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Summary: Sin importar en qué punto nos encontremos en nuestro camino espiritual, esta parábola nos traerá de vuelta a la tierra con un estallido. Recordemos nuestro deber para con Dios y el prójimo.

Introducción: “Esta es una lectura aterradora”

¡Qué lectura tan horrible y aterradora! Para mí, este es uno de los peores pasajes de toda la Biblia, en parte porque no lo entendemos completamente y en parte porque sí lo entendemos. … No importa en qué punto nos encontremos en nuestro camino espiritual con el Señor, esta parábola nos traerá de vuelta a la realidad de golpe.

Por lo tanto, procederé con cierta inquietud, porque el tema del infierno es uno de esos temas bíblicos en los que todos creemos, pero es un tema del que a nadie nos gusta hablar, oír hablar, ni siquiera aprender más; simplemente lo rechazamos en cuanto se menciona. … Es decir, hay miles y miles de libros diferentes sobre Jesús y Dios, incluso hay muchos libros sobre el cielo mismo, pero ¿cuántos libros has visto sobre el infierno? Porque estoy seguro de que, como yo, no quieres tener nada que ver con él, ni ahora ni nunca.

Lamentablemente, no podemos evitarlo esta mañana; es el núcleo de la parábola de hoy, aunque esta trata más sobre evitar el infierno que sobre anhelarlo. Por eso, Jesús la divide en tres partes:

• Primero, tenemos la comparación de dos hombres antes de morir.

• Segundo, tenemos la comparación de estos hombres después de morir.

• La corrección de las ideas erróneas que tenemos sobre el infierno.

I. LA COMPARACIÓN ANTES DE LA MUERTE (versículos 19-21)

En primer lugar, tenemos la comparación antes de morir, donde observamos el contraste entre los dos hombres de esta historia: uno era muy rico, vestía ropas finas y vivía una vida de lujo absoluto, bendecido en muchas cosas, muy similar al lujo del que muchas personas hoy se jactan e incluso anhelan. … Observen que Jesús no dice si era un hombre bueno o malo, solo que era rico, y al no decir nada al respecto… esta parábola es aún más aterradora.

Ahora bien, el segundo hombre, llamado Lázaro, yacía a la puerta de este hombre rico; en otras palabras, se conocían, aunque de lejos… y Lázaro era todo lo contrario… era un mendigo hambriento, y ansiaba comer lo que caía de la mesa del hombre rico. En lugar de ropas finas, el cuerpo de Lázaro estaba cubierto de llagas y úlceras, pero observen… nuevamente, Jesús no nos dice si Lázaro era un hombre bueno o malo, ni si su desgracia fue el castigo de alguna acción pasada, ni quién está pagando ahora una penitencia… No, solo dice que es pobre.

II. LA COMPARACIÓN DESPUÉS DE LA MUERTE (versículos 22-23)

A continuación, pasamos a la comparación después de la muerte, porque la muerte lo había cambiado todo, pues entonces leemos que los ángeles, nada menos, «llevaron a Lázaro al seno de Abraham en el cielo, y al hombre rico al infierno». …Cuando Lázaro murió, su cuerpo probablemente fue llevado a algún lugar, sin ceremonia alguna, probablemente quemado, cubierto con piedras o tierra, o arrojado a una tumba poco profunda… mientras que el hombre rico probablemente murió con dignidad, con una ceremonia solemne, lo mejor que el dinero podía comprar; y probablemente también con grandes honores. Todos saben a qué me refiero… sin embargo, es Dios quien decide el destino de alguien, ya que en algún momento, al atravesar el valle de la muerte, ocurrió un cambio asombroso: el hombre pobre recibió grandes honores y el hombre rico recibió el tormento eterno.

¿Qué sucede al morir?

Ahora bien, antes de abordar los conceptos erróneos sobre el infierno, debo aclarar que la mayoría de los eruditos, incluyendo los cristianos, creen que la muerte ocurre solo cuando nuestro espíritu humano abandona el cuerpo, según Santiago 2:26, y que la muerte no es el fin, sino el comienzo de una nueva existencia en otro mundo o en otro reino; que cuando morimos, solo nuestros cuerpos terrenales van a la tumba (o son incinerados), mientras que nuestro verdadero yo, nuestra alma o espíritu, parte a la vida eterna.

III - LA CORRECCIÓN DE LOS CONCEPTOS ERRÓNEOS SOBRE EL INFIERNO (versículos 24-31)

Concepto erróneo número 1: Es Dios quien decide nuestro destino. Así pues, ahora pasamos al primer error que acabo de mencionar: que es Dios quien decide nuestro destino eterno, y no aquellos a quienes hemos dejado atrás (aunque sería un consuelo saber que se nos extrañaría). Sin embargo, la vida es un viaje personal y espiritual que recorremos aquí en la tierra, preparándonos para la vida venidera. Es un viaje personal, nuestro, en el que somos responsables de nosotros mismos, especialmente de cómo respondemos al Señor Jesús.

Error número 2: Si somos ricos, estamos destinados al infierno.

A continuación, pasamos al error más obvio o popular: que «si somos ricos, estamos destinados al infierno». Y sabemos que este es un gran error, porque ser rico no es intrínsecamente malo para los cristianos. No, porque la Biblia nos dice que la búsqueda de riquezas es pecado (y más específicamente, cómo las acumulamos), al igual que depositar nuestra esperanza o confianza en el dinero, en lugar de en Dios mismo. Tener dinero no está mal… como dice claramente nuestra lectura del Nuevo Testamento esta mañana en 1 Timoteo 6:10: “Porque el amor al dinero es raíz de todos los males, pues, afanándose por enriquecerse, algunos se extraviaron de la fe y se torturaron con muchos dolores”. El énfasis aquí está en el amor al dinero, haciendo del dinero la meta, y por ende, a nuestro Señor Jesús.

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