Jeremías 4
Un Llamado Al Arrepentimiento
“Vuélvete a Mí.
Si quitas de Mi presencia tus abominaciones,
Y no vacilas,
En verdad, en juicio y en justicia,
Entonces en Él serán bendecidas las naciones,
Y en Él se gloriarán”.
3Porque así dice el SEÑOR a los hombres de Judá y de Jerusalén:
Y no siembren entre espinos.
Y quiten los prepucios de sus corazones,
Hombres de Judá y habitantes de Jerusalén,
No sea que Mi furor salga como fuego
Y arda y no haya quien lo apague,
A causa de la maldad de sus obras”.
“Toquen la trompeta en la tierra;
Clamen en alta voz, y digan:
‘Reúnanse y entremos
En las ciudades fortificadas’.
Busquen refugio, no se detengan;
Porque traigo del norte la calamidad,
Una gran destrucción.
Y el destructor de naciones se ha puesto en marcha;
Ha salido de su lugar
Para convertir tu tierra en desolación.
Tus ciudades quedarán en ruinas, sin habitantes.
Laméntense y giman;
Porque no se ha apartado de nosotros
La ardiente ira del SEÑOR”.
“Que fallará el corazón del rey
Y el corazón de los príncipes;
Se quedarán atónitos los sacerdotes
Y los profetas se pasmarán”.
10Entonces dije: “¡Ah, Señor DIOS! Ciertamente has engañado en gran manera a este pueblo y a Jerusalén, diciendo: ‘Paz tendrán’, cuando tienen la espada al cuello”.
11En aquel tiempo se dirá a este pueblo y a Jerusalén: “Un viento abrasador de las alturas desoladas del desierto, en dirección a la hija de Mi pueblo, no para aventar, ni para limpiar,
12un viento demasiado fuerte para esto, vendrá a Mi mandato. Ahora Yo pronunciaré juicios contra ellos.
Y sus carros como un torbellino;
Sus caballos son más ligeros que las águilas.
¡Ay de nosotros, porque estamos perdidos!”.
Para que seas salvada.
¿Hasta cuándo morarán dentro de ti
Pensamientos perversos?
Y proclama el mal desde los montes de Efraín.
Proclamen sobre Jerusalén:
‘Sitiadores vienen de tierra lejana
Y alzan sus voces contra las ciudades de Judá.
Porque se ha rebelado contra Mí’, declara el SEÑOR.
Te han traído estas cosas.
Esta es tu maldad. ¡Qué amarga!
¡Cómo ha penetrado hasta tu corazón!”.
Estoy angustiado, ¡oh corazón mío!
Mi corazón se agita dentro de mí;
No callaré,
Porque has oído, alma mía,
El sonido de la trompeta,
El pregón de guerra.
Porque es arrasada toda la tierra.
De repente son arrasadas mis tiendas,
En un instante mis cortinas.
Y he de oír el sonido de la trompeta?
No me conoce;
Hijos torpes son,
No son inteligentes.
Astutos son para hacer el mal,
Pero no saben hacer el bien”.
Y a los cielos, y no tenían luz.
Y todas las colinas se estremecían.
Y todas las aves del cielo habían huido.
Y todas sus ciudades estaban arrasadas
Delante del SEÑOR, delante del ardor de Su ira.
27Porque así dice el SEÑOR:
Pero no causaré una destrucción total.
Y se oscurecerán los cielos arriba,
Porque he hablado, lo he decidido,
Y no me arrepentiré, ni me retractaré de ello”.
Entran en las espesuras y trepan por los peñascos.
Toda ciudad está abandonada,
Y no queda en ellas morador alguno.
Aunque te vistas de escarlata,
Aunque te pongas adornos de oro,
Aunque te agrandes los ojos con pintura,
En vano te embelleces;
Te desprecian tus amantes,
Solo buscan tu vida.
Angustia como de primeriza;
Era el grito de la hija de Sion que se ahogaba,
Y extendía sus manos, diciendo:
“¡Ay ahora de mí, porque desfallezco ante los asesinos!”.