Tópico # 3
LA FAMILIA Y LA FORMACIÓN DE LOS HIJOS
Lucas 2:21-40
Introducción:
La relación familiar es un proceso constructivo. Cualquiera que sea su estructura, ya sea padre, madre e hijos, madre o padre cabeza de familia o hijos solos, la familia no es una entidad aislada del contexto que la rodea.
El contexto y la cultura no deben nunca condicionar nuestra obediencia a los mandamientos de Dios. De igual manera no deben nunca conducirnos a negociar los principios y valores bíblicos. Ya que el Señor nos ha puesto para iluminar nuestra sociedad.
Hoy vamos a aprender acerca de la formación de los hijos. Una declaración internacional sobre los derechos del niño dice: todos los niños tienen derechos como cualquier ser humano a alimentación, techo, cuidado de la salud, educación, y a no ser víctima de la violencia, negligencia y explotación.
Una de las funciones primordiales de la familia es la formación de personas autónomas e independientes sin perder de vista el aspecto fundamental que sostiene a la familia: las relaciones.
Hay dos aspectos importantes a tener en cuenta en le proceso de formación de los hijos. El primero es el equilibrio en los roles, el buen uso del poder y de la autoridad. El segundo es el respeto a la individualidad de los que integran la estructura familiar.
Un ambiente familiar cálido y seguro son las bases sobre las cuales los hijos desarrollan hábitos sanos y una sana autoestima. Lo que Simeón y Ana la profetiza hablaron acerca de Jesús afirma que los niños son parte del plan y propósito de Dios.
Pero al mismo tiempo nos recuerda que las responsabilidades de nosotros los padres no se limitan a proveer techo, alimentación y educación para los hijos. Sino también proveer un ambiente sano que ayude a la formación del carácter del niño.
Dentro de toda la Biblia este es el unico texto que nos cuenta algo sobre el ambiente familiar en la infancia de Jesús. En ninguna manera las frases del v. 40 y 50 han de tomarse en el sentido de que Jesús era un niño prodigio o anormal. Lo que sí puede significar es que crecía sanamente en todos los aspectos: intelectual, emocional y espiritual.
Podemos concluir entonces, que Jesús crecía en un ambiente familiar sano y bien equilibrado. Que la familia de José y Mará era común, que Jesús comió lo mismo que cualquier niño, jugaba como todo niño, que no tenía PS2, nintendo, MP3 player. Esto nos recuerda a nosotros padres, que hay cosas más valiosas que podemos dar a los hijos y que nunca se desvanecerán aunque nosotros ya no estemos en esta vida. Estas cosas son: el cariño, las reglas y límites sanos, y las palabras de estímulo.
1. EN EL PROCESO DE FORMACIÓN LOS NIÑOS NECESITAN CARIÑO (V.40)
Los niños en la sociedad hebrea del tiempo de Jesús, dependían de su familia y se educaban en medio de los adultos. Debemos recordar que los niños aprenden por imitación. Imitan a los mayores y quieren hacer todo lo que ellos hacen.
Si en la estructura familiar se da un clima emocional sano, entonces se creará un ambiente grato para los niños en el cual puedan cultivarse los valores y principios de nuestra fe en Cristo. De ahí la importancia del ejemplo que demos los adultos a los niños.
La formación del niño se debe darse en un ambiente saludadable. Si los padres saben dar cariño, son equilibrados y acogedores entonces los niños tenderán a hacer lo mismo. Es importante expresar y dar muestras de cariño a través de los gestos, las caricias, miradas, abrazos, palabras de afirmación.
“Y el niño crecía y se fortalecía…” por el cariño recibido de sus padres Jesús supo mostrar cariño a los niños. Toda persona que se siente querida, amada, valorada y respetada en su propia familia llega también a valorar y respetar a los demás. El cariño es el sustento de la seguridad y del equilibrio personal. No depende sino de la capacidad que tienen los padres para entregar el afecto que el niño necesita.
