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Summary: El sentido de la vida no se encuentra en la creación, sino solo en el Creador.

Siendo niño, cuando se acercaba la época navideña, recuerdo que en la televisión comenzaban a salir comerciales de las últimas novedades en el ramo de la industria de juguetes.

Eran bastante creativos en mostrarte los juguetes, de tal manera que te quedabas con un gran deseo de tener uno de esos. Recuerdo en más de una ocasión que mis pensamientos fueron algo así como: “si tan solo tuviera uno de esos, la vida tendría un significado diferente”, “Si tuviera uno de esos, entonces sí que estaría feliz”, “Si tuviera uno de esos, ya no necesitaría nada más”.

Recuerdo una ocasión en particular que mis pensamientos fueron en esa dirección. En ese entonces estaba muy de moda un programa que se llamaba “el planeta de los simios” y habían vuelto un juguete una especie de base militar que aparecía en el programa y que en los comerciales de televisión se veía increíble.

En ese tiempo, estuve soñando despierto con tener una de esas. No tengo recuerdo consciente de haberla pedido, pero quizá sí lo hice y con mucha insistencia, pues al llegar el momento de abrir los regalos en Navidad a mí me tocó una caja de buen tamaño.

Al abrirla, no podía creer lo que vieron mis ojos. Era ese juguete que pensaba que iba a cambiar mi vida para siempre. Con mucha emoción abrí la caja y empecé a explorar su contenido con detenimiento y gran entusiasmo. No podía creer que esto estuviera pasando en la realidad.

Y efectivamente, disfruté mucho jugar con este juguete como por… cuatro días. Ya para el final de la semana, se fue quedando rezagado, pues había otras cosas que me empezaron a llamar la atención y ¿dónde acabó ese juguete que sería un parteaguas en mi vida? Ni idea. Aunque en su momento me pareció que sería lo que le daría sentido a la vida, no logró sobrevivir más que unos cuantos días en ese lugar.

Seguramente, tú también puedes compartir experiencias así de la niñez, pero la verdad de las cosas, es que esta experiencia no sólo la hemos tenido en la infancia, sino ha sido una experiencia recurrente en nuestras vidas.

Seguramente, a lo largo de nuestras vidas hemos pensado que algo o alguien le dará sentido a todo y cuando por fin estamos en ese escenario deseado y anhelando, como que no llega a ser tan exactamente como lo esperábamos. Sí lo disfrutamos hasta cierto grado, pero siempre quedamos anhelado algo más.

Por ejemplo, si vas a salir de vacaciones en los próximos días, seguramente has estado imaginando esos días de esparcimiento, descanso, familia y recuerdos construidos, incluso hasta sueñas con esos momentos. Pero cuando por fin llegan las fechas, los días pasan volando, en el viaje no todo sale como esperabas e incluso acabas más cansado a tu regreso de cómo iniciaste, y a veces, hasta con deudas que tienes que pagar el resto del año.

La verdad, todos hemos experimentado esta realidad de la vida bajo el sol.

En nuestra nueva serie: “Vanidad de vanidades”, que está basada en el libro de Eclesiastés en el Antiguo Testamento, estaremos considerando, precisamente esto. Estaremos considerando cómo la vida debajo del sol tiene realidades que no siempre reflexionamos profundamente; realidades que hay que considerar para tomar mejores decisiones; realidades que al final, deben llevarnos al punto más básico de nuestra existencia que es tener al Señor, nuestro Dios, como el centro de toda nuestra vida.

Eclesiastés es, sin duda, un libro fuera de lo ordinario en la Biblia. Si hiciste tu “A solas con Dios”, el devocional que te prepara durante la semana para el sermón que escucharás cada domingo, habrás leído los primeros capítulos del libro y seguramente, ya empezaste a sentir un poco su tonalidad y sabor.

Estamos más acostumbrados a libros del Antiguo Testamento en la Biblia que son muy explícitos en cuanto al pacto, la ley, el pueblo de Dios y demás temas relacionados. Pero Eclesiastés, aunque sí menciona los mandamientos de Dios y el temor del Señor, su punto de partida para la enseñanza es la observación de la vida y experiencia humana.

De ahí, va llevando sus reflexiones y construyendo sus argumentos para llegar a la conclusión de que nada hay debajo del sol que en sí mismo pueda dar sentido a la vida. Y que solo cuando Dios está en el centro de nuestra cosmovisión, los asuntos y realidades de la vida toman su justo lugar y sentido.

Para mí, Eclesiastés es un libro que está preparado o dirigido para establecer un diálogo reflexivo con la persona que no tiene mucho trasfondo religioso o sin mucho trasfondo de conocimiento bíblico. Es un libro que explora las realidades de la vida de una manera cruda y directa con la finalidad de mostrar que nada tiene sentido sin Dios.

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