Isaías 64
Si los montes se estremecieran ante Tu presencia
Para dar a conocer Tu nombre a Tus adversarios,
Para que ante Tu presencia tiemblen las naciones!
Y descendiste, los montes se estremecieron ante Tu presencia.
Ni el ojo había visto a un Dios fuera de Ti
Que obrara a favor del que esperaba en Él.
De los que se acuerdan de Ti en Tus caminos.
Pero te enojaste porque pecamos;
Continuamos en los pecados por mucho tiempo,
¿Y seremos salvos?
Y como trapo de inmundicia todas nuestras obras justas.
Todos nos marchitamos como una hoja,
Y nuestras iniquidades, como el viento, nos arrastran.
Quien se despierte para agarrarse de Ti.
Porque has escondido Tu rostro de nosotros
Y nos has entregado al poder de nuestras iniquidades.
Nosotros el barro, y Tú nuestro alfarero;
Obra de Tus manos somos todos nosotros.
Ni para siempre te acuerdes de la iniquidad.
Mira, te rogamos, todos nosotros somos Tu pueblo.
Sion se ha convertido en un desierto,
Jerusalén en una desolación.
Donde te alababan nuestros padres,
Ha sido quemada por el fuego
Y todas nuestras cosas preciosas se han convertido en ruinas.
¿Guardarás silencio y nos afligirás sin medida?