Un llamado divino
Salmo 78:1-8
Introducción:
La formación secular de los hijos siempre ha sido una constante preocupación de padres responsables. No son po-cos los que hoy ya eligen con mucho cuidado el kinder don-de comenzarán su larga carrera de formación para la vida, buscando que este forme parte de una institución en la que la calidad educativa de los ciclos superiores sea la que los atraiga.
Los que estamos en la etapa media de la vida podemos generalizar diciendo que nuestros abuelos, la mayoría inmi-grantes, casi no tenían instrucción secular. Los dos o alguno de nuestros padres con trabajos y sacrificios terminaron la primaria. La mayoría de nosotros pudimos terminar la se-cundaria y algunos con mucho sacrificio la universidad; pero hoy nuestros hijos poseen un título universitario como algo normal, y ya los postgrados, maestrías y doctorados se ven como algo que el ámbito laboral requiere.
Pero, ¿qué sucede con la conversión y formación espiri-tual de nuestros hijos? A la inversa de la formación secular, Dios exige a las generaciones anteriores a dar testimonio del poder y grandeza de Dios. En nuestro tiempo estamos acos-tumbrados a delegar en la iglesia toda la responsabilidad de la educación cristiana de nuestros hijos cuando son peque-ños, privilegio y responsabilidad que en primer lugar nos to-ca a nosotros los padres de familia.
Podemos acotar aquí que muchos padres se sorprenden de que al llegar a la adolescencia, sus hijos dejen de con-gregarse o de asistir a las actividades propias de su edad en la iglesia; generalmente esto ocurre con aquellos hijos que sus padres no se ocuparon de su formación espiritual y solo se limitaron a "traerlos" a la iglesia pero no tomaron parte activa en inculcarles la Palabra de Dios.
Hoy día la familia sufre por la ausencia del padre. Puede que el padre esté física, moral y económicamente presente, pero su ausencia espiritual deja huellas indelebles en las vi-das de los hijos.
El programa de televisión, 60 Minutos, dio un segmento muy interesante hace un tiempo. Los guarda bosques de África del Sur de una preserva estaban muy preocupados porque 39 rinocerontes blancos habían sido matados. Resul-tó que los rinocerontes no fueron matados por cazadores ilegales pero por delincuentes juveniles.
Verán, la historia comenzó hacía 10 años atrás cuando el refugio no podía sostener la populación creciente de elefan-tes. Se decidió controlar a las manadas deshaciéndose de los machos dominantes cuyos hijos eran lo suficientemente maduros para sobrevivir sin ellos. Como resultado, muchos de los elefantes jóvenes crecieron sin padre y sin la presen-cia de un líder macho.
Al pasar el tiempo, los investigadores observaron que muchos de estos elefantes jóvenes comenzaron a aliarse y hacer sus grupos y comenzaron a hacer cosas que no son comunes a los elefantes. Tiraban palos y agua a los rinoce-rontes y actuaban como intimidadores – tirando árboles, hostigando a las hembras y básicamente alzando el nivel del ruido y el stress en el refugio. Sin los machos maduros en la manada, los jóvenes llegaron a su madurez sexual, produ-ciendo niveles excesivos de testosterona y comportándose muy agresivos. Unos cuantos se hicieron tan violentos que atacaban a los rinocerontes pasivos, los pisaban o se hinca-ban arriba de ellos, aplastándolos.
Para evitar la destrucción del refugio, los guarda bos-ques tuvieron que matar a las cabecillas de las pandillas de-jando a los más jóvenes desorientados y confusos. Llegaron a la conclusión que estos elefantes se portaban así porque no tuvieron ejemplo de los machos mayores. Finalmente lo solucionaron trayendo un grupo de machos dominantes para que los guiaran y así contrarrestar el comportamiento anor-mal. Después de algunos años bajo el liderazgo de los ma-chos dominantes, los jóvenes regresaron a su comporta-miento normal. Cesó la mortandad y se salvó el refugio.
Desde el punto de vista bíblico y la evidencia de mucha investigación, sabemos que los padres juegan un papel muy importante en la formación, fuerza espiritual y estabilidad de sus hijos. Dios les ha dado a los padres y madres la respon-sabilidad primordial de enseñar a sus hijos acerca de Él y su voluntad.
