Una buena conciencia
Hechos 23: 1
Algunos tienden a trivializar lo que es ser cristiano. “Levanten las manos los que son cristianos, de izquierda a derecha, de derecha a izquierda.” “Si en verdad eres salvo dí Amén”.
Hay diferentes pruebas de lo que es ser cristiano. La primera es la prueba de la buena conciencia
I Esa voz interna Romanos 2: 1-16
Ø Esa voz interna que a veces es como un consejo, una alarma, una cantaleta, a veces dulce, a veces chillón, a veces advierte, a veces reprende, a veces nos acusa, a veces nos defiende
Ø Desde Pinochio, Edgar Allen Poe – El corazón delatador, El Crimen y el Castigo, en todas culturas, y todas épocas, el hombre ha sentido la acusación de su conciencia, tenga o no conocimiento de Dios. Es parte de nuestro sistema operativo. Dios nos hizo así.
Ø Pablo lo define como la “ley escrita en sus corazones”
Ø Lo que hacemos siguiendo la conciencia, lo hacemos “con ciencia”, y lo que hacemos sin hacer caso, lo hacemos “sin ciencia”. Osea, el que no se deja llevar está obrando con locura, en contra de la ciencia de Dios
Ø Hay algunas cosas que se aprenden culturalmente, y la conciencia es modificada por la cultura, pero hay cosas que son universales en esa conciencia colectiva de la humanidad
Ø Pero desde la caída de Adán y Eva, todos hemos pecado y nuestra conciencia ha sido violada, funcionando como especia de alarma activada constantemente.
Ø La conciencia puede corromperse (justificando lo injustificable), o puede cauterizarse, (se quema) por el exceso de culpabilidad
II Limpiando la conciencia
Ø La única manera de apagar la conciencia una vez que ha sido activada es por medio del perdon de los pecados. La única manera de tener seguridad de perdón de pecados es poniendo tu confianza en que Cristo murió por tus pecados, tomó la culpabilidad sobre sí mismo, y te ha extendido un perdón
§ “¿Cuánto más la sangre de Cristo, el cual mendiante el Espíritu eterno, se ofreció a sí mismo sin manda a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?” (Hebreos 9: 14)
Ø Ninguno de nosotros podemos decir que no hemos pecado, pero si confesamos nuestros pecados el es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad.
Ø Ninguno de nosotros podemos decir que somos inocentes, sino perdonados, no sin pecado, sino purificados, limpiados, santificados por el poder del Espíritu Santo
Ø La culpabilidad moral, espiritual, y emocional pueden ser limpiados por la fe en Jesucristo
Ø Pablo mismo, que sabemos que fue culpable de perseguir la iglesia y consentir en la muerte de Esteban, pudo decir, que “desde su mayores sirvo a Dios con buena conciencia.”
Ø David, que fue culpable de muchas muertes, y de ser el autor intelectual del asesinato de Urías, luego de humillarse delante de Dios de todo corazón, fue perdonado por Dios
III Manteniendo una buena conciencia en el Espíritu Santo
Ø Pero como cristianos, no nos ha llamado Dios a una vida de altas y bajas, de derrotas morales y espirituales para luego ser perdonados, sino a vivir una vida de victoria en victoria, de gloria en gloria, la cual es posible por medio de Jesucristo
§ 1. Humillarse delante de Dios: todos los días, reconociendo nuestra debilidad, porque cuando reconocemos nuestra debilidad, aceptamos el poder de Dios
§ 2. Cultivar una conciencia sensible al Espíritu Santo y saludable, para poder escuchar la voz de Dios, cuando nos susurra al corazón, o cuando protesta para protegernos de la maldad.
§ 3. “El que es fiel en lo poco, tambien es fiel en lo mucho, y el que es infiel en lo poco tambien lo es en lo mucho.” Aprende a ser fiel, exacto en las cosas pequeñas, no aceptes compromisos con tu conciencia en boberías, y no las aceptarás en cosas importantes. Desde la forma en que guías el auto, en que tratas a tus mascotas, y lo que dices cuando no tienes deseo de hablar por teléfono, las mal llamadas “mentiritas blancas” los sitios que visitas en el internet, las películas y programas – hasta la forma en que diezmas, mantienes un matrimonio agradable a Dios, llenas planillas, haces negocios, lo que dices cuando tienes que faltar al trabajo, tratas a tus compañeros de trabajo, y mantienes una vida devocional aunque solo Dios te esté observando cuando oras en tu casa
Ø “Porque el Señor es el Espíritu; y donde esta el Espíritu del Señor, allí hay libertad. Por tanto nosotros todos, mirando cara descubierta como en un espéjo la gloria del Señor, soomos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor. Por lo cual, teniendo nosotros este ministerio según la misericordia que hemos recibido, no desmayamos. Antes bien renunciamos a lo oculto y vergonzoso, no andando con astucia, ni adulterando la palabra de Dios, sino por la manifestación de la verdad recomendándonos a toda conciencia humana delante de Dios.” (II Cor. 3: 17-18 y 4: 1-2)