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Summary: Jesús, nuestro redentor, está en el cielo, pero nos habilita y fortalece para cumplir la misión en la tierra.

El domingo pasado estuvimos celebrando la resurrección del Señor las tres sedes de nuestra iglesia juntas en un solo lugar. Aunque fue muy especial ese culto, la realidad hermanos, es que cada domingo que nos reunimos para adorar, estamos haciendo, precisamente eso: celebrando el día del Señor, el día en que el Señor resucitó. Así que cada domingo es una fiesta, una celebración de nuestra esperanza por la obra completada por nuestro redentor.

Este mes, en nuestra serie, Redentor, hemos estado explorando los hechos históricos que rodearon los últimos eventos de la obra del Señor Jesucristo en su primera venida, según los reporta el evangelio de Lucas.

Así hemos hablado de los anuncios que el Señor hizo acerca de sus sufrimientos a sus discípulos, de su entrada triunfal a Jerusalén, también hablamos de su última cena con ellos. Su crucifixión y muerte no podían faltar y la semana pasada rematamos con su resurrección, todo en el evangelio de Lucas.

Y el evangelio de Lucas en sus últimos versículos dice de esta manera, en Lucas 24:50-53: Después los llevó Jesús hasta Betania; allí alzó las manos y los bendijo. Sucedió que, mientras los bendecía, se alejó de ellos y fue llevado al cielo. Entonces, ellos lo adoraron y luego regresaron a Jerusalén con gran alegría. Y estaban continuamente en el Templo alabando a Dios.

Como si fuera el final de la temporada de una serie, Lucas cierra el evangelio con estas palabras, pero nos deja con muchas interrogantes. Parece un buen final, pero es un final que nos deja interrogantes como para más episodios.

Después de haber dejado bien en claro que en verdad había resucitado, el Señor llevó a sus discípulos a Betania, los bendijo y en esa posición corporal de bendición, fue llevado al cielo. Este evento en la historia de la redención se le conoce como la ascensión del Señor.

Su ascensión es importante porque fue su coronación como rey, sentado a la diestra de Dios, reinando e intercediendo por nosotros, hasta el cumplimiento de los tiempos para su retorno triunfal como el Rey de reyes y Señor de Señores.

El Señor Jesucristo, después de su resurrección y de haber estado un tiempo, como de cuarenta días, con sus discípulos, fue llevado al cielo, ascendió al cielo y los discípulos, según el reporte del evangelio de Lucas, quedaron motivados para adorar al redentor con sus vidas. Y así cierra el evangelio.

Podrían surgir muchas preguntas: ¿Por qué se fue el Señor? ¿Y los discípulos qué deben a hacer ahora? ¿Volverán a ver al Señor o eso es todo? Por eso digo, como si fuera el final de una temporada de una serie, deja lugar a más capítulos y más temporadas.

Y justamente, eso es lo que tenemos en la Escritura. Lucas no termina su relato con el evangelio, sino tenemos su segundo libro en la Biblia. Tenemos la continuación de esta historia que empezó acerca del redentor. Nos estamos refiriendo a libro de Hechos.

Hechos, comienza, precisamente, donde el evangelio de Lucas, dejó la historia, sólo que, en ese primer capítulo de Hechos, nos provee mucha más información de lo que ocurrió en esos últimos momentos que Jesucristo estuvo en la tierra en su primera venida con sus discípulos, antes de ascender al cielo.

Y para cerrar nuestra serie, Redentor, entonces, es importante considerar en el libro de hechos, el segundo libro de Lucas, en su capítulo 1, lo que rodeo la ascensión de nuestro Señor.

Veremos que esas preguntas que nos surgieron con lo que parecía el final abrupto de Lucas, son contestadas en el primer capítulo de Hechos y todo esto es pertinente también para nosotros que estamos viviendo en esta época de la redención comprendida entre la primera y la segunda venida de Jesucristo, el redentor.

Es una realidad, nuestro redentor ascendió al cielo. Pero no nos dejó solos, ni desprovistos, ni desorientados, ni desolados. Nuestro Señor se fue al cielo, pero dejó a su iglesia habilitada para cumplir una tarea específica hasta que él regrese.

Por eso este día decimos: Jesús, nuestro redentor, está en el cielo, pero nos habilita y fortalece para cumplir la misión en la tierra.

El libro de Lucas termina con la ascensión de Jesús. El libro de Hechos comienza con la ascensión de Jesús. Pero en medio de este evento histórico de la redención, está la clara encomienda que tenemos como iglesia hasta que él regrese.

Hechos 1:1-3 dice: Estimado Teófilo, en mi primer libro me referí a todo lo que Jesús comenzó a hacer y enseñar hasta el día en que fue llevado al cielo, luego de darles instrucciones por medio del Espíritu Santo a los apóstoles que había escogido. Después de padecer la muerte, se presentó dándoles muchas pruebas convincentes de que estaba vivo. Durante cuarenta días se les apareció y les habló acerca del reino de Dios.

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