Introducción:
Una de casi todas las causas de las divisiones es el desacuerdo sobre doctrina y hasta algunas veces tiene que ver con la liturgia de la iglesia, esto le da una mala representación del cuerpo de cristo el cual es uno, en el cual cristo es la cabeza, aparte de ese cuerpo la iglesia visible no tiene ninguna razón de existir.
El nuevo Testamento exhorta a la unidad, a una inquebrantable comunión y al amor fraternal; pero estas cosas han sido descuidadas y rechazadas. La obligación de permanecer en comunión aun cuando se levantan las controversias se ha abandonado y con frecuencia sobre asuntos sin importancias. Estas diferencias bien podrían haber sido allanadas mediante la oración y con una debida consideración de los derechos de otros. Por que todas las separaciones se deben a la inconsecuencia de un grupo que piensa tener el derecho de interpretar la Biblia según su propio punto de vista, y que sin embargo, niegan a otros el mismo derecho. Por supuesto que si se tratara de negar una verdad fundamental, el nuevo testamento de las direcciones en el asunto.
Las diferencias en las prácticas no debieran ser el motivo de romper la comunión entre los creyentes, cometiendo el grave pecado de dividir el Cuerpo de Cristo. Sin embargo la Atrocidad de este pecado aparecerá cuando los creyentes sean reunidos como un cuerpo en la presencia del Señor donde no se podrá sonar que haya tales divisiones y donde la mente del creyente estaría concentrada en las cosas eternas. Excluir a un creyente por que según la opinión de alguien no ha sido propiamente bautizado, o porque el no se limita a los salmos de David para entonar sus notas de alabanzas seria excluir al ladrón que acepto a Cristo.
No será nada agradable descubrir que mientras se trata de colar el mosquito de cosas de menor importancia en la doctrina, uno se haya tragado el camello de una unidad rota, o mientras se descubre la mota en el ojo de un hermano sobre la manera de practicar la ordenanza, uno ha fallado en echar la viga del propio ojo que en espíritu negaría a Cristo la Contestación de su Oración “que ellos sean una cosa; como tu, oh Padre, en Mi, y yo en ti” (Juan 17:21)
La Razón para todas las divisiones no se debe a la falta de un claro testimonio en la Biblia, o la falta del ministerio de enseñanza por el Espíritu; ni se debe a la debilidad inherente del hombre mas bien se debe a la falta de espiritualidad entre el pueblo de Dios, al fracaso de caminar humildemente y en sumisión al Espíritu de Dios Filipenses 2:3 “nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes en humildad estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo Gálatas 6:1 “considerante a ti mismo. El amor fraternal no da lugar a las separaciones; y cuando los hombres están desunidos y se aseguran a sí mismo de que están contendiendo por una causa justa, debieran contemplar la mayor injusticia del pecado de dividir el cuerpo de Cristo.
Conclusión:
La verdadera iglesia no esta dividida, ni tampoco puede dividirse; sin embargo la iglesia visible ante la manifestación de un ideal de la Biblia, es un esfuerzo arruinado y destrozado. El remedio no se logra por una simple unión de organizaciones, aunque esta daría un aspecto mejor al mundo. El remedio esta en la actitud del creyente individual en su amor para todos los demás creyentes, pasando por alto las conexiones eclesiásticas o distinciones de razas. Este es el efecto normal de uno que esta caminando en el Espíritu. El Apóstol Juan declara: “Nosotros sabemos que hemos pasado de Muerte a Vida, en que amamos a los Hermanos” (Juan 3:14), y “Amados, amémonos unos a otros; por que el amor es de Dios, Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. El que no Ama no ha conocido a Dios; por que Dios es Amor.