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Summary: Pon al Señor nuevamente como la prioridad en tu vida.

Creciendo en la iglesia de niño y adolescente, una de las actividades que realizábamos en las reuniones se le llamaba esgrima bíblico. Esto era una especie de concurso que consistía en que el que dirigía daba una referencia bíblica con capítulo y versículo y todos teníamos que buscar dicho pasaje en nuestras biblias, ponernos de pie y leerlo en voz alta, tratando de ser los primeros en encontrarlo y así ganar el punto.

Esto se hacía como una práctica para encontrar rápidamente versículos en la biblia. Cuando el que dirigía decía alguna cita de los salmos, esas eran de las más fáciles, porque sólo tenías que abrir tu biblia a la mitad y caías justamente en los salmos. Pero lo que no querías que ocurriera era que te pidiera buscar una cita en los profetas menores. Porque para empezar sus nombres y orden en la Biblia era difícil de recordar, pero, además eran libros muy pequeños.

Sobre todo, cuando se mencionaba el libro profético que estaremos considerando este mes en nuestra nueva serie de sermones: “reenfoque”. Quizá esto sea una de las cosas más difíciles de nuestra serie este mes: encontrar el libro en la Biblia. Porque Hageo es un libro profético del Antiguo Testamento muy pequeñito (a penas dos capítulos) que se encuentra entre Sofonías y Zacarías.

Pero este pequeño libro trae mucha enseñanza y desafío para nosotros que, como el pueblo de Dios en los tiempos postexílicos, necesitamos reenfocarnos en nuestra relación con el Señor. Necesitamos poner orden a nuestras prioridades, buscar al Señor con corazón renovado y entregado para vivir por él en todo aspecto de nuestras vidas.

Para poder entender el mensaje de este libro profético en su contexto original es necesario dar un poco de contexto histórico del tiempo postexílico del pueblo de Israel.

¿Qué tan lejos en la historia tenemos que comenzar para ir entendiendo el texto? Pues creo que, si comenzamos con la monarquía en Israel, puede ser un buen punto de partida.

Recordemos que la monarquía unida de Israel tuvo tres reyes consecutivos. El primer rey fue Saúl, el segundo fue David y el tercero y último fue Salomón. Este último construyó por indicación y provisión de su padre David, el majestuoso templo en Jerusalén. El tiempo de Salomón fue un tiempo del esplendor de Israel.

Al morir Salomón, su hijo Roboam no supo manejar bien la situación y el reino se dividió en dos grandes territorios. El reino del Norte, llamado Israel con capital en Samaria y el Reino del Sur, llamado Judá con capital en Jerusalén.

En cada reino pasaron varias generaciones de reyes y este fue tiempo de mucha actividad profética porque venían advertencias de un exilio si el pueblo no cambiaba sus malos caminos. Por fin, el juicio llegó tanto para el reino del norte y años después, para el reino del sur.

El norte fue expulsado de su tierra por los asirios con la caída de Samaria en el 722 antes de Cristo. Y el sur, el reino de Judá, con capital en Jerusalén donde estaba el templo, cayó finalmente en el año 587 antes de Cristo a manos de los babilonios. El templo que había construido Salomón quedó en ruinas y el pueblo fue exiliado a Babilonia.

A este período se le llama el exilio que duró como unos setenta años, hasta que los Persas conquistaron a los Babilonios y en el año 538 aC. como resultado de un decreto de Ciro el Persa, se le permitió a Israel regresar de Babilonia a su tierra bajo el liderazgo de Zorobabel y la guía espiritual del sumo sacerdote Josué. Alrededor de 50,000 judíos regresaron. Así comienza el postexilio que es la época en la que están ubicados los eventos a los que hace alusión el libro de Hageo.

La comunidad judía del posexilio que regresó a Jerusalén, en el año 536 a C. comenzaron a reconstruir el templo, pero la oposición de los vecinos y la indiferencia de los judíos causó que la obra fuera abandonada. Comenzaron con mucho ánimo, pero pasado un tiempo, dejaron la construcción. El templo continuaba en ruinas.

Dieciséis años más tarde, los profetas Hageo y Zacarías fueron comisionados por el Señor para alentar al pueblo no solo a reconstruir el templo, sino a reordenar sus prioridades espirituales. Es muy probable que estos profetas hayan regresado a Jerusalén del exilio juntamente con esa comunidad que regresó con Zorobabel.

En el libro, las palabras de Hageo tienen fechas bien identificadas y tal parece que la participación profética de Hageo en su presentación ante el pueblo se suscitó en un período de cuatro meses durante el reinado del rey persa Darío.

Como resultado, el templo fue terminado unos años más tarde. La reconstrucción del templo bajo el cuidado de Zorobabel y el sumo sacerdote Josué fue del año 520 al 514 antes de Cristo.

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