Summary: Tenemos lo que necesitamos para iluminar nuestro mundo: el amor de Dios

ILUMINA TU MUNDO CON EL AMOR DE DIOS

Romanos 5:1-11

Introducción:

La semana pasada fui con mi esposa a la librería “Mitchells” a buscar unos materiales que necesitábamos.

Cuando estábamos pagando la cajera que nos estaba atendiendo dijo: “en las próximas semanas vamos a tener descuentos sobre todo libro que tenga escrito la palabra Amor”. Pensé por un momento y le dije: “eso quiere decir que van a regalar todas las biblias que tienen aquí”. Un poco desconcertada me miró y se sonrió. Entonces le dije: “Pues por todas las páginas de la Biblia se encuentra la palabra amor.” Es cierto pero no será así- me respondió.

No podemos dejar de leer este maravilloso y santo libro sin encontrarnos con ese amor. Desde Génesis hasta Apocalipsis, la línea de pensamiento que se sigue es uno solo: el amor de Dios. por eso Romanos 5:1-11 no es la excepción.

Transición:

El apóstol abre esta sección de su carta con una gran afirmación: “En consecuencia, ya que hemos sido justificados mediante la fe…” palabras muy comunes en el vocabulario evangélico pero al mismo tiempo profundas en significado.

La justificación mediante la fe, es un acto de Dios. Una vez que depositamos nuestra confianza en Cristo, Dios declara que ya estamos en relación correcta con él. Lo que significa que tenemos todo lo que el pecado nos ha robado así como lo que necesitamos para iluminar nuestro mundo:

Paz (v.1); acceso a la gracia (v.2); una esperanza gloriosa (v.3-4); victoria en las tribulaciones (v.3-4); el amor de Dios derramado en nuestro corazón (v.5); el Espíritu Santo (v.5); no estamos bajo la ira de Dios (v.9-10); hay un gozo perenne e indescriptible en nuestra vida (v.11); hemos recibido la reconciliación (v.11) y tenemos vida eterna (v.17-21.

El punto de enlace en todo esto está en la profunda afirmación que se hace en el v. 5: “…Dios ha derramado su amor en nuestro corazón por el Espíritu Santo que nos ha dado”

El primer fruto que evidencia la presencia del Espíritu de Dios en un creyente es el amor. Podríamos decir que Romanos 5:1-5 es una versión extendida de Galatas 5:22. ¿La razón? ¡Solo el amor de Dios transforma todo!

Cuando hemos llegado a conocer a Cristo a través de una experiencia personal y verdadera, es personal porque nadie puede experimentar nada por otro y verdadera porque se ubica dentro del tiempo y el espacio de nuestra vida; nunca más seremos las mismas personas.

Ilumina tu mundo con el amor de Dios implica que un cambio debe ser operado, una transformación debe tomar lugar.

Lo que iluminará y transformará a la sociedad y el mundo no es la simpatía ni la empatía, no es el deseo de servir, ni la amistad que la iglesia brinda, sino el amor de Dios derramado en el corazón de cada uno de los miembros de la iglesia del Señor. Veamos dos razones:

1. EL SEÑOR JESÚS DIJO QUE EL DISTINTIVO DE SU PUEBLO SERÍA EL AMOR

Jesús nunca dijo que el distintivo de su pueblo sería la denominación, tipo de iglesia, la cultura de los miembros de la iglesia ni nada por el estilo, sino el amor.

Jesús dijo: “Este mandamiento nuevo les doy: que se amen los unos a los otros. Así como yo los he amado, también ustedes deben amarse los unos a los otros. De este modo todos sabrán que son mis discípulos, si se aman los unos a los otros” –Jn. 13:34-35

Antes de tratar de iluminar al mundo con el amor de Dios, la iglesia debe primeramente reflejar en las relaciones interpersonales, que en su propia vida hay luz y amor.

