I. Responsabilidad Espiritual
En un principio el padre de familia funcionaba como el sacerdote de la familia, así como en forma individual. El padre estaba a cargo de traer la vida espiritual a la familia.
Génesis 12:8 - De allí se trasladó hacia el monte al oriente de Betel, y plantó su tienda, teniendo a Betel al occidente y Hai al oriente; y edificó allí un altar al SEÑOR, e invocó el nombre del SEÑOR.
· Trasladó hacia el monte de Betel – Se trasladó a la casa del pan. Donde hay provisión espiritual para la familia. El padre es responsable por llevar a la familia donde hay comida espiritual, donde puedan recibir el alimento necesario para vencer en esta vida, y después.
· Plantó su tienda – El padre tiene la responsabilidad de plantar su casa en tierra firme, sobre la roca. Los padres tienen la responsabilidad de plantar a su familia en Dios.
· Edificó allí un altar – El padre tiene la responsabilidad de edificar el altar y sacrificar a Dios para que su familia busque de Dios. El padre tiene que edificar ante Dios. Job 1:5
· Invocó el nombre del Señor – El padre tiene la responsabilidad de traer la salvación a la casa. El padre ha sido el designado por Dios para que la salvación llegue a la casa. Hechos 16:30-34
Proverbios 22:6; Deuteronomio 6:4-9 - Esta responsabilidad espiritual del padre envuelve la instrucción en la Palabra de Dios y el conocimiento del Señor. Esta es una responsabilidad del padre.
II. Responsabilidad Social
El padre en el judaísmo tenía unas responsabilidades sociales que traían unas consecuencias espirituales sobre la vida de la familia.
· El padre judío tenía la responsabilidad de circuncidar a su hijo – la circuncisión confirmaba el pacto de Dios con el hombre (Génesis 17), y manifestaba ante la sociedad a quién pertenecía ese hijo, a la familia de Dios o a la familia de los gentiles. Hoy en día en vez de la circuncisión, el padre debe velar por sus hijos para que ante la sociedad ellos puedan manifestar el pacto de ellos con Dios por medio de la fe que obra por el amor. Gálatas 5:5-6
· El padre pasaba la mejor parte de su herencia al primogénito – El padre tenía la responsabilidad social de brindarle a sus hijos una herencia, recibiendo la mejor parte el primogénito. El buen padre deja herencia a sus hijos, una herencia que la sociedad pueda ver. Hoy los padres tienen la responsabilidad de dejar una herencia que todos puedan ver, a Cristo. La sociedad debe ver la herencia de los santos recibida por los padres.
· EL padre escogía una esposa para su hijo – Esta responsabilidad tenía una razón de ser. No era capricho de Dios el que el padre escogiera la esposa para su hijo. La razón primordial para que los padres escogieran esposa para sus hijos era que no se mezclaran con mujeres que no sirvieran a Dios y trajeran vergüenza a su familia y abandonaran a Dios. Génesis 34:3-4 Tampoco podía buscarle muchas mujeres, era una solamente. Deuteronomio 17:17
El buen padre se preocupa por quien será la compañera de su hijo. Aunque hoy en día los hijos dicen que pueden hacer las cosas solos, el padre, según Dios, aconseja a su hijo con respecto a su futura esposa.
· El padre enseñaba a su hijo un oficio – El padre tenía la responsabilidad de educar a su hijo en cómo iba a ganarse la vida y sustentar, más adelante, a los suyos. Los padres hoy en día se preocupan por pagarle los estudios a sus hijos e hijas, pero hay que enseñarle un oficio. Los padres, en su mayoría, no se envuelven en la educación de sus hijos, excepto por lo que pagan. El padre, según Dios, se envuelve en la enseñanza de un oficio para con sus hijos.
El mundo no se preocupa por nada de esto, pero el creyente, el que dice que conoce a Dios, tiene la responsabilidad de educar a sus hijos en cómo ganarse la vida.
III. Responsabilidad Económica
El padre en la antigüedad tenía que proveer económicamente para los suyos. El sustento para su familia tenía que venir del padre. Pablo en el Nuevo Testamento enseña en 1 Timoteo 5:8 que si un que se dice creyente no provee para los suyos, ha negado la fe y ha hecho peor que un incrédulo.
La responsabilidad económica no es simplemente proveer dinero para la familia, es enseñar con relación al uso del mismo. Muchos padres piensan que dándole todo lo que los hijos quieren van a hacerle un bien. Hay que enseñar, como padres que sirven a Dios, como se usa el dinero sabiamente.
· El don de Dios no se compra con dinero – Hechos 8:20-21
· No amar el dinero – El dinero es un medio, no es un fin. Mateo 6:19-20; Eclesiastés 5:9; 7:12; 1 Timoteo 6:10
· Enseñar sobre el diezmo – Génesis 14:20; Lucas 11:42
El mejor ejemplo de Padre lo tenemos en Dios quien sabe todo sobre sus hijos, los que han sido engendrados por Dios. Juan 1:12-13 Él sabe hasta cuántos pelos tenemos en nuestras cabezas.
Él sabe cuántos pelos tenemos en nuestra cabeza - Mateo 10:30 - Y hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados.
ÉL es nuestro Padre - Isaías 63:16 - Porque tú eres nuestro Padre, aunque Abraham no nos conoce, ni nos reconoce Israel. Tú, oh SEÑOR, eres nuestro Padre, desde la antigüedad tu nombre es Nuestro Redentor.
Salmo 27:10 - Porque aunque mi padre y mi madre me hayan abandonado, el SEÑOR me recogerá.
Él nos protege – Salmo 91:3-4, 14-16 - Porque El te libra del lazo del cazador y de la pestilencia mortal. Con sus plumas te cubre, y bajo sus alas hallas refugio; escudo y baluarte es su fidelidad. Porque en mí ha puesto su amor, yo entonces lo libraré; lo exaltaré, porque ha conocido mi nombre. Me invocará, y le responderé; yo estaré con él en la angustia; lo rescataré y lo honraré; lo saciaré de larga vida, y le haré ver mi salvación.
Él nos dirige – Salmo 32:8 - Yo te haré saber y te enseñaré el camino en que debes andar; te aconsejaré con mis ojos puestos en ti.
Él nos provee – Mateo 6:32-33 - Porque los gentiles buscan ansiosamente todas estas cosas; que vuestro Padre celestial sabe que necesitáis todas estas cosas. Pero buscad primero su reino y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.
Porque tenemos un Padre tan bueno y tan maravilloso, Él dice, “Y porque sois hijos, Dios ha enviado el Espíritu de su Hijo a nuestros corazones, clamando: ¡Abba! ¡Padre! Por tanto, ya no eres siervo, sino hijo; y si hijo, también heredero por medio de Dios. Gálatas 4:6-7