Como iglesia nuestra es la tarea de apoyar a las familias en cumplir su misión y ayudar a equipar a los padres con lo necesario para que puedan criar a sus hijos debidamente, como es digno del Señor. El Salmo 78 nos ayuda con esta misión.
Este salmo nos narra una historia, la historia de la des-obediencia de Israel y la misericordia de Dios desde el Éxodo hasta el tiempo del rey David. Nos recuerda del fracaso del pueblo, y a la vez nos muestra la fidelidad Dios y su miseri-cordia.
Este salmo busca traer a nuestra atención uno de los papeles esenciales que Dios le ha dado a los padres; el de discipular a los hijos, ayudándoles a crecer en conocimiento y la adoración del único, verdadero Dios.
En esta tarde vamos a tratar partes de este Salmo y hablar de algunas verdades profundas para ayudar a los pa-dres a entender mejor su misión y su meta al discipular a sus hijos.
Este Salmo se puede dividir en 3 secciones. En los ver-sos 1-3 se nos hace un llamado para escuchar, Asaf tiene un mensaje importante acerca del papel esencial de los padres. Segundo, en los versos 4-5, el define la misión del padre. Contesta la pregunta acerca de lo que Dios espera de ellos. Finalmente, en los versos 6-8 Asaf detalla la misión que Dios le ha dado a los padres en 3 metas, metas que definen la relación con sus hijos. Primero, contar, pasar las verdades espirituales, luego animar a la fe y finalmente, animar a obe-decer.
1. Llamado a escuchar (1-3)
Asaf tiene un mensaje de Dios, un mensaje que es im-portante. Dios está hablando por medio de Asaf, llama a padres, abuelos y al cuerpo de Cristo a escuchar lo que hará impacto en las vidas de nuestros hijos para honra de Cristo. Este es un mensaje esencial acerca del desarrollo espiritual de los hijos y el proceso del papel del padre.
Es un mensaje que necesita una audiencia, necesita que hombres escuchen, hombres que desean algo mayor para sus hijos, más de lo que el mundo puede ofrecer. Necesita que padres reconozcan que Dios les ha dado un don que debe ser valorado y protegido. Necesita que la iglesia esté dispuesta a apoyar a los padres, en la crianza de sus hijos para que lleguen a ser hombres y mujeres que conozcan a Dios y rindan sus vidas a Él.
Este versículo dice literalmente en el hebreo, “Presta tu oído a mi enseñanza, inclina tus oídos a las palabras de mi boca”.
En los versos 2 y 3, Asaf da un vistazo de lo que sigue en este Salmo.
“COSAS ESCONDIDAS DESDE TIEMPOS ANTIGUOS” se refiere a la aplicación de la historia del pueblo de Dios, las historias de la fidelidad, del poder y maravillas de Dios. Asaf va a contar esta historia, la contará para revelar la verdad a sus hijos, la verdad de quién es Dios y por qué deben poner su confianza en Él.
Esta es una historia importante para Asaf pues era el ministro de música en los días de David y era suya la res-ponsabilidad de adiestrar a los más jóvenes para este minis-terio. El conocía la importancia de poner una fundación fir-me y este Salmo es su advertencia a estos jóvenes para que no repitan los errores de sus padres, y puedan tener una re-lación íntima con Dios.
En los tiempos de Asaf los padres eran los que pasaban la historia a sus familias. A ellos se les dio la responsabilidad de pasar la herencia de la fe. En los tiempos bíblicos no se solía escribir mucho, pues era algo muy laborioso, pero se contaban las historias y se pasaban de generación en gene-ración de esta manera.
Lo triste es que estas historias se contaban como sólo eso, historias; no como testimonio de un pacto y la aplica-ción de estas verdades se había perdido. El impacto de lo espiritual se había perdido. Como resultado, los hijos cono-cían los cuentos pero no al Dios de las proezas. Faltaba el aplicar la Ley de Dios a sus vidas diarias, y por lo tanto, los padres estaban criando una generación de hijos desobedien-tes e inmorales.
En el verso 9 nos da un ejemplo. Los hijos de Efraín una vez fueron la fuerza de la nación. A ellos les pertenecía la tierra en la cual el tabernáculo de Dios estaba y de ellos era la responsabilidad de honrar a Dios con sus vidas. Pero algo faltaba, se habían hecho cobardes, no tenían funda-mento espiritual.
