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Summary: Si Cristo es nuestro Señor, Su Cuerpo es nuestro hogar.

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Romanos 12:4-5

Hace un tiempo escuché de una mujer que vivía sola en un vecindario y no guardaba una relación cercana con nadie. Raras veces se le veía salir de su casa y no era muy amable en su trato con los demás, por lo que la mayoría de las personas la evadían.

De pronto, dejaron de verla y los vecinos asumieron que se había mudado, pero nadie sabía a ciencia cierta qué había pasado con ella y en realidad, tampoco les inquietaba.

Pasaron varios años hasta que la junta vecinal presentó algunas quejas ante las autoridades por el descuido en el que se encontraba el predio y desentonaba con el vecindario. Fue que finalmente, las autoridades forzaron su entrada a la casa y encontraron los restos humanos de la mujer en el piso de la cocina. Había muerto hacía varios años y nadie se dio cuenta ni la echó de menos.

Quizá nos parece algo sorprendente que una persona muera sola, por causas naturales, y que pasen muchos años y nadie la extrañe ni la eche de menos. Pero esto está siendo cada vez más una realidad para las personas. En un mundo donde se promueve el individualismo y la privacidad del individuo, cada vez veremos más a menudo casos similares.

Pero, en realidad, aunque quizá algunos disfrutemos, hasta cierto punto, el estar solos o aislados, no fuimos hechos para vivir así. Como seres humanos fuimos hechos para vivir conectados con otras personas.

Continuando con nuestra serie “Sacrificio Vivo” en la que estamos considerando las implicaciones de haber recibido el evangelio en nuestras vidas y de tener a Jesucristo como el Señor, hoy subrayaremos la importancia de vivir nuestra lealtad a Cristo en comunión con su iglesia, su comunidad de gracia.

Todos los que hemos recibido la misericordia de Dios, debemos tener una clara consciencia y convicción de nuestra unión con el Cuerpo de Cristo, es decir, su iglesia, su comunidad de Gracia.

Por eso este día decimos: Si Cristo es nuestro Señor, su Cuerpo es nuestro hogar.

No podemos separar nuestra relación con Cristo de nuestra relación con la Iglesia, su Cuerpo, su comunidad. Somos llamados a vivir y formar parte del Cuerpo de Cristo, si somos discípulos de Jesús.

Recordemos que estamos considerando algunos versículos del capítulo 12 de Romanos. Ya hemos dicho que este pasaje funciona como una especie de bisagra en la epístola.

De los capítulos 1 al 11 se desarrolla todo un argumento teológico en el que se muestra como la humanidad, trátese de judíos como de no judíos, estamos perdidos, apartados y condenados por nuestro pecado. Pero que Dios nos ha mostrado su misericordia en la persona y obra de Jesucristo por quien tenemos reconciliación con Dios y la seguridad de su amor, del cual nadie ni nada nos puede separar.

Y el capítulo 12, la bisagra de la epístola, comienza a mostrarnos las implicaciones y aplicaciones de estas grandes verdades del evangelio. No que antes no tuviera aplicaciones prácticas, pero a partir de este capítulo podemos observar un énfasis intencional en poner sobre la mesa, aplicaciones e implicaciones de haber recibido la misericordia de Dios en Cristo.

Notemos esa bisagra, ese cambio, ese giro, cuando comienza diciendo el versículo 1 del capítulo 12: Por lo tanto, hermanos, tomando en cuenta la misericordia de Dios.

Ese conector lógico está sirviendo de bisagra entre todo lo que nos ha dicho con anterioridad y lo que a continuación nos irá diciendo.

Es decir, que todo lo que dijo con anterioridad es la base de todo lo que dirá de este punto en adelante. En pocas palabras, anteriormente les hablé, expliqué y mostré la gran misericordia de Dios, y ahora, ésta será la base de toda la vida práctica que ustedes deben vivir como respuesta al evangelio.

En resumen, toda orden o mandamiento práctico del cristianismo tiene su base y fundamento en las realidades logradas y completadas históricamente por nuestro Señor Jesucristo. Ningún mandamiento u orden se instruye sin este fundamento. La práctica está basada en las verdades eternas anunciadas en el evangelio.

Bajo esta presuposición es que debemos leer los versículos que nos ocupa hoy, que son los versículo 4-5 de Romanos 12 donde dice: Pues, así como cada uno de nosotros tiene un solo cuerpo con muchos miembros, y no todos estos miembros desempeñan la misma función, también nosotros, siendo muchos, formamos un solo cuerpo en Cristo, y cada miembro está unido a todos los demás.

En estos versículos se hace una comparación del cuerpo humano y sus características con el Cuerpo de Cristo, la iglesia, la comunidad de gracia. Encontramos, por lo menos, tres aspectos del Cuerpo de Cristo que nos hacen estar conscientes de nuestra conexión y dependencia del Señor y su iglesia. Porque recordemos: Si Cristo es nuestro Señor, su Cuerpo es nuestro hogar.

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