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Summary: Reflexiona, a la luz del evangelio, dónde está enfocado tu corazón.

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Este mes hemos estado meditando en un pequeño libro profético del Antiguo Testamento, llamado Hageo y quizá el primer reto ha sido encontrarlo porque es un libro de apenas dos capítulos, pero muy substancioso para la reflexión sobre nuestra relación con Dios y el lugar que él ocupa en nuestras vidas.

Recordemos que los eventos a los que el libro hace alusión sucedieron en el período del posexilio. Es decir, después de 70 años de estar deportados y exiliados en Babilonia y de estar el templo construido por Salomón en ruinas, los judíos tuvieron el permiso para regresar a Jerusalén para repoblar la tierra y reconstruir el templo.

En el 536 antes de Cristo comenzaron la reconstrucción, pero tuvieron mucha oposición y dificultades y suspendieron la obra, siguiendo el templo en ruinas. Pero 16 años después, Dios levantó al profeta Hageo y también a Zacarías para instar nuevamente la reconstrucción del templo que había sido abandonada.

En respuesta a este mensaje profético, los líderes y el pueblo comenzaron la reconstrucción más o menos por ahí del 21 de septiembre del 520 a de C. Luego, vino otro mensaje profético el 17 de octubre del 520 a de C. en el que se animaba al pueblo a concluir la obra que había empezado (que vimos la semana pasada). Luego, el 18 de diciembre del 520 a de Cristo, cuando la construcción ya tenía unos tres meses y un tanto más de haberse iniciado, llegó el anuncio profético que nos ocupa este día.

Este anuncio nos va aclarando aún más el propósito final de todo este tiempo y lo que Dios estaba haciendo en la vida de su pueblo en este período y para tal efecto, también en nosotros.

Hay una frase que se repite a lo largo de este libro de escasos dos capítulos y esta es: “Reflexionen en su proceder” o “Meditad sobre vuestros caminos” (1:5 y 7) o “Reflexionen en su corazón” o “Meditad en vuestro corazón” (2:15 Y 18).

Esto es muy importante de notar porque con tanta insistencia en la reconstrucción del templo, uno podría pensar que ese hecho en sí mismo era todo. Uno podría prematuramente concluir que lo que Dios quería era una casa edificada y sólida, así como la comunidad del posexilio ya tenían para ellos mismos, mientras que el templo seguía en ruinas.

Pero como ya hemos subrayado antes, y ahora al notar este énfasis en meditar o reflexionar sobre el camino, proceder o corazón, el asunto principal no era un edificio, sino el reenfoque del corazón del pueblo en su Dios.

El exilio no sólo los había alejado de su tierra, sino también los había alejado de la centralidad de Dios en sus vidas. Por eso, necesitaban reconsiderar sus caminos, meditar o reflexionar cómo estaban llevando sus vidas, qué lugar estaba teniendo el Señor para ellos.

Es importante notar que, aunque ya estaban dando pasos de obediencia, no se trataba de simplemente construir, sino que sobre todas las cosas, de reenfocar o regresar su corazón al Señor.

Este tercer mensaje profético de Hageo tiene este propósito de confrontar en dónde estaba el corazón del pueblo. Y este pasaje también confronta también nuestros corazones este día. Porque podemos estar haciendo muchas cosas para Dios, pero nuestro corazón puede estar muy lejos de él. Podemos estar recibiendo resultados nada favorables de nuestras acciones, y aún así continuar alejándonos de él.

Podemos incluso estar recibiendo bendiciones de su parte y estar perdidos en cuanto al origen de todas ellas. Por eso se hace necesario escuchar la exhortación pertinente de Hageo que nos dice: Reflexiona, a la luz del evangelio, dónde está enfocado tu corazón.

Este pasaje, basado en el contexto de la comunidad del posexlio, nos exhorta a considerar o reflexionar en dónde está nuestro corazón cuando estén ocurriendo, por lo menos tres circunstancias, en nuestras vidas. Pero aunque estas circunstancias eran propias de ese tiempo de la historia bíblica, muy bien pudieran tener un referente en nuestros días y podríamos vivir circunstancias muy parecidas.

Entonces, la exhortación para nosotros es la misma que les hicieron al pueblo judío el año 520 antes de Cristo, pero que sigue siendo relevante para nosotros aunque vivimos en otro tiempo, circunstancia y época de la historia de la redención. La exhortación es Reflexiona, medita, considera en todo lo que haces y te pasa, dónde está enfocado tu corazón.

Primero, Consideremos nuestros corazones, cuando hagamos algo para Dios.

Hageo 2:10-14: El día veinticuatro del mes noveno del segundo año de Darío, vino palabra del SEÑOR al profeta Hageo: «Así dice el SEÑOR de los Ejércitos: “Consulta a los sacerdotes sobre lo que dice la Ley”». Entonces Hageo planteó lo siguiente: —Supongamos que alguien lleva carne consagrada en la falda de su vestido y sucede que la falda toca el pan, el guiso, el vino, aceite o cualquier otro alimento; ¿quedarán también consagrados? —¡No! —contestaron los sacerdotes. —Supongamos ahora —prosiguió Hageo—, que una persona impura por el contacto de un cadáver toca cualquiera de estas cosas; ¿también ellas quedarán impuras? —¡Sí! —contestaron los sacerdotes. Entonces Hageo respondió: «¡Así es este pueblo! ¡Así es para mí esta nación!», afirma el SEÑOR. «¡Así es cualquier obra de sus manos! ¡Todo lo que allí ofrecen es impuro!

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