En el día de la batalla volvieron sus espaldas, o sea co-rrieron. No vivían de acuerdo al pacto que sus antepasados habían hecho con un Dios verdadero. Rehusaban honrar a Dios y fueron desleales y se olvidaron del poder de Dios. Se acobardaron.
Es por esta razón que Asaf escribió el salmo, para que los padres de hoy día puedan criar hijos valientes que no tengan temor de hacer proezas en el nombre del Jehová Sa-baoth—el Señor de los ejércitos. Es tiempo que la fe ocupe lugar primordial en las vidas de los padres y no teman y se acobarden en el tiempo de la batalla ni en el tiempo de cumplir su llamado sacerdotal.
Al principio dijimos que la tierra donde estaba edificado el tabernáculo pertenecía a los hijos de Efraín. Quienes sa-ben y conocen dicen que el lugar donde debería estar el te-mplo de los judíos, desde una vista aérea, se puede ver en la topografía de la tierra una letra en hebreo “shi” la cual se usa para el nombre de Jehová. Dios puso su nombre en la tierra, la selló para que el pueblo supiera que el siempre es-taría con ellos y sería fiel al pacto establecido con sus pa-dres.
Es por esto que el lugar donde estaba el tabernáculo y luego el templo fue tan importante para los judíos. Asaf co-nocía bien que Dios habita en la alabanza del pueblo. Tam-bién vio por años por lo menos 7 milagros que ocurrían di-ariamente en el tabernáculo. El humo del continuo sacrificio siempre subía en forma vertical. No importaba de dónde soplaran los vientos, el humo subía verticalmente derecho hacia el cielo. Nunca se vio moscas alrededor del lugar don-de se sacrificaba, ni donde se rociaba la sangre. Nunca na-die fue picado por escorpión o serpiente dentro del área del tabernáculo y luego después el templo. Nunca se perdió el fruto del vientre dentro de estos terrenos. Siempre había lugar para orar, no importaba el número de la multitud. La lluvia nunca extinguía el fuego que permanecía ardiendo continuamente.
2. La definición del sacerdocio (4-5)
En el verso 4, Asaf pide a los padres que no encubrieran a sus hijos estas maravillas. ¿Qué fue lo que pasó? ¿Por qué se olvidaron del poder de Dios?
No se les presentó un mensaje en la experiencia perso-nal de una relación íntima con el Dios Todopoderoso. No se enseñó la importancia del culto y la adoración. No se expli-có el significado de lo que sucedía en el ritual dentro del ta-bernáculo.
Lo que ocurría en la adoración judía es muy significativo para nosotros hoy día. En breve diré lo que hacían los sa-cerdotes cada día, y a veces ciertas actividades se hacían 2 veces al día para hacer una aplicación al sacerdocio del pa-dre de hoy día.
Por ejemplo, cada mañana se abría la puerta al rayar el alba y se cerraba a la puesta del sol. Cuando se construyó el templo, esta puerta se llamó “Puerta al cielo” y se podía abrir y cerrar solamente por dentro. Era una puerta enorme que se ocupaba mucha fuerza para abrirla. Cuando se abría esta puerta, estaba simbolizando que estaban listos adorar, o sea, orar. Al orar por la mañana, el cristiano se prepara para adorar a Dios con su vida y al orar por la noche le en-trega a Dios lo que hizo durante el día como un sacrificio de su vida total. Lo siguiente que se hacía era quitar las ceni-zas del altar de bronce y las echaban en un lugar donde eran llevadas al Mar Muerto, donde quedaban sepultadas. Las cenizas evitaban que el fuego ardiera, lo apagaban. El bronce el tipo de nuestra humanidad y las cenizas son las cosas que apagan el fuego del Espíritu Santo en nuestras vidas. Cada mañana necesitamos renovar nuestras mentes, quitar todo lo que estorba que pueda apagar el fuego. Lue-go se ponía incienso sobre el altar dentro del Lugar Santo. El incienso es símbolo de la oración. Esto se hacía por la mañana y la tarde. Se ponían dos manos llenas del incienso en la copa y el sacerdote sonaba la copa con el anillo que traía puesto. Sonaba como una campana repicando, lla-mando a la adoración, haciendo público su labor sacerdotal. En la tipología las oraciones son comparadas al incienso. No tengo tiempo para detenerme y explicar el simbolismo de las 11 especies usadas y los 11 tipos de oración mencionados en la Biblia. Luego se ponía aceite en el candelabro de 7 brazos. El hecho de tener 7 brazos es muy significativo—7 continentes en el mundo. El aceite que se usaba era el de las primicias, porque se prensaban 4 veces las olivas para sacarles todo el aceite. El primero era santificado para Je-hová, el segundo para alumbrar las casas, el tercero para cocinar, y el cuarto para medicina. Lo primero de nuestras vidas debe ser para Dios. Es interesante que las mechas pa-ra el candelabro se hacían de la ropa vieja de los sacerdotes. Se ofrecía sacrificio por la mañana y por la tarde—el sacrifi-cio continuo. Nosotros debemos recordar la sangre del Cor-dero de Dios para aplicarla en nuestras vidas por la mañana y la tarde antes de dormir. Hay tanto que sacarle a todo lo que se hacía en la adoración, pero con esto poco creo que pueden ver la importancia de todo. Los padres habían deja-do de enseñarles la IMPORTANCIA de estos ritos y habían llegado a ser precisamente eso, ritos y no una forma de ado-ración.
