
Y por morada la tierra salada?
7Se burla del tumulto de la ciudad,
No escucha los gritos del arriero.
8Explora los montes buscando su pasto,
Y anda tras toda hierba verde.
9¿Consentirá en servirte el búfalo,
O pasará la noche en tu pesebre?
10¿Puedes atar al búfalo con coyundas para el surco,
O rastrillará los valles en pos de ti?
11¿Confiarás en él por ser grande su fuerza
Y le confiarás tu labor?
12¿Tendrás fe en él de que te devolverá tu grano,
Y de que lo recogerá de tu era?
13Baten alegres las alas del avestruz,
¿Acaso con el ala y plumaje del amor?
14Porque abandona sus huevos en la tierra,
Y sobre el polvo los calienta;
15Se olvida de que algún pie los puede aplastar,
O una bestia salvaje los puede pisotear.
16Trata a sus hijos con crueldad, como si no fueran suyos;
Aunque su trabajo sea en vano, le es indiferente;
17Porque Dios le ha hecho olvidar la sabiduría,
Y no le ha dado su porción de inteligencia.
18Pero cuando se levanta en alto,
Se burla del caballo y de su jinete.
19¿Das tú al caballo su fuerza?
¿Revistes su cuello de crines?
20¿Le haces saltar como la langosta?
Terrible es su formidable resoplido;
21Escarba en el valle, y se regocija en su fuerza;
Sale al encuentro de las armas.
22Se burla del temor y no se acobarda,
Ni retrocede ante la espada.
23Resuena contra él la aljaba,
La lanza reluciente y la jabalina.
24Con ímpetu y furor corre sobre la tierra;
Y no se está quieto al sonido de la trompeta.
25Cada vez que la trompeta suena, como que dice: ‘¡Ea!’.
Y desde lejos olfatea la batalla,
Las voces atronadoras de los capitanes y el grito de guerra.
26¿Acaso por tu sabiduría se eleva el gavilán,
Extendiendo sus alas hacia el sur?
27¿Acaso a tu mandato se remonta el águila
Y hace en las alturas su nido?
28En la peña mora y se aloja,
Sobre la cima del despeñadero, lugar inaccesible.
29Desde allí acecha la presa;
Desde muy lejos sus ojos la divisan.
30Sus polluelos chupan la sangre;
Y donde hay muertos, allí está ella”.
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