El fruto de la tentación - II
Santiago 1:15
Efesios 2:8-10
I. Introducción
A. Santiago (1:14) nos presentó la semana pasada como funciona la tentación. Lo ilustró con la metáfora de como cae un pez o como los propiso deseos o concupiscencia llevan a las personas a morder la carnada y caer.
1. Santiago dijo enfáticamente en el 1:13 que Dios no es quien tienta a las personas, en vista de los conceptos que existen que Dios es el que pone a las personas en tentación.
2. Y aunque Santiago parece ponerle toda la responsabilidad en las manos del que es tentado, obviamente que por detrás de toda tentación está la sutil serpiente, como lo estuvo con Eva y Adán.
3. Lo que Santiago hace es tomar por sentado que esa voz de la serpiente es la que pone el deseo. Esa semilla que tenemos dentro de nosotros através del primer Adán, es la que nos insta a responder a la tentación y caer en pecado.
4. Como haciendo eco de las acusaciones de Adán y Eva, “la serpiente me engañó y tú Dios criaste la serpiente, entonces tú tienes la culpa,” Santiago dice, “no, ustedes respondieron a su propio deseo, a su propia carne. Dios les advirtió desde el principio.
5. Santiago depriva al que cede a la tentación de cualquier excusa de querer culpar a alguien. La culpa radica en uno mismo. La culpa de ser atrapado, seducido y arrastrado tiene todo que ver con una decisión personal.
6. Así como nadie se salva por la bondad de otra persona, sino por la decisión propia de aceptar a Jesús; así también nadie se pierde por la maldad de otra persona; es una cuestión personal.
B. En el 1:15 Santiago cambia la metáfora. El progreso de la tentación, o las etapas de la tentación son gráficamente ilustradas con cuadros de la anatomía: los órganos de la reproducción humana: “El ‘embarazo’ y fruto de la tentación”:
1. “Luego la baja pasión, después de haber concebido, da a luz el pecado; y el pecado, una vez llevado a cabo, engendra la muerte.”
2. Es posible que el 1:14 pueda estar usando la metáfora de una persona que ante la seducción termina lléndose a la cama; y que el 1:15 esté pintando el resultado final de esa relación: el embarazo, período de gestación (los 9 meses) y el eventual nacimiento de un niño.
1. Pero Santiago no para allí. Después del nacimiento viene la madurez de ese pecado, el fruto de ese pecado que vendrá a rondar la vida de la persona que cedió a la tentación.
a) Es posible que Sabtiago esté con palabras repitiendo lo que dice el mandamiento: el pecado del padre alcanza al hijo o es repetido por el hijo o la hija.
b) Es posible que Santiago esté diciendo que cuando el padre o la madre ha cedido a la tentación, sea cual sea, pecado que eventualmente lo lleve o la lleve al abandono de Dios, la tentación no solo dio a luz el propio pecado, sino que ese pecado vuelve a engendrar o a “embarazarse” en la próxima generación.
c) Es posible que Santiago esté diciendo que ceder a la tentación y aceptar el pecado como un estilo de vida, el pecado solo puede engendrar más pecado, mas sufrimiento y vendrá a rondarte el resto de tu vida.
2. El enfasis de Santiago es que ese ciclo tiene que parar. Solo porque mi padre o mi madre lo hicieron, no quiere decir que yo también tengo que hacerlo.
3. “Si eres creyente, dice Santiago, el fruto de la tentación o pecado tiene que parar con tu desición.”
II. Venciendo la tentación
A. El cuadro que Santiago pinta es muy oscuro. Pero el enfoque de Santiago no es en ese cuadro negro, sino en Dios. Santiago quiere dejar bien claro que Dios no debe ser culpado por cualquier de nuestras decisiones.
1. Dios no inicia esas tentaciones que acarrean como resultado duras pruebas. Y aunque el diablo está por detrás de toda tentación,. Santiago no culpa al diablo, pues los creyentes, a quienes escribe, debían estar gozando la bendición de haber conocido a Cristo quien da la fuerza para no vencer a la tentación.
2. Santiago rechaza cualquier idea que culpe a Dios, las estrellas o aun al diablo por nuestras acciones. El termina esta sección con un argumento positivo cuando se trata en vencer la tentación.
3. Santiago acaba de dejar bien claro que Dios no es quien origina la tentación, pues Dios manda solo cosas buenas (1:17). “Toda buena dádiva y todo don perfecto viene de lo alto, del Padre de las luces en quien no hay mudanza ni sombre de variación.”
4. Dios no cambia como las arenas movedizas de la marea del mar controladas por las siempre cambiantes sombras de la luna. Dios no cambia. El siempre es el mismo
5. Creer que Dios cambia es negar que de él provienen “toda buena dádiva y todo don perfecto...” es ser engañado o errar o caer en tentación (1:16).
B. Es interesante como Santiago se refiere a Dios como el “Padre de las luces.” Evidentemente los creyentes en Santiago también creian que sus vidas estaban bajo las fuerzas astrales o de las estrellas. Y como Dios es el creador de los astros, entonces Dios es quien permite la tentación.
1. Al argumentar que Dios es el “Padre de las luces” quería decir que si Dios no cambia, y si Dios controla las luces y que solo da buenas dádivas, las estrellas no tienen nada que ver con el destino de la persona. El destino está en las decisiones que tomamos.
2. “No culpen a Dios por sus pruebas que vienen como resultado de haber cedido a la tentación. Solo las bendiciones vienen de Dios cuando la persona se conecta con él.
3. “Toda buena dádiva y todo don perfecto...” Pensar que Dios manda el mal o la tentación es hacerlo imperfecto.
C. ¿Cómo evitar y vencer la tentación?
1. Saber que vienen. Pensar que algunas tentaciones no pueden alcanzarnos es la mas grande falacia al cual el creyente puede caer preso. Estos son los que son víctimas.
2. Reconocer y detectar la tentación. Solo yo sé en lo que soy tentado.
3. Evitar la tentación. Solo yo puedo tomar la decisión de no ponerme en las tentaciones a las cuales soy suceptible.
4. Proponerse a no ceder a la tentación así como Daniel y compañeros se propusieron en su corazón...; así como José huyó frente a la tentación.
D. Santiago termina con el mayor don que Dios puede dar: así como ceder a la tentación engendra pecado, la única victoria sobre la tentación es: 1:18, ser engendrado de Dios. Ser la primicia divina.
1. Somos creados por Dios.
2. Somos recreados por él. ¡Allí está la victoria!