Los padres necesitan dar a sus hijos la verdad pero también explicar cómo se aplica a la vida cotidiana. No hay otra alternativa. Cristo es el UNICO camino al cielo y la sal-vación es IMPERATIVA. Hay que guardar la salvación con temor y temblor diariamente.
Muchas personas dicen que no quieren forzar a sus hijos a que acepten una religión, dicen, “al crecer sabrán esco-ger”. Esa es una mentira del Diablo. La Palabra de Dios di-ce claramente que se debe instruir al niño en su carrera. Se le debe inculcar que Dios está viendo todo lo que se hace. Se le debe enseñar a amar a Dios y obedecerle por amor.
3. La misión del padre (6-8)
Bueno peor que no enseñar a los hijos las verdades eternas es no vivir la verdad diariamente. ¿Amas a Dios so-bre todas las cosas? ¿Muestras fe? ¿Qué ven tus hijos en tu hogar?
¿Ven que te matas por el bien económico solamente? ¿Qué tan importantes los programas de la televisión para ti? Si vives de manera como que la felicidad proviene de lo que se tiene, estas escondiendo las verdades de Dios de ellos.
Peor que un padre no hable de la Palabra de Dios a sus hijos es no tener fe. La fe viene por el oír y el oír de la Pa-labra. ¿Tienes un altar familiar? ¿Hablas de las grandezas de Dios cuando estás a la mesa? ¿Das gloria a Dios por lo que pasa en tu vida? O, ¿hablas acerca de la buena o mala suerte que tienes? Josué entendía la importancia de esto—Josué 1:8.
Los hijos miran lo que habla tu vida y escuchan la pasión de tu corazón. No se puede proclamar las verdades de Dios si las verdades de Dios no se han experimentado personal-mente. Lo mejor que un padre puede hacer para su familia es caminar con Dios.
Deuteronomio 4:9, 10
¿Cuáles son estas maravillas dignas de ser alabadas? Primordialmente se resumen a dos: Su poder y grandeza.
El padre, siendo el que debe pasar la historia a su fami-lia, debe decirles a sus hijos acerca de cuán poderoso y ma-ravilloso Dios es. La misión del padre es inspirar a sus hijos con los testimonios que le inspiran a él su fe. El padre ha de decirle a su familia las maravillas que Dios ha hecho y mos-trarles con su vida la diferencia que hace esta verdad.
Moisés dio este consejo a los padres en Éxodo 13:8, 14. Padre, tu misión es decirle a tus hijos cómo Dios te rescató, cómo Dios te redimió y te liberó de las garras del Diablo por medio de la sangre de Cristo. Tu misión es decirles a tus hijos acerca del poder y la grandeza de Dios. Porque el Dios a quien tú sirves es el que partió el Mar Rojo en dos y el pueblo pasó en seco y que luego cubrió al ejército de Faraón con todo y caballos y carros. Tu Dios es aquel quien acom-paño al pueblo por 40 años en el desierto como columna de fuego de noche y una nube de día, quién hizo brotar agua de la peña. Tu Dios es el mismo que detuvo el sol y la luna por casi un día entero, el mismo que hizo caer fuego del cie-lo y consumió el sacrificio y aún el lamió el agua. Tu Dios es el que venció al Diablo, la enfermedad y la muerte por me-dio de su sacrificio y resurrección. Tu Dios es quien hace pacto con nosotros hoy, sus hijos, diciendo que por el mismo poder que resucitó a Cristo de los muertos, nos ha sentado en lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrarnos las abundantes riquezas de su gracia. Tu Dios es el que sostie-ne las cosas y hace girar los planetas sin salirse de su órbita, el que hace que las leyes de la naturaleza se cumplan, el que le dijo al mar hasta aquí tu bravura… Este es tu Dios y debes proclamarlo a tus hijos.