2. EN EL PROCESO DE FORMACIÓN SE NECESITAN REGLAS Y LÍMITES CLAROS (LC. 2:48-50)
Un cuidado familiar permanente y constante ayuda al niño a desarrollar sentimientos sanos de confianza. Sin embargo, no debemos ser demasiado permisibles. Los niños, aunque no razonan con la velocidad de un adulto, no son tontos. Por eso necesitan límites, necesitan saber lo que está permitido y lo que está prohibido así también como lo que ocurre cuando violan esos límites.
Proverbios 22:6 dice: “Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él.” He oído a muchos padres citar este texto y aplicarlo a la instrucción de la fe. Esto no es así como se aplica o interpreta ya que implica el aspecto de la educación y la disciplina. Déjeme decirle que ni aun Jesús por el hecho de ser Dios mismo estuvo exento de las reglas y los límites. Después del regaño de sus padres, volvió con ellos y se sometió a las reglas de la casa.
Una advertencia sana es no caer en la inflexibilidad ni en la permisividad. La inflexibilidad es la imposición de reglas y límites rígidos. La permisividad es lo opuesto: permitir que el niño haga lo que quiera. Hermanos y hermanas, los límites aunque no deben ser rígidos, tienen que ser firmes y mantenidos para ayudar al niño a disciplinarse.
Al niño no le hace mal quererlo mucho. Lo que le perjudica es la inconsistencia de las reglas y la falta de límites.
3. EN EL PROCESO DE FORMACIÓN ES IMPORTANTE EL ESTÍMULO (V.52)
Lo que tenemos delante de nuestros ojos es la imagen de un niño que crece con una sana autoestima. Un ambiente familiar en donde hay peleas continuas, discusiones con palabras obscenas, gritos y violencia, crea en los niños sentimientos de culpa y de angustia. Ya que llegan a pensar que lo malo que ocurre (peleas, etc.) es por algo que él ha hecho.
Las críticas y el destacar lo negativo de los miembros de la familia, particularmente en los niños, pueden conducirlo a pensar que no sirve para nada, a no quererse a sí mismo, a no tratar de superarse, a tener un bajo rendimiento académico, y a tener una baja autoestima.
Jesús aunque humilde, nunca tuvo baja autoestima. ¿Recuerdan el interrogatorio de Anás en Juan 18:19-24? El Señor no se intimidó, ni tuvo complejo de autocompasión, cuando después de responder al Sumo sacerdote, uno de los guardias le dio una bofetada. Con firmeza le respondió: ¿Por qué me golpeas?
“Y Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres.” Por las palabras de estimulo recibidas en su hogar Jesús pudo estimular a Pablo diciéndole: ¡Ten ánimo Pablo! (Hch. 23:11) así mismo a la mujer que tocó su manto diciéndole: ¡Ten ánimo, hija!
Conclusión:
Como padres debemos poner cuidado en cuanto a la formación que estamos dando a nuestros hijos. En este proceso debemos respetar su individualidad, esforzarnos por mantener un clima cálido y seguro en donde nuestros niños puedan desarrollarse sanamente.
La formación necesita elementos que no se pueden comprar con todo el dinero del mundo como el cariño, las reglas y los límites basados en los valores y principios de la Palabra y las palabras de estímulo.
“Empezaron a llevarle niños a Jesús para que los tocara, pero los discípulos reprendían a quienes los llevaban. Cuando Jesús se dio cuenta, se indignó y les dijo: "Dejen que los niños vengan a mí, y no se lo impidan, porque el reino de Dios es de quienes son como ellos… Y después de abrazarlos, los bendecía poniendo las manos sobre ellos.” (Mr. 10:13-16)
“Todos los niños tienen derecho a protección contra toda forma
de perjuicio o abuso físico, mental o sexual, descuido o trato negligente.”
Art. 19 Derechos del niño