El amor del cual hace referencia Jesús no está catalogado como una opción, sino como una decisión. El amor de Dios nos impulsa a dar solución inmediata a las diferencias y problemas no resueltos en todos los niveles de la vida.

a. A nivel familiar:

La Biblia dice: “Cree en el Señor Jesús; así tú y tu familia serán salvos” –Hch. 16:31. Esto no quiere decir que la salvación es hereditaria o transferible. Lo que sí quiere decir es que nuestra prioridad es iluminar a nuestra familia. Lo primero es restaurar las relaciones rotas perdonando y pidiendo perdón. Como fruto de que hemos experimentado y hemos sido transformados por el amor de Dios, el cual ha sido derramado en nuestro corazón.

b. A nivel de iglesia:

La Biblia dice: “El que afirma que está en la luz, pero odia a su hermano, todavía está en la oscuridad. El que ama a su hermano permanece en la luz y no hay nada en su vida que lo haga tropezar.” 1 Jn. 2:9-11

La indiferencia y la falta de perdón son la piedra que pone tropiezo e impide que el amor de Dios fluya a través de su pueblo. Como consecuencia el rencor y la amargura se convierten en una enfermedad crónica difícil de curar, que estanca nuestro crecimiento espiritual y la extensión del reino de Dios.

En nuestra humanidad y por nuestros propios medios hacer esto es imposible por eso “Dios ha derramado su amor en nuestro corazón por el Espíritu Santo.” Por esa razón la Biblia dice: “El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor… En esto consiste el amor: no en que nosotros hayano amado a Dios, sino en que él nos amó y envió a su Hijo para que fuera ofrecido como sacrificio por el perdón de nuestros pecados” 1 Jn. 4:7-10

2. EL AMOR DE DIOS DERRAMADO EN NUESTRO CORAZÓN QUITA TODO TEMOR

El amor de Dios en nuestro corazón nos da tranquilidad y produce un equilibrio sano en nuestras vidas. ¡Nunca más viviremos atemorizados!

La Biblia dice: “En el amor no hay temor, sino que el amor perfecto echa fuera el temor” -1 Jn. 4:18 y en otra parte afirma: “Pues Dios no nos ha dado un espíritu de timidez sino de poder, de amor y de dominio propio.” 2 Tim. 1:7

El temor es lo que a veces nos impide compartir el evangelio con las personas. La obediencia al mandato de alcanzar y discipular al mundo, es estimulada por el amor. El temor muchas veces nos roba la paz y la alegría que Dios ha puesto en nuestra vida.

El temor nos traiciona, nos desalienta, nos ata a nuestro pasado y nos impide avanzar hacia el futuro. Hemos sido justificados y reconciliados por que Dios nos ama. En la justificación y reconciliación no hay cabida para el temor y la esclavitud, sino para el amor y la libertad.

Porque Dios me ama y ha derramado su amor en mi corazón:

a. No tengo temor de decirle al mundo quien es Cristo y lo que ha hecho por mí. Porque comprendo que ellos al igual que yo, estamos incapacitados para salvarnos a nosotros mismos a no ser que Dios intervenga en nuestra vida.

b. No tengo temor de separar mi diezmo y confiar en la promesa de Dios la cual dice: “abriré las ventanas de los cielos y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde” –Mal. 3:10

c. No tengo temor de ofrendar para las misiones con el ardiente deseo de ver a nuestros misioneros realizar la tarea del ministerio para que el reino llegue a los corazones de los que andan por esta vida sin Cristo y sin Dios.

Conclusión:

Solo el amor de Dios puede transformar nuestra vida y el mundo en donde vivimos. La justificación por la fe y el amor infinito de Dios nos han devuelto lo que el pecado nos había quitado: paz con Dios, ya no estamos enemistados con él; reconciliación con Dios, ahora tenemos acceso a la gracia y aguardamos una esperanza gloriosa.

En medio de las aflicciones y dificultades conservamos el gozo del Señor. Todo persiste por la potencia del amor divino derramado en nuestro corazón.

El mismo amor que nos dio al Hijo de Dios, aun cuando éramos sus enemigos y objeto de su ira, una vez que el hombre comprende y recibe la gracia, se derrama en su corazón. La abundancia de este amor en el corazón de quien ha sido justificado y el alcance del mismo, son los distintivos del cristiano. Por eso somos llamados a iluminar nuestro mundo con ese amor: “…porque Dios ha derramado su amor en nuestro corazón por el Espíritu Santo que nos ha dado.

Iglesia Bautista Emmanuel

Toronto, Canada 8 de Febrero del 2004