A los hijos les gusta escuchar historias de la grandeza y el poder de Dios. Les gusta escuchar cómo creó Dios los cielos y la tierra y formó al hombre del polvo de la tierra y sopló hálito en su nariz dándole vida.
A los hijos les gusta escuchar cómo Jesús sanó al ciego y al paralítico. Les gusta escuchar de la ternura de Jesús cuando le habló a Zaqueo. Se maravillan cuando escuchan que caminó sobre el agua y con su voz calmó la tempestad y con 5 panes y 2 pececillos pudo dar de comer a 5 mil.
El padre debe enseñar a sus hijos las verdades eternas. ¡Esta es tu misión! Sé ejemplo con tu vida y tu pasión al adorar y servir a Cristo. Dios ha elegido al padre para que pase la herencia espiritual a sus hijos y revelar al Padre Eterno.
Pero también debes obedecer a Dios. ¿Qué mensaje es-tás dando? ¿Tus acciones y palabras abren los ojos de tus hijos a la misericordia y gracia de Dios? ¿Pones antes sus ojos las verdades acerca de Dios y recalcas sus maravillas?
Es importante hacer nota de que el papel primordial del padre no es hacer cumplir la ley, sino cumplirla él mismo primero. Pero el de hablar y contar las maravillas de Dios no habla tan fuerte como y el padre cumpliendo la ley de Jeho-vá. Muchas veces el padre piensa que lo único que debe hacer es castigar. Pero eso no es la misión primordial. Tú debes revelar a tus hijos la Palabra de Jehová y sus maravi-llas. Tu deber es discipular a tus hijos y ser el sacerdote de tu hogar. Discipular es enseñarles a ser obedientes a los mandamientos de Dios. Debes poder decirles a tus hijos, “Sed imitadores de mí como yo de Cristo”.
Asaf les contó a los jóvenes lo que Dios hizo al sacarlos de Egipto. El padre está para inspirar a sus hijos a la obe-diencia.
Recuerden las 3 metas que un padre debe tener en mente. Primero, es pasar las verdades. Hazlo por medio de tu vida y por tus palabras. Tú debes desear que los ojos de tus hijos sean alumbrados con entendimiento. La iglesia no es la responsable de esto. La meta de la iglesia es ayudar al padre pero no hacer el trabajo que Dios te ha encomendado. Considéralo un privilegio.
La segunda meta es animar a los hijos en la fe. De ins-pirarlos a buscar la salvación. El conocimiento de Dios lleva a que se ponga confianza en Él. Lo que entra al corazón debe causar un cambio de corazón. La razón que le debes enseñarles las verdades espirituales a tus hijos es para que pongan su fe en Cristo.
La tercera meta es de inspirar a tus hijos a guardar los mandamientos (obedecer) de Dios. ¿Cómo? Por tu propio andar con Cristo.
CONCLUSION:
Hay un testimonio muy interesante. Es el de Lee Stroble.
El cuenta que su hija Allison tenía 5 años cuando el Se-ñor lo salvó. Hasta esa edad ella solo había conocido a un padre mal hablado e iracundo. Unos meses antes de ser sal-vó llegó tirando las paredes de su casa. Su hija se escondió en su cuarto llena de pavor. Cinco meses después de ese incidente, rindió su vida al Señor. Unos días después de ser salvo, su hija se acercó a su mamá y le dijo, "mamá, yo quiero que Dios haga en mí lo que hizo en papi”. Ella nunca había estudiado acerca de la evidencia arqueológica que prueba la autenticidad de la Biblia, ni había estudiado la teo-logía de la regeneración. Todo lo que ella conocía era el tes-timonio de su padre. Ese día ella entregó su corazón al Se-ñor.
Padre que me escuchas este día, ¿cómo está tu relación con Dios? ¿Estás cumpliendo tu llamado divino de discipular a tu familia?
Bendición:
Judas 1